Bienvenidos desde Bélgica Michael y Willem

Bienvenidos desde Bélgica Michael y Willem.
“Este no es un país rico, pero tampoco hay pobreza. Aquí no veo la miseria que sí existe en países ricos.” –afirma Willem.

En su país, Bélgica, puede comunicarse en neerlandés o en francés. Cuando visita a Cuba lo hace –sin dificultad, más bien con gusto– en español. En ambos casos, sin embargo, habla todo el tiempo el mismo idioma: el de la solidaridad.

Su nombre es Willem de Witte, acogido ya a jubilación, aunque sin retiro ni descanso. Hijos y demás familiares recordarán por siglos su ternura y apego al hogar. Quienes hemos tenido la oportunidad de intercambiar con él en Cuba, no tenemos la menor duda de su también irrenunciable apego a la realidad de este archipiélago, en especial a su gente, para quienes reserva su más cálido espacio interior.

Ha recorrido otra vez esta geografía, por quinta ocasión, entre el 28 de enero y casi la mitad de febrero. Desde 2007 no experimentaba tal placer. Sé que, si pudiera, vendría todos los años. Dos grandes razones lo animan cada vez más.

“En primer lugar Cuba sigue siendo un ejemplo para el mundo acerca de cómo, teniendo grandes problemas, un bloqueo muy fuerte e injusto y necesidades materiales, el gobierno continúa cuidando al pueblo, a todo el pueblo.

“Este no es un país rico, pero tampoco hay pobreza. Aquí no veo la miseria que sí existe en países ricos. La pandemia lo ha demostrado. Es increíble lo que ha hecho la medicina cubana, no solo con sus vacunas para todos. Hasta en los momentos más difíciles se hacían visitas a las personas, en sus casas.

“En lugares como Bélgica se incrementan las diferencias entre ricos y pobres en medio de la pandemia. Las ganancias son altas; sin embargo, la gente tiene muchos problemas. En ningún país la medicina debe ser un negocio donde lo que importe sea el dinero, la ganancia y no la salud humana. Por eso hemos hecho una gran petición para que las vacunas contra la Covid-19 sean gratuitas para todo el mundo.”

Mi hermano respira en Las Tunas

Bienvenidos desde Bélgica Michael y Willem.
Fraternal intercambio en la farmacia tunera. /amistunas.wordpress.com

La segunda y muy sensible motivación que tienen Willem y su hermana Roos, quien lo acompaña en esta oportunidad, es de índole familiar. En la oriental provincia de Las Tunas respira Michael de Witte, el hermano que dejó de existir físicamente el 8 de febrero de 1987 allá, en la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador (FMLN).

“Sucede que hace muchos años, por sugerencia del investigador cubano Froilán González, se le puso el nombre de mi hermano a una farmacia que hay en Las Tunas. En mi anterior visita estuve allí. Ahora mi hermana y yo volvimos a ese lugar. Es muy interesante. Se dedica a la medicina natural y tradicional. Muchas personas van allí. A mí me impresionó mucho ver a una madre con su niño. Y no pude evitar el recuerdo de mi hermano Michael. Es el único lugar en Cuba que lleva su nombre.

–¿Por qué Michael, por qué El Salvador?

“Para orgullo de nuestra familia, él se había graduado de medicina. Pero estuvo trabajando en Bélgica apenas unos meses, creo que no llegó al año. Por ese tiempo había un fuerte movimiento antimperialista, de solidaridad hacia África, Asia y América Latina. Mi hermano siempre tuvo gran claridad política. Admiraba mucho la figura del Che. Coincidentemente había visitado antes algunos países africanos, tuvo la más alta valoración de la medicina a favor de las capas pobres de la sociedad y hasta realizó un viaje en moto por toda Europa junto a su esposa Karin Lievens, a modo de despedida del continente.

“Había decidido partir hacia algún país donde no solo fuera médico sino también combatiente internacionalista. Decía que quería ayudar a liberar de las enfermedades a niños y ancianos, pero también a otros pueblos de la opresión imperialista.

“Por eso se fue en 1982 hacia El Salvador junto a Karin. Ella era periodista. Trabajaba en una agencia que trataba temas relacionados con las luchas de liberación en el mundo. Apenas tenían 25 años de edad cuando salieron. Después de llevar cinco años luchando junto a los guerrilleros del Frente, mi hermano Michael (Sebastián fue su nombre de guerra) murió como consecuencia de un ataque con morteros. Han pasado ya 35 años. Fue un golpe muy duro para nuestra familia. Por eso venir a Cuba y visitar esa farmacia que lleva su nombre es una de las cosas más lindas que nos puede suceder y que agradecemos mucho.”

Bienvenidos desde Bélgica Michael y Willem.
Michael de Witte o Sebastián, su nombre de guerra en El Salvador. /captura de Pastor Batista.

–Tengo entendido que han cumplido un amplio programa…

“Sí, aunque el viaje ha sido fundamentalmente familiar, hemos tenido la oportunidad de conversar, otra vez, con compañeros del Partido, de la máxima dirección del movimiento obrero cubano. Con nosotros vino Wim Leyssens, encargado de la Coordinación para Cuba en Bélgica. Le hemos dedicado nuestra vida al trabajo sindical. Mi hermana ha sido responsable para proyectos de ayuda
a este país.

“Por eso también hemos recibido una excelente atención, como siempre, por parte del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Su presidente, Fernando González, nos recibió personalmente. También lo hizo Gerardo Hernández, el Coordinador Nacional de los CDR. Ya nos conocíamos. Fernando estuvo en Bélgica en 2020. Con Gerardo visitamos ahora un barrio muy interesante. Es fantástica esa relación de quienes dirigen y el pueblo. Hicieron hasta una caldosa…

“Estuvimos, además, en el Instituto Carlos Juan Finlay: asombroso, igual que el Centro Fidel Castro Ruz. En Guanabo fuimos al Centro Félix Varela, que estudia asuntos del clima. La atención luego, en Las Tunas y en Bayamo, fue también maravillosa. ¿En qué lugar de Cuba no ocurre así?

“Por eso cuando tengo que darles a los jóvenes belgas lecciones humanas de lo que significa el socialismo les hablo de Cuba. Ellos no entienden mucho de marxismo, ni de leninismo ni de internacionalismo, al igual que algunos miembros de nuestro Partido Comunista, entonces a mí no me molesta explicarles, capacitarlos. Me gusta hacer eso desde hace 24 años. No me voy a cansar. Tenemos que pensar en el presente y en el futuro de nuestros hijos y nietos”.

Bienvenidos desde Bélgica Michael y Willem.
En la sede de la CTC avileña. Willem al centro, su hermana Roos en extremo derecho

–Supe que usted integra una organización de abuelos.

“Sí, se llama Abuelos por el clima. Es que en verdad estamos muy preocupados acerca de cómo será la salud y la vida de nuestros nietos.”

Así, preocupado por las nuevas generaciones, por el futuro, por la vida, también estuvo siempre su mártir hermano Michael. Lo sabe la familia, lo sabe El Salvador, lo confirma esta afirmación de Karin Lievens, en febrero 2007:

“Muchas veces la gente me ha preguntado si valió la pena haber participado en esta lucha de liberación, si el sacrificio de Michael no fue en vano. Pues, la respuesta es: SI valió la pena y NO, no fue en vano. Nuestra participación fue la consecuencia de una convicción, no sólo quisimos pensar y hablar sobre la revolución, quisimos dar nuestro aporte, hasta la última consecuencia. Hasta vencer o morir.”

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