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Autopistas bajo el mar

Cientos de cables de fibra óptica cruzan océanos, mares y lagos para transmitir grandes cantidades de datos entre países y continentes. Desde el año 2012 uno de ellos conecta a Cuba con Venezuela y muy pronto otro enlazará a la provincia de Cienfuegos con Martinica, como una apuesta para lograr más y mejor conectividad para los cubanos


Cubren más de 70 por ciento de la superficie de la Tierra, regulan el clima, absorben gran cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera y proporcionan gran parte del oxígeno que respiramos y del alimento que consumimos. Por supuesto, hablamos de los océanos, pero este texto no va de ellos, sino de ciertos huéspedes que esconden sus profundidades.

El fondo marino, además de hogar para miles de especies conocidas y otras por descubrir, es una suerte de autopista por la que viajan diariamente millones de datos en milésimas de segundos. Lo hacen a través de un cable con una extensión de cientos de kilómetros. ¡Qué digo uno! Más de 500 cables de fibra óptica están desplegados en el mar como auténticas arterias marítimas de Internet que conectan un lado y otro del mundo. Vinculan las redes de telecomunicaciones y los centros de datos de las grandes empresas tecnológicas.

Ciertamente, no son una inventiva nueva. Su nacimiento data de más de 100 años atrás. Desde entonces siempre han estado, aunque no los vemos, y la totalidad de las comunicaciones internacionales de banda ancha se transmiten a través de ellos.

Los repetidores se ubican para amplificar la señal del ca-ble durante todo su trayecto. / businessinsider.es

Puerto de salida

El primer cable submarino de telegrafía con carácter comercial cruzaba el canal de la Mancha y se puso en operación en 1850. Poco tiempo después, otro cable hizo posible la conexión instantánea de América con Europa, cuando la reina Victoria de Inglaterra envió un mensaje de felicitación al entonces presidente de Estados Unidos, James Buchanan.

Se cuenta que el acontecimiento causó un entusiasmo popular comparable al de la llegada del hombre a la Luna. Aunque la fiesta duró poco: El cable estuvo menos de un mes en funcionamiento, pero demostró que la idea era viable.

El TAT-8, primer cable transatlántico de fibra óptica, se instaló en 1988 y se diseñó entonces para una capacidad de solo 280 megabytes por segundo. Gracias a los avances tecnológicos, hoy en día pueden transportar hasta cientos de terabytes por segundo, lo que equivale al tráfico de todas las operadoras telefónicas de un país, junto a todo el contenido de voz, video y datos que podamos imaginar, por ejemplo.

Los cables de este tipo cuentan con hasta ocho capas diferentes que protegen las fibras del interior. Tienen también una protección de acero, aluminio o de policarbonato para garantizar su resistencia en el fondo del mar, además de una capa de cobre para poder transportar energía y alimentar los repetidores o amplificadores de la señal eléctrica durante todo su trayecto.

Se colocan en el fondo del océano utilizando embarcaciones submarinas especializadas o los llamados barcos cableros, que trasladan uno de los extremos de la cuerda hasta una estación instalada en la costa.

La empresa italiana Prysmian, líder en la producción e instalación de esta tecnología, señala que, en dependencia del modelo del barco o los métodos y técnicas utilizadas, puede ser posible instalar hasta 200 kilómetros de cuerda por día.

Embarcaciones especializadas o buques cableros colocan las cuerdas en el fondo del océano. / vadebarcos.com

Mapa subacuático

La construcción de los cables de fibra óptica submarinos requiere inversiones muy cuantiosas y a muy largo plazo, de aproximadamente 25 años o más. Por tal motivo, históricamente estas operaciones se han llevado a cabo mediante las grandes compañías de telecomunicaciones y dan muestra de los flujos de poder económico entre los distintos continentes.

Según datos del mapa trazado por el portal Telekom Egypt, en muchos casos los cables trasatlánticos imitan las rutas utilizadas por los buques de carga que transportan mercancía.

“Una de las zonas donde más proliferan los cables submarinos es el área que va desde Singapur hasta Japón, pasando por Taiwán, Indonesia, Corea, Filipinas y China. Esta es la zona más transitada del mundo por los buques de carga que transportan mercancía de las fábricas del sur de Asia al resto del planeta”, señala la fuente. Los cables también se emplean para uso nacional y atraviesan lagos.

En Cuba, las comunicaciones internacionales se realizan a través de conexión satelital, “a pesar de que a 32 kilómetros de sus costas pasa el más cercano de una nutrida red de cables submarinos, a los que el bloqueo norteamericano le impide acceder”, refiere una nota de Prensa Latina.

De hecho, entre la nación antillana y la estadounidense no existe una conexión de fibra óptica directa, más allá de la establecida por Washington a la ilegal Base Naval de Guantánamo para sus propios intereses.

Los esfuerzos para instalar el cable de conexión entre los dos países no son recientes. Desde la década de 1990 varias empresas y organizaciones han considerado la posibilidad de asumir un proyecto que no parece concretarse en un futuro cercano. Justo en diciembre de 2022 el departamento de Justicia estadounidense desaconsejó la instalación del ARCOS-1 USA, que hubiese sido el primer cable en conectar a la Isla con el territorio norteamericano.

Hoy, la mayor de las Antillas cuenta con un solo cable submarino para Internet, el ALBA-1, que desde 2012 la une a Venezuela, y ya se anunció para 2023 la instalación de un segundo, que le conectará con Martinica.

El proyecto Arimao desplegará un cable de 2 500 kilómetros desde Martinica hasta Cuba. / prensa-latina.cu

Proyecto Arimao

La noticia llegó como buena nueva de fin de año. El proyecto, denominado Arimao, es fruto de un convenio entre la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (Etecsa) y la compañía francesa Orange S.A. El mismo permitirá a la entidad cubana ampliar y diversificar las capacidades internacionales ante la creciente demanda de servicios de conexión a Internet y de banda ancha.

“En estos momentos, el proyecto se encuentra en desarrollo y cuenta con todos los permisos para su despliegue. Arimao dotará al país de una nueva ruta para servicios internacionales, diversificando geográficamente la conectividad actual”, precisaron autoridades de Etecsa.

Jean Luc Vuillemin, presidente de Redes Internacionales de Orange, dijo que el cable tiene una longitud de 2 500 kilómetros y que una vez cargado en el buque de tendido, comenzará su instalación desde Cienfuegos hasta Martinica.

“La inversión incluye la construcción de una estación que albergará los servicios técnicos del sistema, acorde con las tendencias mundiales”, señaló.

Por su parte, la ministra cubana de Comunicaciones, Mayra Arevich Marín, destacó que el sistema de cable submarino contribuye al cumplimiento del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el año 2030 y ofrecerá más y mejor conectividad a los cubanos.

“En su instalación se tendrá en cuenta la protección del ecosistema marino para evitar afectar las zonas de grandes concentraciones de plantas, así como los períodos de desove de las tortugas laúd”, apunta.

¿Qué mejoras reales para la conectividad en Cuba traerá el nuevo enlace con Martinica? Habrá que esperar un poco para saberlo. De cualquier modo, el servicio de Internet por cable de fibra óptica, a diferencia del satelital, abarataría los costos y daría mayor fiabilidad de conexión.

Mapa mundial de los cables submarinos existentes hasta el año 2021. / elordenmundial.com

Actualmente representan la base de la red mundial de telecomunicaciones por su resistencia a las condiciones meteorológicas, menor latencia y gran ancho de banda.

Como toda tecnología, los cables no están exentos de desventajas. Su reparación es extremadamente compleja y cara. Hay pocos barcos especializados en su instalación y mantenimiento. Por otra parte, eventos naturales, ataques de tiburones, y otras actividades vinculadas a la pesca y la navegación son sus principales amenazas.

Aun así, hoy se avanza en el tendido de esos cables en los fondos submarinos con el uso de las tecnologías de computación y equipos que operan con precisión milimétrica. Al mismo tiempo, se trabaja para lograr que, además de transmitir enormes cantidades de información, puedan actuar como sensores ambientales de movimientos sísmicos y corrientes oceánicas.

Lo esencial es invisible a los ojos. Venas ocultas en las profundidades de océanos, mares y lagos garantizan el funcionamiento mundial de las telecomunicaciones. Sus vasos comunicantes prometen llegar incluso a otros sistemas de aquí a los próximos años. La ciencia y la técnica ya trabajan en función de ello.

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