Incendio Matanzas
Foto. / Vladimir Zayas
Incendio Matanzas
Foto. / Vladimir Zayas

Como una llamarada que se levanta para defender la vida

La vida-vida, esa bravísima llama, que arde a diario sin que la pensemos tan vulnerable, tan fugaz; la vida-toda, que chispea comedida o rebelde, según los amaneceres, los propósitos, las inconformidades, las luchas; la vida-llama, que enfrenta huracanes intentando que no muera la lumbre; la vida-corajuda, paradójica ella, luchando esta vez para prevalecer ante las llamas.

Uno vive los propios miedos, las angustias diarias, los sueños, pensando que no tiene por qué ser mañana el final, que hay tiempo. Pero la noche del viernes 5 de agosto, con las sombras creciendo entre las fauces de un animal de fuego hambriento de vida, enemigo del esfuerzo, del valor, demuestra que no es verdad, que el tiempo solo existe para el tiempo, y que a nosotros nos es obligatorio vivirlo, mientras se muevan las manecillas de un reloj, cualquiera que sea.

 Allá adentro, al interior de la catástrofe, sabrá Dios en qué piensan los que luchan, si se comprenderán héroes o si apenas creerán que les toca, que es un deber, que es un trabajo. El fuego convertido en adversario, y la estatura de los hombres de los tanques y las mangueras, intentando crecerse ante lo terrible. La amenaza envuelta en calor, y la vida plantada frente a lo que no se detiene, con el espanto contenido, para evitar que se expanda el desastre.

La humanidad frente al fuego, otra vez. La Historia da vueltas sobre los seres y se repite. Asusta. La explosión… El horror y el valor se juntan, se confunden, se entrelazan. La madrugada sin sueño, alerta Matanzas, insomnes las familias que saben, que temen, que hoy lloran. Y los hombres-vida luchando por apagar al animal encendido, loco de furia, engullendo crudo y vomitando el humo negro hacia las nubes, como una advertencia mortal. 

Duras, como la madrugada triste del sábado, que no termina a pesar de las horas del domingo que vivimos, del lunes, del martes que vendrán, son las imágenes amarillo-rojizas de los bomberos frente al tanque, sin retroceder. ¿Qué impulsa a un hombre a la firmeza, qué le obliga? La vida, supondremos. ¿Cuándo correr, cómo saber que el instante de lo imposible es ahora, cuándo salvarse? ¿Cómo no mirar hacia atrás, donde está un compañero atrapado por las llamas, uno que no podrá?

***

La vida es otra cosa. Más allá del egoísmo que envilece y se propaga en este siglo, la solidaridad frente a las pérdidas, en medio de las crisis más tristes, muestra el mejor rostro de lo que somos capaces de hacer.

Un santiaguero, Ricardo Zacarías, ofrece su camión para mover cualquier ayuda humanitaria hasta la zona afectada. Cuenta la colega matancera Yuni Moliner que otro conductor, Ariel, ha trasladado hasta el hospital en su auto, de manera gratuita, al personal de salud y a los familiares de los lesionados. “Hoy en el Servi Cupet un joven no permitió que pagara la gasolina (…) Cada hombre allá adentro es su hermano”, cuenta la reportera.

Campesinos, trabajadores de Acopio y la Granja Urbana de ese territorio occidental entregan con prontitud toneladas de productos agropecuarios para la alimentación de los afectados y de sus familiares. Desde el municipio habanero de Cotorro envían un donativo, con ayuda de la Mipyme Aquaponía, cooperativas agropecuarias, trabajadores por cuenta propia y el pueblo en general.

Propietarios de casas de renta de Matanzas brindan habitaciones sin costo alguno para hospedar a periodistas, médicos, brigadas de rescate y salvamento, personal de apoyo… Otros ponen los productos de sus cafeterías o restaurantes privados en función de quienes luchan por detener el fuego. Desde la Isla de la Juventud, la periodista Yuliet Pérez Calaña convoca a sus contactos a activar la amplia cadena de ayuda que nació en plena pandemia. Y comienzan los ofrecimientos. Lo mismo han hecho muchísimas personas, organizadas a través de grupos de Whatsapp, de Facebook. Medicamentos, aseo, alimentos para los bomberos y para las familias evacuadas, agua congelada. Nadie se los pidió: hay mandatos más fuertes que cualquier convocatoria oficial. Y ese precepto cruzará los mares y llegará aquí vestido de expertos, de ayuda internacional. Empatía. Sensibilidad. Esta es Cuba, como una llamarada que se levanta para defender la vida.

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7 comentarios

  1. Que homenaje tan bonito tu reportaje Liu. Es que los cubanos hablamos, despotricando, pero nada nos mueve más que la desgracia de nuestros coterráneos. Dios permita que esta situación termine pronto

  2. Preciosa crónica. Así somos. Solo nos falta vencer la difícil asignatura de crecernos también, en el humilde día a día que decide la vida de cada quien, y la de todos. Felicidades a Liudmila, por lo bien que se le da compartir las emociones.

  3. Esos valientes q estan ahi merecen todo nuestro respeto. Su corage es grande. Son nuestros Heroes, por ello, merecen q se resalte su labor d riesgo. GRACIAS!

  4. Precioso Liudmi, lo he sentido como si lo estuviera viviendo, lo has narrado con tu sello personal, con esa capacidad de q nos llegue tal cual es, mucha angustia en los corazones de los cubanos buenos, todo mi respeto a esos hombres que están allí realizando su labor,ya sea de sofocar el incendio o de mantenernos informados, un reconocimiento a esas personas que han puesto a la disposición sus bienes, saldremos adelante más temprano que tarde. Muchas gracias

  5. Lindo reportaje, sentido homenaje a todos los bomberos y petsonal de apoyo que echaron el almay el corazon por sofocar el incendio. Felicidades por resumir enceste todo lo vivido por los matanceros y los titanes de la hazaña. LOS BOMBEROS DE CUBA.

  6. Entre tanta humana y ejemplar cobertura de estos días, y estando fuera del país por sólo unos días, estos, descubro ti crónica. Volví a llorar.

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