Las cerradas ovaciones en Venecia y La Habana son muestra palpable de que los realizadores del filme impactaron en la diana
Tras su exhibición en el Festival Internacional de Cine de Venecia, el pasado septiembre, y su posterior estreno comercial en salas de Argentina y España, a finales de ese mes, solo recibimos elogios de los críticos acerca de Argentina 1985 (Santiago Mitre, 2022), quienes la calificaron de emotiva, impecable y convincente. Llamó la atención que cierta prensa española, tan reacia al cine político que denuncia los crímenes de las dictaduras de derecha, la ponderara, aunque deslizando en ocasiones algunos señalamientos sobre su realización.
Para muchos de los nacidos en los últimos 30 años, el filme revela. Conmueve. Trata nada menos que sobre el juicio sobre violaciones a los derechos humanos acaecidos en Argentina durante la feroz dictadura militar (1976-1984), desterrada por las oligarquías de los programas de Historia no solo en Sudamérica. Para acallar la presión de la opinión pública mundial y los reclamos de las abuelas y madres en la Plaza de Mayo bonaerense, el gobierno de Raúl Alfonsín se vio obligado a abrir un proceso judicial, que al final fue mucho más de lo que inicialmente se proponía.
Como fiscal fue elegido Julio Strassera (interpretado por Ricardo Darín), un abogado que había contemplado inmutable los crímenes de los militares. De adjunto le fue asignado Luis Moreno Ocampo (personificado por el cantante y actor Peter Lanzani), descendiente de uno de los íconos del ejército argentino. Pero las cosas no salieron como fueron planificadas. Tal como refleja la cinta, los dos juristas conformaron un equipo de jóvenes recién graduados que realizó una tarea encomiable. Y se hizo justicia.
Lo primero que debe resaltarse de la película es que a pesar de sus más de dos horas de duración agarra al espectador hasta que aparecen los créditos finales. No es casual que en el Festival de San Sebastián fuera aplaudida durante nueve minutos y que ahora, en su premier en La Habana, le hayan dedicado una cerrada ovación. Ricardo Darín, como siempre, se echa encima el filme y nos ofrece una de las mejores interpretaciones de su carrera. Peter Lanzani (El clan) hace rato dejó su aire de actor adolescente y brinda una labor convincente. Para los cinéfilos cubanos fue un placer reencontrarse con Alejandra Flechner (Yepeto), eficaz como Silvia, la mujer del fiscal.
El filme lanza algunos guiños no muy perceptibles para los públicos no argentinos. Entre las víctimas testimoniantes en el proceso aparece un personaje que narra una trama similar a la de La noche de los lápices (Héctor Olivera, 1986), cinta galardonada en un Festival de La Habana. Uno de los jueces que lo escucha es Alejo García Pintos, quien personificara a ese muchacho en el filme de 1986.
Por otra parte, hay una denuncia explícita al sistema judicial argentino. Cuando Strassera trata de conformar un equipo para encarar el juicio, ninguno de los juristas de experiencia acepta, por lo que tiene que apelar a los jóvenes. En cambio, muchos de esos abogados no dudaron en asumir la defensa de los militares asesinos.
Filme memorable, se añade a la lista de títulos trascendentales del cine argentino (la ya mencionada La noche de los lápices, La historia oficial, Garage Olimpo) en su labor de que perviva la memoria histórica y no vuelvan a ocurrir esos crímenes nunca más.
