Foto. / Canva
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Ciudades esponjas: Artificio contra inundaciones

¿Ciudad esponja? Sí, pero no, nada tiene que ver con la villa ficticia creada por Stephen Hillenburg para Bob Esponja; de hecho, tampoco se relaciona con el mundo subacuático ni con una piña debajo del mar.

Imagine más bien una urbe donde prevalezca el color verde por encima del gris en su infraestructura, y donde el peligro de inundaciones sea cada vez menos inminente porque el suelo es capaz de absorber y almacenar durante un tiempo el agua acumulada tras la lluvia.

Hace más de veinte años que el arquitecto chino Yu Kongjian, hoy decano de la Facultad de Arquitectura y Paisaje de la Universidad de Beijing, pensó en esa posibilidad y la puso en marcha.

Se basó para ello en prácticas tradicionales asiáticas como la agricultura en terrazas o las antiguas granjas colgantes del arroz en China, y presentó un sistema que llevaría como principio “hacerse aliado de las inundaciones” y ayudar a las ciudades del gigante asiático a encontrar más armonía con la naturaleza.

Según el propio Yu, su modelo de Ciudad Esponja aborda un problema con el que los planificadores urbanos han luchado durante mucho tiempo: evitar que el agua de lluvia inunde las ciudades mientras se implementan formas de conservarla para su eventual reutilización. ¿Cómo lograrlo? Pues sustituyendo los suelos por un tipo de superficie porosa que permite absorber el agua, almacenarla en cisternas subterráneas y luego aprovecharla cuando sea necesario, como en tiempos de sequía, por ejemplo.

Las ciudades esponja proporcionan una forma innovadora de imitar el ciclo natural del agua. / susdrai.org

Más tecnología en verde

Una forma convencional de gestionar inundaciones es mediante la construcción de tuberías o desagües para canalizar el agua lo más rápido posible.

Otras alternativas buscan reforzar las orillas de los ríos con hormigón para garantizar que no se desborden.

Una ciudad esponja, en cambio, pretende absorber la lluvia y ralentizar el proceso de escurrimiento de esa agua en la superficie. Lo hace mediante un mecanismo diseñado por el propio arquitecto Kongjian en tres fases.

A la primera la llama “fuente”, será la etapa inicial, donde la ciudad, al igual que una esponja con muchos agujeros, intenta contener el agua con muchos estanques. La segunda fase pasa por un flujo de ríos serpenteantes con vegetación o humedales, que ralentizan la canalización del líquido, y, por último, pasa a la fase del “fregadero”, cuando el agua finalmente vuelve a su estado natural al desembocar en ríos, lagos o mares.

El diseño de las ciudades esponja se caracteriza por aprovechar paredes, techos y azoteas verdes (con vegetación o superficie permeable) para absorber el agua y mantenerla dentro de la ciudad.

De igual forma utilizan estructuras de pavimento permeables, ladrillos especiales o adoquines porosos que pueden absorber la lluvia desde la carretera o los tejados y que son capaces, incluso, de limpiar el agua y reducir la contaminación.

Kongjian apunta que la vegetación, los sedimentos y los microorganismos en los sistemas de agua de las ciudades esponja podrían acabar sustituyendo muchos de los sistemas de filtración de agua urbanos. Y es que justamente expertos coinciden en que las infraestructuras de estas innovadoras urbes reducen también la carga en las instalaciones de tratamiento de agua, requieren de menos recursos para su construcción (incluyendo menos hormigón), y demandan de mucha menos energía para su mantenimiento en comparación con las infraestructuras tradicionales.

Además, como en teoría el agua quedaría almacenada en la fuente durante un tiempo, el mismo sistema permitiría que pueda utilizarse en el suministro del líquido para tareas como el riego y la limpieza de las calles.

“Se trata de almacenarla, canalizarla y aprovecharla”, explica el miembro de la Academia de Ingeniería de China, Qu Jiuhui. “El exceso de agua de lluvia se filtra por un sistema de drenaje y, gracias a obras de ingeniería ecológica, se consigue que las plantas absorban sus contaminantes y la purifiquen, como sucede con la naturaleza”, añade.

China pretende que el 80 por ciento de sus áreas urbanas absorba y reutilice al menos el 70 por ciento del agua de lluvia para el año 2030. / Turenscape

Absorber sabiduría china

China es hoy el país que más desarrolla este modelo en sus ciudades más pobladas.

Aunque el concepto se ha practicado en ese país desde principios del 2000, cuestionamientos sobre la efectividad del mismo retardaron su puesta en marcha a gran escala.

No fue hasta 2012, año en que graves inundaciones paralizaron Beijing y provocaron la muerte a decenas de personas, que la opción de la ciudad esponja propuesta por Yu se tomó en consideración como una posible solución a nuevos desastres de ese tipo.

Desde 2013, el presidente chino, Xi Jinping, promocionó oficialmente el concepto de “ciudad esponja” y lanzó un programa piloto en 30 metrópolis para probar la inventiva.

En 2015 se seleccionaron las primeras 16 ciudades y al siguiente año se sumaron otras 14 áreas urbanas, entre las que estaban zonas del área metropolitana de Beijing y Shanghái.

Tras las pruebas iniciales, el proyecto se extiende ya por unas 250 ciudades chinas; las autoridades pretenden convertir el 80 por ciento de las zonas urbanas del gigante asiático en «esponjas” para 2030.

El objetivo final, según reza en una guía para la construcción de ciudades esponja publicada por el gobierno chino en 2015, es que las urbes del país minimicen el impacto de las inundaciones, al tiempo que retengan el 70 por ciento del exceso de agua. Lo que parecía ser una idea poco rentable surgió efecto.

Actualmente Lingong es la cuidad esponja más grande del mundo; China ha invertido 119 millones de dólares en su modernización, que incluye el diseño de acequias en zonas verdes, pavimento poroso, azoteas especiales, humedales artificiales y cisternas para almacenar la lluvia. Además, se han renovado 36 kilómetros de carreteras y se ha sustituido el hormigón de las calles por adoquines absorbentes para evitar que el agua se acumule.

Mientras, otras de su tipo despuntan en países como Rusia, Alemania, Indonesia y Estados Unidos.

Superficies porosas y áreas verdes permiten almacenar, infiltrar y purificar el agua de lluvia. / Unsplash

Solución en la naturaleza

El Informe Mundial de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en 2018 reconoce que la teoría desarrollada por Kongjian Yu, y que hoy se extiende en otras naciones, se basa en los principios de urbanismo centrado en la naturaleza y el control de las fuentes de agua.

“El diseño de estas ciudades persigue utilizar una combinación de medios naturales y artificiales para lograr urbes más habitables, saludables y resistentes”, agrega el documento.

Las acciones concretas que pueden tomarse en este sentido, puntualiza, se estructuran en tres pilares: protección de los ecosistemas urbanos naturales, restauración ecológica y medidas legislativas para asegurar que, en el futuro, la construcción de nuevos edificios e infraestructuras no afecte a la capacidad de retención y almacenamiento de agua de los ecosistemas urbanos.

La Organización de Naciones Unidas alerta que la urbanización acelerada está agravando los desafíos de gestión del agua para un gran número de ciudades. 

“No hay duda de que la urbanización desmedida provoca suelos impermeables de hormigón y asfalto, que impiden la filtración y drenaje del agua de lluvia y provocan escorrentías superficiales, y, por ende, inundaciones”, indicó Antonio Guterres, secretario general del organismo en un mensaje a propósito del Día Mundial del Agua en marzo último.

Ante la triste realidad de cientos de personas que cada día mueren en el mundo a causa de desastres naturales, entre ellos inundaciones, soluciones basadas en la naturaleza se presentan como la opción más urgente.

El concepto de “Ciudad Esponja” representa un buen ejemplo en este sentido, como una solución amigable con el Medio Ambiente a la mejora de los suministros de agua en las grandes urbes.

Aún es incierta la posibilidad de que estas innovadoras ciudades esponjosas sean capaces de evitar catástrofes extremas. No obstante, por el momento, se presentan como una iniciativa que permitirá darles paso a nuevos proyectos o artificios contra inundaciones u otras desventuras de la naturaleza.

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