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Canción que vibra en las almas del mundo

“Yo quiero ser también tu inspiración para una de esas melodías que te han hecho hombre famoso y feliz”, le pidió una tarde al compositor cubano Osvaldo Farrés su adorada madre. Él cumplió tal deseo, mas, ella quedó sorda por una aguda enfermedad y nunca pudo escuchar el disco que contenía la bella canción Madrecitay la grabacióndonde le decía cuánto la amaba y le debía. Historia triste y hermosa con que festejamos el inolvidable Día de las Madres que anda atada al corazón de millones de hijos agradecidos


Una canción ha recorrido el mundo y palpita en las almas de los hijos jóvenes y adultos. Se conoce su autor, no tanto cómo fue compuesta. Es Madrecita, del cubano Osvaldo Farrés, que entró a la posteridad hace mucho tiempo. El origen detallado del número lo supe a finales de 1988, no por un libro, ni por un órgano de prensa, sino por el testimonio íntimo de un sobrino del compositor. Se llamaba Enrique Farrés Lorenzo. Conversamos en su casa habanera. Murió a finales de la década de 1990.

Recordamos que Enrique, acompañado de su esposa, nos dijo entonces que esa inefable melodía surgió cuando una anciana de 80 años a quien su tío Osvaldo quería infinitamente, lo puso a pensar. Era su mamá, Caridad Vázquez:

“¡Ay, mi hijo, has hecho canciones muy bellas a hermosas mujeres, pero nunca te has inspirado en mí. ¿Cuándo me vas a componer alguna canción? No quiero morirme sin escucharla.”

Quién fue su autor

Osvaldo Farrés -nacido en Quemado de Güines, Las Villas, el 13 de enero de 1902, y fallecido en New Jersey, Estados Unidos, el 22 de diciembre de 1985- compuso numerosos boleros, algunos aún recordamos con admiración y son cantados todavía o escuchados con deleite, inolvidables y eternos. Cuando su sobrino, también compositor, tenía 84 años, nos habló de la sencillez de su tío, de su pobreza y de los esfuerzos que se vio obligado a realizar para vivir, pues había tenido que ganarse la vida en quehaceres honrados, duros, sin saber que tenía talento para ser un “melodista” de enorme categoría, un creador musical importante en Cuba y en el mundo.

Cómo surgió su tema favorito

Según nos explicó su sobrino Osvaldo Farrés, con el tiempo comprendió que había nacido para componer canciones que históricamente pasaron a ser célebres en el ámbito de la música popular, como los boleros Acércate más(1940);Toda una vida(1943);Tres palabras(1944); No me vayas a engañar(1945); Quizás, quizás(1946) y muchos otros números que a estas alturas siguen siendo éxitos indiscutibles, como por ejemplo, los interpretados por el aplaudido y admirado cantante mexicano Luis Miguel.

Las madres, / madre mía, /, se mueren para el mundo, / para sus hijos, no, versos del cubano Diego Vicente Tejera. Ese espíritu, reina en Madrecita. / Autor no identificado

Sus antológicos boleros igualmente estuvieron vibrando a diario en las gargantas de geniales figuras de la farándula internacional como Nat King Cole, Frank Sinatra, Sarita Montiel y por muchos otros cantantes y grupos cubanos y extranjeros en diferentes épocas y latitudes. Todavía existen discos que conservan esas obras. Se oyen en casi todos los continentes.

“¡Así es la vida! La solicitud de la madre del autor hizo que naciera para el pentagrama mundial esa canción que es emblemática y rinde con honor y calidad probada un homenaje constante a las madres, no solo en su día”, nos confesó Enrique en memorable momento para este redactor.

En el diálogo al que aludo, él sostuvo que no solo era sobrino de Osvaldo Farrés por parte de padre, sino también nieto paterno de Caridad Vázquez, su viejecita, la mujer que le pidió el número ahora evocado y que siempre en algún sitio se canta y se toca para homenaje sincero en el Día de las Madres. En otras palabras, Osvaldo Farrés era hermano del padre de Enrique, Juan Manuel Farrés Vázquez.

El recordado compositor falleció en Estados Unidos el 22 de diciembre de 1985, a los 83 años; no dejó de ser cubano nunca, ni él, ni sus canciones. Se acercó a la creación artística como jefe de propaganda de una empresa cervecera exitosa, La Polar. El primer número que compuso fue Mis cinco hijos (1937), una guajira-son que lo dio a conocer. Madrecita –como interpretaba el sentir de todos los hijos, y hablaba del taller donde se forja la vida– rompió enseguida sus propios récords.

El disco de dos caras

Igualmente en aquella visita a que nos referimos, Enrique tuvo la gentileza de ponerme el disco de vinilo de 78 revoluciones, en que el gran cantante cubano Fernando Albuerne cantaba precisamente Madrecita, con acompañamiento de la orquesta de Enrique González Mantici y coro del Trío de las Hermanas Lago, uno de esos privilegios que los periodistas tenemos… En la Cara A se escuchaba:

Cada madre, viva o ya desaparecida, es como una brújula o rosa de los vientos eterna en el alma agradecida de sus hijos. El autor de la canción con otros músicos en 1951. / Archivo de BOHEMIA

Madrecita del alma querida, / en mi pecho yo llevo una flor. / No te importe el color que ella tenga / porque al fin, eres, madre, una flor. / Tu cariño es mi bien, madrecita, / en mi vida tú has sido y serás, / el refugio de todas mis penas / y la cuna de amor y verdad. / Aunque amores yo tenga en la vida, / que me llenen de felicidad, / como el tuyo, jamás, madre mía, / como el tuyo no habré de encontrar. / Madrecita del alma querida, / en mi pecho yo llevo una flor /, no te importe el color que ella tenga, / porque al fin tú eres, madre, una flor. /

En la Cara B en su propia voz, Osvaldo Farrés pronunciaba su dedicatoria a la madre querida: “Madrecita, esta canción está escrita para ti y en esta inspiración mía quiero resumir el cariño acendrado a todas las madres del mundo por buenas, por abnegadas y por santas. Sean para ti estas frases, nacidas en lo más profundo de mi alma, porque tú eres la encarnación suprema de todo lo noble y de todo lo grande que hay en el mundo. A ti acudimos siempre cual cofre amoroso que guarda todas las angustias, penas y alegrías. En nuestras tribulaciones, eres nuestro refugio y consuelo y nuestra única verdad. Tu regazo materno y tu amor saben de todas las ternuras y de todos los sacrificios. Como tu cariño, ninguno. Tú eres lo realmente positivo en la vida. Y ahora escucha la última estrofa de mi canción, nacida del corazón de un hijo que tú sabes que jamás faltó al deber sagrado de adorar a su madre. En ella digo lo que dedico con todo el corazón a todas las madres del mundo”.

Sin embargo, en 1954, en la fecha del disco, aunque se alegró de saber que su hijo la había complacido, estaba sorda y no pudo oír ni la canción, ni la grabación de la cariñosa y sensible dedicatoria.

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Fuentes consultadas:

Diálogo de este redactor con Enrique Farrés Lorenzo, un sobrino del autor de Madrecita, y Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba, de Radamés Giró, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2007.

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