Ilustración: Frank Sera
Ilustración: Frank Sera

Andrea y la deuda con las motomamis

A Rosalía la amas o la odias. La crees artificial o artistaza. Te identificas con lo que tiene para decir o solo te encanta su sonoridad transgresora de esquemas. Si bien es cierto que la cantante con raíces musicales heredadas del flamenco tuvo dos producciones discográficas bajo esta influencia: Los ángeles (2017) y El mal querer (2018), en Motomami (2022) nació una Rosalía distinta. Quizás siempre estuvo.

Tomado de https://www.analitica.com/

Este renacer nos coloca en el oído a una Rosalía bella, repleta de inquietudes hacia su propia libertad como mujer y cantante. Tal vez porque “es mala amante la fama y no va a quererla de verdad” y “hay picos en las estrellas y los brazos”, sintió la necesidad de un disco disruptor en cuanto a lo que exigían de ella y lo que realmente es. ¿Y quién es?

Una mujer.

Un siglo atrás el sustantivo sería prácticamente equiparable a la nada. Me cuesta creer la forma vil en que se acalló a la mujer por el hecho de una supuesta debilidad de condiciones físicas e intelectuales. O peor, por la machista autocomplacencia animal del estigma reproductivo, como si el segundo sexo fuese un aparato creado por un dios exclusivamente para procrear, para dar animales a la sociedad y así preservar la especie. ¿Qué sentido tendría preservar una especie así, tan discriminatoria?

La resistencia surgió, por fin, como un hilo que atan a la espalda de ese supuesto dios para decirle que se ha equivocado, y que viene la mujer pecadora a arreglar aquella tontería, ese fallo que las hizo inferiores desde la mismísima Eva cromosómica. La resistencia llegó entonces a la música, que no escapa de ser válvula para el decir, en este caso, para reivindicar y cambiar estereotipos.  

Y hace algún tiempo tocó también al reguetón, una factoría de producciones con líricas que históricamente han arrastrado la grosería y el machismo, no solamente en sus voces, sino también en sus prácticas. El mismo género que por décadas sexualizó y cosificó a la mujer, ahora experimenta una vertiente de feminismo. Yendry, Nathy Peluso, Rosa Pistola, Karol G, Chocolate Remix, Tremenda jauría o Tribade, forman parte del imperio de las motomamis, un término adoptado en redes sociales para referirse a las mujeres empoderadas, desde que Rosalía habló.

Es lógico que muchas mujeres se identifiquen con este tipo de discurso, por cuanto les ha costado ser visibilizadas en la sociedad. Sin ánimo de sensacionalismo tramposo: ha costado moretones, gritos o silencios, súplicas, temblor… sangre. Sin embargo, lo que no resulta tan evidente es que surjan hombres con tal grado de empatía hacia la causa feminista. He escuchado de una voz masculina nacida en la India, probablemente el epicentro de la violencia a la mujer:

 “Le debemos tanto a ellas que no me importa si se exagera la causa, si se circunscribe un artículo inclusivo en la Real Academia de la Lengua, si se privilegia la condición de género femenino en el momento de decidir para determinado puesto laboral, si se instituye el ser ama de casa como un trabajo público,… se lo debemos”.

Sam Sharma

He visto a un cantante puertorriqueño expresar: “La mujeres son complejas y tenemos que acabar de entenderlas”. Este hombre metió el dedo gordo del pie en una piscina de agua tibia cuando lanzó al mercado Yo perreo sola, cuyo mensaje se extiende más allá del movimiento latinoamericano y se aplica en todo el mundo (de las pocas cosas que han podido penetrar en otros mercados): deje que una mujer sea quien quiera ser y no la obligue a nada.

Tomado de: https://productplacementblog.com/

En mayo de este año ese pie fue sumergido en su totalidad y danza en agua tibia junto a Andrea, el decimonoveno tema del disco Un verano sin ti (2022). Bad Bunny ya había ganado millones de adeptos con su trap, pero en Andrea es distinto, puesto que el tema trasciende el canal comunicativo y automáticamente convierte al cantante en una motomami más, ―aunque lo voy a nombrar motopapi―, y lo supedita a esta canción.

Andrea.mp3

Andrea como suerte de poema a la mujer moderna y su libertad: así la visualizó Raquel Berrios, de la agrupación musical Buscabulla, a quienes se les encargó casi la mitad de la letra y la producción. Nuestro motopapi se interesó en la sonoridad de los Buscabulla, sin dudas una música caribeña del futuro, aunque en el momento del contacto virtual la agrupación se encontraba en su mejor presente, con sus palabras: en el pop experimental en español.

Ellos, en el afán de pensar conceptualmente sus maquetas musicales, tuvieron absoluta libertad en Andrea. Tal vez, sin proponérselo, rompieron con el canon de que lo latino suele ser exótico, lleno de colores, para, en cambio, traer otra sensibilidad, una contraria a la producción de música sobre la objetivación de las mujeres.

Dúo puertorriqueño Buscabulla, formado por los esposos Raquel Berríos y Luis Alfredo del Valle. Tomado de: https://wwm.rocks/buscabulla-regresa-a-su-natal-puerto-rico-con-un-disco-estupendo/

En este sentido, la sonoridad urbana ha roto con las percepciones tradicionales del género para demostrar que se pueden tratar temas profundos, experimentar un espacio público de convergencia musical y divergencia teórica. Los escuchamos en Bizcochito del disco Motomami de Rosalía:

Yo no soy y ni vi’a ser tu bizcochito / Pero tengo to’ lo que tiene delito / Que me pongan en el sol, que me derrito / El mal de ojo que me manden me lo quito / Yo no soy y ni vi’a ser tu bizcochito / Pero tengo to’ lo que tiene delito / Que me pongan en el sol, que me derrito / El mal de ojo que me manden me lo quito /

Con su peculiaridad, lo escuchamos en Andrea:

No quiero que nadie me diga lo que yo tengo que hacer / Se ponen a hablar y conmigo verán, no van a joder / Que digan lo que sea / Yo subo y bajo como la marea / Se tratan de montar y tambalean / Quiero alguien que se atreva, que se atreva y me entienda a mí/

De manera que Bad Bunny, junto a Buscabulla y a sus muchas colaboraciones espectaculares en Un verano sin ti, sin dejar de abrazar el placer hedonista de hacer música urbana, salió de su zona de confort para englobar la complejidad social de la calle. Así, en Andrea, nos presenta una mujer que trata de buscar que la respeten; que siente y padece, con complejidad extraordinaria en su tristeza.

Y va más allá de los conflictos internos de esta mujer. Andrea, a pesar de sentirse fuera de lugar, no quiere dejar Puerto Rico, como suele hacerlo toda su generación: el sentir patrio no afecta a un género en específico. El tema vuelve a aflorar en la canción El apagón, del mismo disco:

Yo no me quiero ir de aquí / No me quiero ir de aquí //// Que se vayan ellos //// Lo que me pertenece a mí / Se lo quedan ellos / Que se vayan ellos / Esta es mi playa / Este es mi sol / Esta es mi tierra / Esta soy yo/

Portada del disco «Un verano sin ti»

Por otro lado, a pesar de que lo han hecho muchos otros, no voy a conectar a Andrea con Andrea Ruiz Costas, quien con 35 años fue asesinada el 27 de abril de 2021 en Cayey, Puerto Rico. No, y mil veces no. La Andrea de la canción bien puede ser la historia de cualquier mujer, porque la idea del machismo solo se refuerza a través de un lente cultural, y este mismo lente debe ser capaz de neutralizarlo.

Bad Bunny es parte de ese cambio aunque todavía necesite ser consecuente con su discurso. Advierto en Un verano sin ti una disyuntiva o divorcio entre una canción como Andrea, y, por ejemplo, otra como Tarot, con inclinación evidente hacia la cosificación de la mujer y todo lo que hemos puesto en juicio hasta este punto.

Tarot.mp3

Amén de esta apreciación (ideal para desarrollar en posteriores lecturas); mientras algunos hombres sientan la necesidad de demostrar su masculinidad a través de las mujeres, exista el acoso sexual, el irrespeto, el menosprecio, la subestimación y el odio seguiremos padeciendo de grandes injusticias sociales. Con la esperanza de un cambio cultural, nuestro motopapi se ha establecido como parte del movimiento “ni una menos” a través de su música.

Bad Bunny, y Rosalía, y Buscabulla.

#Me too.

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