Catalejo enfilado a la finca
Catalejo enfilado a la finca

Catalejo enfilado a la finca

Un salto –con garrocha– apremia en el sector agropecuario. En la campiña cubana se aprecian logros, trabas, errores, indisciplinas… los precios subiendo y el plato de la mayoría de la población a medio llenar.


Sin asomar los primeros rayos del sol en el horizonte, Joany Solano Oro bebe a sorbos el caliente y aromático café. La madrugada está húmeda. La lluvia enlodazó los caminos, por eso calza botas de goma. Desde la ventana mira hacia el establo. “Falta poco para terminarlo”, piensa en alta voz. Y sale directo hacia el corral. 

Allí ultima detalles para el ordeño. Amarra al ternerito en una de las patas delanteras de la madre. Él, caprichoso, trata de zafarse. Ella se inquieta. “Soooo, Corazón”, dice el campesino mientras desliza sus manos con destreza por las ubres de la vaca. Los finos hilos blancos rebotan en el recipiente de metal que se repleta en cuestión de segundos. 

Este joven usufructuario vive en las afueras de la cabecera municipal de Santiago de Cuba, aunque es holguinero de cuna. Allí recibió, meses atrás, cerca de 42 hectáreas de tierras ociosas, infestadas de marabú; “echó las tripas en el campo” y levantó su finca Limones de Oro.

Joany tiene objetivos claros. Multiplicar la producción bovina y lechera. Además, sembrar cuanto pedacito sea posible de cultivos varios. “En el poco tiempo que llevo pega’o a la tierra sobrecumplo los planes de entrega de carne a la industria y suministré más de 500 quintales de viandas. Las cosas fueron más difíciles con la leche porque había mucha sequía, aunque todavía no tengo una cifra exacta contratada. Ahora las lluvias son una bendición para el rebaño”, asegura.

El joven comenzó su bregar como productor agropecuario con muy buena estrella. Al inicio recibió 1 000 000 de pesos, como parte de la contribución del uno por ciento a los proyectos de desarrollo local. Ese monto lo destinó a comprar más de 70 reses. Luego fue beneficiado con 1 800 000, con vistas a extender la crianza al ganado menor (carneros y chivas). 

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Además, solicitó otra cantidad de tierras ociosas, ubicadas en los alrededores de la finca. “Son unas 39 hectáreas más. Ese procedimiento es rápido. He tenido el privilegio de recibir todo de manera inmediata”, comenta agradecido.

Desde la carretera de Baconao, hasta la casa delsantiaguero Carlos Arias Pérez, hay que subir más de tres kilómetros por caminos angostos. Allá arriba se encuentra su finca La Estancia, rodeada de montañas. La yerba de los potreros es amarillenta, señal de que la sequía sigue golpeando duro.

Para poder ampliar la siembra de alimento con destino a la crianza de ganado vacuno, cerdos y equinos, el usufructuario solicitó hace más de dos años unas seis hectáreas en las lomas. “Eso se ha quedado así. De reunión en reunión es que se acuerdan de mi solicitud. Esas tierras llevan años abandonadas y, al parecer, seguirán en las mismas”, sentencia contrariado.

En el cielo, teñido de añil, comienzan a aparecer algunas nubes. “Hace falta que vuelva a llover, a ver si el pasto se recupera. El bledo que crece es bueno para los animales”, dice mientras le da de comer a las vacas. Los contratiempos con las tierras ociosas que no acaban de otorgarle las autoridades locales de la Agricultura y los efectos del cambio climático, no son las únicas cuitas que lo aquejan.

Carlos debe entregar mensualmente a la industria láctea alrededor de 60 kilogramos de queso, que representan unos 200 litros de leche. “El precio de compra (de la leche) lo subieron a 20 pesos y, a veces, hasta 27, pero el del queso no. Producirlo me deja pérdidas, por eso da más resultado coger la leche y echársela a los animales. Recibo más dinero cuando vendo después la carne.

“Lo otro, aseguraron que iban a pagar 0.10 centavos en MLC por cada litro de leche entregado a la industria, y eso se quedó ahí. No ha cuajado. Supuestamente no existe un sistema para depositarnos esa divisa. Es totalmente incomprensible porque los campesinos tenemos una cuenta en MLC en el banco para poder comprar los insumos, pagarles a las empresas y que estas les paguen a los productores”, valora el usufructuario.

De visita en la finca La Estancia, junto al equipo de reporteros de BOHEMIA, también está Yendri Mora Peregrí, al frente del movimiento de productores líderes de la provincia santiaguera. Ante los hechos que narra Carlos, se indigna: “No vamos a decir que te están robando el dinero, para no ser tan crudos. Pero están dejando de beneficiarte con las medidas aprobadas en el país para estimular las producciones agropecuarias.

“Cada vez que nos reunimos con el Lácteo, dicen que sí están pagando los 0.10 centavos en MLC. Parece que eso solo lo hacen con quienes viven en las inmediaciones de la ciudad, porque cuando llegamos a los productores de las montañas, como en este caso, se los están ‘comiendo por una pata’. Evidentemente, violan lo establecido”, sintetiza Mora Peregrí.

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Multiplicar la crianza de ganado menor también es una de las prioridades de muchos productores.

Carlos emplea unos 2 000 litros de leche mensual para producir alrededor de 60 kilogramos de queso con destino a la industria. ¿Cuánto han dejado de pagarle en MLC? Lo paradójico del asunto es que el Lácteo les descuenta a los campesinos 10 pesos por cada litro entregado cuando incumplen las cifras pactadas.

Durante dos décadas, Carlos fue presidente de la cooperativa Seguidores del Centenario, a la cual pertenece. Desde entonces, han planteado la necesidad de que les compren el excedente vacuno. “Llevamos años discutiendo eso. Y nada. Dentro de una misma finca se acumulan hasta tres generaciones de cría de una misma vaca. Quien produce leche no puede cargar con los terneros después del destete, al no ser que sea una hembra y te interese para la reproducción. Porque debes asegurar la alimentación y los cuidados del rebaño”, explica el usufructuario.

Bajar de las nubes al cerdo

La producción porcina cayó estrepitosamente después que dejaron de entrar los barcos cargados de pienso para asegurar los convenios pactados entre empresas estatales y productores privados. Casi al unísono comenzó una espiral especulativa que remontó el precio del “mamífero nacional” hasta las nubes.

Según Rafael Medina, experto porcicultor guantanamero, el récord productivo en Cuba (en el tiempo en que duraron los convenios porcinos) fue de 189 000 toneladas anuales y para este año se prevén solamente unas 20 000. ¿Cómo cambiar esta situación?

A juicio del también máster en Ciencias Agrícolas, “no es suficiente sembrar cultivos que solo proporcionan energía durante la crianza. Es inevitable importar el pienso de inicio, con las proteínas, aminoácidos, grasa y minerales para desarrollar el tejido muscular de los cerdos. Se lo expliqué al presidente Díaz-Canel e indicó destinar recursos a eso. En el país no tenemos cómo producir la fuente proteica para hacer ese tipo de alimento”.

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Una de las alternativas para lograr especies más resistentes a los rigores del campo es mezclar las cerdas criollas de capa oscura con los rollizos de capa blanca.

A raíz de tal decisión, comenzó en mayo una nueva modalidad de contrato con los porcicultores. Si la empresa asume el gasto del pienso de inicio, el pago a los productores por la carne es en moneda nacional (CUP). Si ellos asumen ese gasto en MLC cuando la empresa compre la carne por cada kilogramo les paga una parte en MLC y otra en CUP.

Enredado en mil cosas, corrales, siembra, cosecha… anda Orelvis Peñate Mesa en su finca. Para sortear la crisis porcina, desde hace tres años, decidió probarse como tabacalero. Y sí que le ha ido bien. Gracias a los ingresos obtenidos por esa vía ha podido mantener, aunque en niveles mínimos, la crianza de cerdos.

Este placeteño, como cualquier otro avispado campesino, lleva a punta de lápiz sus costos. “Definitivamente, a quien no cuente con ingresos en moneda dura, le es muy difícil dedicarse a la producción porcina. Esa cuenta no da. La Unidad Empresarial de Base de Placetas nos compra el kilogramo de carne a tres MLC y 20 pesos. Pero no es una cosa estable y no asumen grandes producciones. Eso no anda como debería”, asegura Orelvis.

A partir del encarecimiento de todos los insumos, tanto en MLC como en moneda nacional, este campesino considera: “la cría extensiva de cerdos dejó de ser una alternativa razonable y rentable. La persona que se respete no puede pedirle al pueblo 300 o 400 pesos por una libra de carne. Lo más apropiado es dedicarse a la cría en menor escala, sembrar mucha yuca con miras a la alimentación porcina, aplicando los conocimientos de la ciencia para obtener altos rendimientos, y diversificar las producciones”, aconseja el también técnico medio en Agronomía.

En el municipio santiaguero de Contramaestre, Yendri Mora Peregrí, contra viento y marea, ha logrado mantener vivita y coleando una masa porcina de 2 100 animales y 114 reproductoras. De las 81 hectáreas de tierra que posee la mayor parte la siembra de soya. A pocos metros de su finca se encuentra la fábrica de pienso. Vende la tonelada de soya en unos 16 500 pesos y luego compra igual cantidad de pienso en 22 500.

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Ante las actuales limitaciones con el alimento animal, Peñate aboga por la cría porcina en pequeña escala. De poquito en poquito pueden sumarse miles de toneladas de carne.

Es un negocio redondo porque el productor solo tiene que poner 6 000 pesos por encima. Eso abarata el costo de la producción de carne y por tanto el precio de venta a la población. La fábrica tiene limitada su producción al tener una tecnología obsoleta; los molinos son artesanales y el secado es al aire libre, explica el también jefe del movimiento de productores líderes en la provincia. Por tanto, son pocos los porcicultores que pueden beneficiarse.

“Contrario a lo que pueda pensar cualquiera, no nos conviene el precio alto del puerco porque eso significa precio alto de todo lo demás que compramos”, agrega. Los cerdos no comen solo soya, –e ilustra– un quintal de maíz cuesta entre 600 y 700 pesos. Según el Decreto 35, de la Comercialización de Productos Agropecuarios, los productores pueden vender directamente a los distintos destinos, después de cumplir las contrataciones con las empresas estatales.

Sin embargo, el mercado es el mercado. “A nadie se le ocurriría vender por debajo de ese precio porque sencillamente sería comida de los ‘depredadores’. Si fulano vende más barato, lo compran todo para luego revenderlo. Eso sucede muy a menudo”, reconoce Mora Peregrí.

La fórmula de incrementar la producción porcina para que bajen los precios, en la práctica, choca con problemas persistentes en el agro cubano. Las contrataciones de las producciones para alimento animal andan sueltas… y sin vacunar. “Hoy se incumplen los contratos y entonces la materia prima para hacer piensos no llega a las fábricas. Realmente existe un desvío de esos insumos en la comercialización. Somos productores, estamos en las calles y en el monte. Sabemos lo que sucede. Para ser sinceros, tenemos más problemas de organización y disciplina que de escasez. Es una verdad total”, revela Mora Peregrí. Por tanto, a río revuelto, ganancia de especuladores que aprovechan la supuesta “escasez” para acribillar a la población.

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Los que venden siempre han querido ganar mucho más que los que trabajan la tierra de sol a sol.

El interés por abultar billeteras también se hace visible en los altos precios e irregularidades por las entidades estatales. “Suministro Agropecuario nos vendió una tonelada de pienso en 947 MLC. Para rematar, tenía más de tres meses de vencido. Por poco la diarrea acaba con los pocos cerditos que estoy criando a puro pulmón”, rememora Carlos, el productor de Baconao.

Para capear el temporal, agrega, con su camión sale cada cierto tiempo a recoger las cubetas de comida que deja en casa de parientes y amistades en la cabecera municipal y otros lugares más cercanos. “Hace días fui a comprar una batería en Suministro Agropecuario, porque se me rompió la del camión, y costaba 27 MLC. Por la tasa de cambio oficial (24) nos da una cifra. Pero esa no es la realidad. En la calle, donde encuentras las divisas convertibles al chasquido de los dedos, su precio es otro muy superior. Y a nosotros nadie nos paga nada en esas monedas en físico”.

De que los precios de los insumos son altos en relación a sus costos y muchas veces sin una verdadera justificación no le cabe la menor duda a Wilmer Guevara Frómeta, delegado provincial de la Agricultura en Santiago de Cuba. “El precio del insumo nos está encareciendo toda la cadena productiva. ¿Cuánto cuesta una lima? Más de 300 pesos… A veces, por ejemplo, queremos poner un plátano a menos de cuatro pesos, pero ya no puedes bajar de ese precio porque entonces dejaría pérdidas. Y la gente dice: ‘¿por qué si se está echando a perder en la placita no baja?’ Porque cuando haces la ficha de costo, de acuerdo al nivel de insumos que compraste, no lo permite bajar”. 

Esa pudiera ser una explicación desde cierta perspectiva financiera. Sin embargo, carece del más mínimo sentido común y mercantil. Si el comercializador no baja el precio del plátano lo único que logrará es perder todo el dinero invertido. Si lo baja, al menos recuperará una parte. Así de sencillo.

Languidez del agro

Autoridades de la Agricultura, entrevistadas para este reportaje, reconocieron que las 63 medidas para estimular a los productores agropecuarios todavía andan lejos de las aspiraciones del país y de las urgencias de la población.

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Félix Romero Chávez es otro placeteño que decidió, hace algunos años, virarse para el tabaco buscando mejoras económicas. Lo que sale de su finca para la exportación es de una hoja de primera.

En el caso de la provincia más oriental de Cuba, la medida que menos ha avanzado es la venta en MLC a los campesinos, “es bien poco lo que se les ha proporcionado, faltan los insumos con mayor demanda y sus elevados precios provocan insatisfacciones entre los productores”, precisa Caridad Piedra Perdomo, subdelegada de la Agricultura en Guantánamo.

Más al centro de la Isla, Yhosvany Martín Peña, delegado de la Agricultura en Villa Clara, alerta sobre otros peligros en las campiñas. “Como con el tabaco sí retorna la divisa al productor, muchos abandonaron la siembra de arroz, frijoles, viandas, frutales, hortalizas… La emigración es grande porque todo el mundo quiere sembrar tabaco para tener dinero”.

A su juicio, como mismo se estimula a los productores tabacaleros, o a los apicultores, con un por ciento de las ventas en divisas, ¿por qué no hacerlo con el resto? Si de los miles de millones de dólares que destina el país a importar alimentos, al menos una parte, se les pagara a los lugareños, otro gallo cantaría. ¿No es mejor pagarles divisas a los campesinos cubanos para que estén estimulados a criar pollos, o cualquier otra cosa, antes de dárselas a los productores norteamericanos u holandeses?, interroga Martín Peña.

“Dice Frei Betto que dentro de la producción de alimentos quien no es actor, es actriz. No puede ser espectador. Entonces hay mucha gente que todavía anda como espectadores. Por eso, hay que cambiar la manera de chequear las 63 medidas. Porque no es solo la Agricultura. ¿Qué hicieron cada una de las otras entidades implicadas? UNE, Banco, ONAT, Recursos Hidráulicos, Gobiernos locales… Este es un problema de jefes. No podemos permitir que nos choteen las medidas”, advierte el delegado provincial de la Agricultura en Santiago de Cuba.

Desde las seis de la mañana comienzan a concentrarse los camiones en las cercanías del puente de Santa María, en las afueras de la cabecera municipal. Vienen de varios lugares: Palma Soriano, San Luis, Contramaestre… Mientras más temprano comiencen a vender, más rápido terminaran. La población los está esperando y ellos lo saben.

Para esta ocasión el productor Elizander Segura Rosales, de la Cooperativa de Créditos y Servicios Amado Rosales Rosabal, de Contramaestre, trae para comercializar de manera directa: la libra de pepino a 15 pesos; la de plátano a seis y la de pimiento a 25. Casi todos los sábados el joven se suma a la caravana que entra a la ciudad a aliviar la mesa de los santiagueros.

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Cargados de toneladas de alimentos los choferes esperan las indicaciones de la Agricultura para dirigirse a las comunidades santiagueras.

Cuando viene en el camión, Elizander debe pagar el flete y el petróleo, eso le cuesta unos 1 500 pesos. Si por alguna razón él tuviera que quedarse trabajando en la finca, el comercial de la empresa se encarga de la venduta y cobra un por ciento. “Pero da negocio”, dice con picardía. Sin embargo, aunque otros pueden comercializarle sus producciones, prefiere hacerlo él. Porque como dice un viejo refrán campesino: el ojo del amo, engorda el caballo.


Mugido vacuno

En Cuba existen más de 23 000 productores dedicados a la ganadería bovina, con 10 o más vacas. Una parte de ellos no cuentan con la tierra necesaria para cuidarlas o sembrar alimentos. En el país hay alrededor de 3 700 300 cabezas de ganado vacuno.

Algunas de las medidas para potenciar la recuperación ganadera son la agilidad en la entrega de tierras a todos los propietarios de ganado sin tierra y a los productores con 10 o más vacas; la autorización a la comercialización de carne y al autoconsumo de los productores, una vez cumplido el encargo estatal (carne y leche), garantizando el crecimiento de la masa ganadera y el incremento del precio de la leche.


Créditos a cuenta gota

Los montos destinados a la creación de la banca de fomento y desarrollo agrícola apenas cubren un ínfima parte de las necesidades reales del sector agropecuario y la tramitación es bien engorrosa. 

En Guantánamo, de 45 000 productores que tiene la provincia, solamente 77 (el 3.4 por ciento) pudieron acceder a los créditos, por un importe de algo más de 82 000 000 de pesos. De los 134 000 campesinos que tiene la hospitalaria provincia de Santiago de Cuba, recibieron créditos 139 (el 18 por ciento), por un valor de 64 361 946 pesos.


CRÉDITO

Fotos: Gilberto Rabassa

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Un comentario

  1. Cuba debe desarrollar producciones agropecuarias con pocos recursos e insumos. Cuba debe emplear en la producción de alimentos los recursos endógenos. Cuba debe utilizar las energías renovables y los biocombustibles para producir alimentos.

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