¿Cómo comprender el mundo que nos rodea?

Oportunos espacios televisuales facilitan el entendimiento de ideas, pensamientos y discursos artísticos, solo es preciso repensar sus ubicaciones en las programaciones de los canales


En el siglo XXI, las narrativas audiovisuales se adecuan al panorama instaurado por la comunicación en la era de Internet; esta genera transformaciones condicionadas por el uso y la disposición de los nuevos medios, que pasan a ser colaborativos. El acceso a diversos materiales sustituye las rutas clásicas de producción, programación y distribución. Ahora existen vías aglutinantes de estos procesos.

Cada jornada, la TV cubana afronta múltiples desafíos, debe enfrentarlos con recursos tecnológicos, puestos en manos expertas de creadores que contribuyan a la expansión de capacidades mentales. En la red, el receptor genera opiniones propias, participa en la contextualización de lo contado en la obra abierta que él reelabora.

Hoy, las artes visuales lideran por doquier. Están presentes en los usos de blogs, Youtube, Twitter, Facebook, objetos, carteles, anuncios, animados, series, telenovelas, musicales, revistas informativas, noticieros y otros espacios audiovisuales. Sin embargo, emisiones que reflexionan sobre tendencias en el arte, estilos, conceptos, estéticas, no tienen la mejor ubicación en el diseño de programación. Es esencial aprovechar los contenidos de programas como Arte video (Martes, 3:00 p.m.), Signos (Jueves, 3:00 p.m.), ambos por Cubavisión, y La otra mirada (CE, martes, 10:45 p.m.), que abren las perspectivas del conocimiento y enriquecen el aprendizaje tan necesario en todas las etapas de la vida.

No basta la intuición al analizar fotos, planos, diseños e imágenes en general. Existen disciplinas que facilitan el entendimiento de intencionalidades y resultados artísticos. Por ejemplo, son esenciales el dominio de la semiótica, la dramaturgia y la psicología. Ellas, en voces de expertos, ayudan a comprender mucho mejor lo que nos rodea.

A propósito, conservamos la imagen y las palabras que expresó a BOHEMIA la destacada artista Zaida del Río: “Para mí es muy importante expresarme mediante colores, líneas, dibujos, compartir ideas, alegrías, angustias. De alguna manera esos son los nexos comunicativos que establezco. Me apasiona llegar al alma y al sentimiento de los seres humanos”.

Foto. / Yasset Llerena

En la actualidad resulta evidente el cambio de percepción de los públicos. Estos demandan variaciones de lenguajes y escrituras, en un mundo de visualidades cada día más fragmentado, donde los artefactos, a veces sofisticados, instauran diferentes tipos de relación social.

De ahí la importancia de pensar con detenimiento la realización de un programa para la TV tradicional. En ocasiones, el facilismo, la premisa explícita, lo consabido, afecta la relación empática del audiovisual con sus destinatarios. Ciertamente, no bastan los buenos propósitos, la intención de renovar la manera de contar y proponer otros acercamientos, es imprescindible el desarrollo de esas inquietudes en un medio enfocado en el disfrute de la familia.

Las narraciones aportan un sinfín de contenidos, tramas, moralejas, que mediante estructuras interesantes producen múltiples sensaciones. Estas alcanzan su clímax en relatos diseñados para explorar las dimensiones intelectivas y sentimentales.

Justamente cuando los sujetos valoran cada realidad, reafirman la dimensión antropológica de la cultura, pues influyen en universos heterogéneos, donde convergen los públicos masivos y los cultos.

No por azar hoy el audiovisual prevalece sobre otros tipos de comunicación y deviene un puente de entendimientos, de informaciones que circulan fuera de la escuela, del hogar, alimentan la memoria y la superación.

Educar desde el sistema comunicativo permite que, lejos de recibir productos seudoculturales, se reconozcan las obras valiosas, formativas, entretenidas y se desechen las que no lo son.

Las audiencias deben ser conscientes de que son productoras simbólicas, incluso, crean sentido a partir de visualidades no siempre explícitas. Ver e interpretar requiere, más que el entusiasmo momentáneo, la responsabilidad ante las pantallas, las cuales suelen crear desde la infancia nexos poderosos difíciles de romper.

¿Cómo establecer una complicidad perfecta con el otro? La decodificación de los mensajes atiende a modelos de recepción abiertos, variables. Tampoco lo olvidemos, Roland Barthes alertó sobre “la muerte del autor”, para indicar que los textos dependen no de sus creadores sino de su lectura y, por tanto, pertenecen a la esfera de la recepción.

Debido a las transformaciones tecnológicas, los medios de comunicación dejan de ser excluyentes y pasan a ser colaborativos. La era del acceso se amplía a diario, aglutina en una sola vía los procesos de producción, programación y distribución de productos comunicativos.

Hay que apreciarlos no como meros pasatiempos, sino en su dimensión humanista. Rescatar todo espacio de influjo cultural e ideológico cumple un rol decisivo, pues sirve de vehículo para la transmisión de valores, el análisis del comportamiento, que nos invita a seguir adelante armados de optimismo. Pensemos en esto.

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