Los saberes transitan por múltiples canales, los cuales propician el acceso a escrituras, lenguajes, discursos que establecen relaciones de poder en disímiles contextos socioeconómicos, políticos y culturales.

De manera dinámica, progresiva, la TV ha dejado de ser una herramienta de masas para convertirse en un medio de comunicación que se consume en diversas plataformas, de forma personalizada.

En este panorama también el patriarcado se reproduce a nivel simbólico en chistes, letras de canciones, videoclips musicales y otros productos comunicativos racistas y homofóbicos.

La violencia simbólica en Cuba tiene su expresión en un escenario contradictorio, pues aunque existe una voluntad política de asumir el tema en todas sus complejidades, aristas, y de que los medios de comunicación no utilicen imágenes peyorativas o denigrantes de la mujer, todavía conviven productos potenciadores de nuevos paradigmas de hombres y mujeres con otros sexistas.

¿Qué hacer ante esta problemática? La interrogante lideró en el espacio de reflexión y debate Moviendo los caracoles, convocado por la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, donde participaron creadores y expertos animados por un principio común: es preciso desmontar los viejos mitos para fundar la cultura de la equidad.

Dicha perspectiva exige ante todo responsabilidad al visibilizar socialmente el tema en la televisión. Lamentablemente en algunos videoclips aún persiste el tratamiento del cuerpo de la mujer en cuanto objeto para ser poseído, se usan imágenes fragmentadas para reducir su presencia al sexo, suelen justificarse la agresión, los malos tratos, el acoso, con argumentos como la pasión, el amor, los celos, la marginalidad.

Renovar las formas de mirar y de contar resulta imprescindible para asumir una comunicación con perspectiva de género. En esta idea coincidieron Lirian Gordillo (revista Muchachas), Orlando Cruzata (Proyecto Lucas), José Manuel García (productor de Bis Music) y el realizador Carlos Maristany.

Ellos son conscientes de que hacen falta mucho más que palabras y buenas intenciones al desarrollar la línea de mensajes desde la perspectiva del cambio, es preciso cohesionar alianzas con el propósito de trazar una ruta crítica para potenciar las necesarias transformaciones.

Este propósito se concretará en la práctica entre la TV cubana y otras instituciones culturales, dando continuidad a los procesos de capacitación de las personas que dirigen los procesos comunicacionales a partir de estimular con proyectos intencionados la creación de productos no sexistas.

Ciertamente hay que derribar barreras, franquear obstáculos, demoler prejuicios para construir una nueva relación entre los humanos. Cultura y entretenimiento no tienen que ser un par antagónico. A veces, preponderan reclamos de valores per se, entre ellos lo bonito, el gusto, sin incentivar que cada puesta debe ser un grupo de valores en sí misma, por tanto, requiere una evaluación del producto-mensaje televisual en su conjunto.

¿Existe un único método para hacer televisión en la época que somos audiencias, internautas? Guionistas, realizadores, deben seguir buscando caminos por donde transitar con creatividad y claridad conceptual en el campo de la información y el lenguaje de género.

El desarrollo propio de la sociedad, los artefactos y las tecnologías permiten realizar formas diversas de comunicación, en particular las referidas a códigos, canales, por esto hay que seguir diseñando programas sugerentes y fomentar posibilidades de lecturas para que las mayorías aporten sensibilidades, inteligencias e ideas como instrumentos indispensables de las reflexiones individuales y colectivas. Pensemos en esto.