Bye bye, Silicon Valley Bank

Sea cual sea el desenlace de la quiebra bancaria, la clase trabajadora y los pueblos del mundo pagarán los platos rotos


El 10 de marzo, en la sede central del Viet Silicon Valley Bank (SVB), en California, hombres vestidos con trajes iban y venían. Ese día las pérdidas potenciales fueron tan tóxicas que la institución decidió declarar la quiebra.

SVB era una entidad especializada en financiar empresas. Su colapso resulta uno de los mayores en toda la historia de Estados Unidos. Más de la mitad de las corporaciones tecnológicas de la región tenían dinero depositado en dicho centro, entre ellas las compañías denominadas “startups”. Esas firmas crecieron aceleradamente durante la pandemia; pero luego sus negocios no resultaron tan rentables y empezaron a empequeñecerse (una de las manifestaciones es el despido de centenares de miles de trabajadores de todo el sector tecnológico).

La quiebra del Silicon Valley Bank llegó tras la subida de tasas de la Reserva Federal. / lavanguardia.es

A la par, la Reserva Federal subió la tasa de interés para tratar de bajar la inflación, encareciendo el crédito. Los viejos bonos perdieron valor y su cotización comenzó a caer. Eso provocó una corrida clásica. A la velocidad del rayo, todos intentaron retirar su efectivo, mas, el precio de las acciones se desplomó y ahí ocurrió el fatal desenlace. La noticia fue, sin duda, la que hizo más ruido. Previamente ya se había cerrado Silvergate y después llegó la clausura del Signature Bank.

En principio, según la información oficial, serían garantizados hasta 250 000 dólares por cuenta. Casi en simultáneo, el presidente Biden anunció que ni el Estado ni los contribuyentes se harían cargo de las pérdidas. Mientras, un funcionario del propio Tesoro indicó a The Washington Post que “el dinero utilizado para reembolsar a los depositantes provendría de varias asociaciones”.

El debate empezó a crecer entonces. ¿Se trataría de un rescate hecho por el gobierno? La discusión no fue casual. La crisis de 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers, implicó una intervención masiva para evitar peores consecuencias. Eso operó como un verdadero salvataje a las ganancias del gran capital financiero. A la vez, implicó una carga enorme sobre las finanzas públicas y, en especial, sobre la vida de millones de pequeños contribuyentes.

Al mismo tiempo, en los años siguientes se hizo cada vez más evidente la degradación del nivel de la clase obrera y los sectores populares. Así, mientras los grandes bancos eran salvados, la población trabajadora veía hundirse sus condiciones. Tal vivencia parece haber quedada grabada en la conciencia de millones. De ahí que la gestión gubernamental haya rechazado la idea de que esto ocurra nuevamente.

La crisis está abierta y se sigue desarrollando. La apuesta de Biden es intentar contener la recesión. Sin embargo, los mercados del mundo temblaron. Lo que ocurra en las vecinas jornadas definirá la dinámica de los próximos años. Por lo pronto, los negociados del gran capital vuelven a arrojar a millones a situaciones críticas.


CRÉDITO PORTADA

Más de la mitad de las compañías tecnológicas tenían fondos en Silicon Valley Bank. / sfchronicle.com

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Un comentario

  1. Bueno, es el juego de oferta y demanda, el mercado, la «mano invisible» para los economistas liberales seguidores de Adams Smith. Es el costo que hay que ´pagar por vivir en un mundo basado en la especulación financiera.

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