Los juguetes en el desarrollo del niño
No son solo un instrumento para llenar el tiempo de ocio de nuestros hijos, también los divierten y los hacen felices, les ayudan a desarrollarse, a coordinar los movimientos, y, en fin, a aprender y favorecer el desarrollo infantil en todas sus facetas

Al momento de comprar, elija juguetes cercanos al mundo del niño, que le permitan desarrollar su imaginación, que sean adecuados a su edad y propongan una actividad interesante para él. (Foto: blogodisea.com).
A cargo de ROSA M. CUBELA
Muchos padres son conscientes del papel que estos desempeñan en la educación de los niños e, incluso, algunos afirman que ellos solo compran y regalan juguetes educativos. Sin embargo, ofrecer a los niños solo este tipo de juguetes es un error porque en la diversidad reside el éxito. Veremos por qué comprar juguetes no es un juego.
Los juguetes no son solo un instrumento para llenar el tiempo de ocio de nuestros hijos, también los divierten y los hacen felices, les ayudan a desarrollarse, a coordinar los movimientos, y, en fin, a aprender y favorecer el desarrollo infantil en todas sus facetas. Unos desarrollan sus habilidades, otros ayudan a las actividades al aire libre, algunos sirven para pensar y otros para fomentar el desarrollo de las actividades relacionadas con el contexto escolar.
Los niños necesitan jugar. Eso les ayuda a madurar, a experimentar, a asimilar conocimientos y a conectar con el otro, lo que les permite expresar sus deseos e inquietudes, que no pueden o no saben transformar en palabras, y que encuentran salida a través del juego. La selección de los juguetes es siempre una difícil decisión para los padres. Existe una gran diversidad de juguetes en el mercado.
De modo que, si quieres que tu elección sea acertada, elige juguetes cercanos al mundo del niño, que le permitan desarrollar su imaginación, que sean adecuados a su edad y propongan una actividad interesante para él.
La mayoría de las veces ellos piden y nosotros, los padres, hacemos lo que podemos, mirando la cartera, la utilidad y que sean los juguetes adecuados para cada niño. ¿O quizás estoy equivocada y no lo miramos tanto? Como padres creo que ya hemos cometido algunos errores al respecto. A continuación, les ofrezco un texto para reflexionar, tomado de algún lugar de la red:
Decepcionante entrar en una tienda de juguetes y darse cuenta de que un niño puede ser astronauta, caballero, luchador, científico, piloto de dron, de avión, de bicicleta, montar un lego, etcétera, etcétera, etcétera. Mientras que una niña puede: cocinar, planchar, coser, lavar los platos, hacer la comida, cuidar la casa y cuidar a sus muñecas.
Padres y madres, abran sus horizontes, cómprenle a su niña una espada de luz para que pueda salvar el mundo… En fin, ¡algo que la haga saber y sentir que puede ser lo que ella quiera.
Enseñen que quien lava los platos es quien ensucia.
¡Enseñen a sus hijos hombres que cocinar puede ser increíble! Lavar platos, planchar y el cuidado de la casa son tareas importantes que deben ser compartidas.
Tanto los niños como las niñas sueñan con cambiar el mundo y ser héroes de su propia historia, no acabemos con esa ilusión.
¡Vamos a formar mejores seres humanos!
Señora Rosa M. Cubela
Muy buen articulo.
Ojala que la industria del plástico
haga cubitos y estos juegos para los
niños y sobre todo para los colegiales
del campo.
Gracias
JK
Petra María Pérez Alonso-Geta, catedrática de Teoría de la Educación de la Universidad de Valencia y miembro del Observatorio del Juego Infantil, abre aún más el abanico de los beneficios de los juguetes: “Son un vehículo para desarrollar habilidades como la atención, la abstracción, la memoria, la representación, la simbolización o la resolución de problemas. Por eso, en todas las culturas y en todos los tiempos, los niños juegan con ellos”.
En el ámbito de la psicopedagogía, todavía se sigue a pies juntillas la clasificación elaborada hace décadas por Jean Piaget (1896-1980). Para este influyente teórico suizo, existen tres modalidades de juguetes, acorde con la evolución mental de los infantes: hasta los dos años, sonajeros, espejos y muñecos musicales estimulan los sentidos y la motricidad; de dos a seis años, aparecen los disfraces, las cocinitas o los juegos de construcción, que promueven la memoria, el autocontrol y la imaginación; y a partir de los seis, los niños se someten a los reglamentos complejos de los deportes, juegos de mesa o actividades como la comba y la rayuela. Así se inician en el despiadado mundo de la competitividad humana.
Dada la importancia que, como ya quedó sobradamente apuntado, tienen los juguetes en el desarrollo intelectual de los cerebros más tiernos, algunos padres llegan a obsesionarse con la etiqueta educativo. Según la socióloga francesa Sandrine Vincent, es sobre todo en las familias más acomodadas y las parejas con profesiones liberales donde se aprecia la preocupación por que los más pequeños aprendan jugando, mientras delegan en los abuelos los regalos más divertidos.
Sin embargo, muchos creen que semejante dicotomía carece de sentido.“Yo suelo decir que cualquier cosa que sirva al desarrollo de las capacidades cognitivas educa”, nos explica Pérez Alonso-Geta. Catherine Tamis-LeMonda, profesora de Psicología Aplicada en la Universidad de Nueva York y autora de varios estudios sobre el aprendizaje en la infancia, también lo ha expresado con rotundidad: “Son oportunidades para jugar, explorar y socializar. Si el juguete educativo lo consigue, perfecto, pero si un objeto corriente lo hace, producirá el mismo efecto”.
Porque a menudo triunfa lo más simple, como ponía humorísticamente de manifiesto aquel famoso anuncio televisivo en el que un chaval abría un paquete y gritaba alborozado: “¡¡¡Un palo…!!!”. Otra reconocida especialista en la materia, la psicóloga Kathy Hirsh-Pasek, autora del libro Einstein nunca memorizó, aprendió jugando, aboga por ese tipo de objetos sin estructura definida, que favorecen la libertad de acción, como la clásica caja de cartón.
Un experimento muchas veces citado en la literatura académica llamaba la atención sobre el potencial de los objetos más cotidianos. Los científicos dejaron a varios niños de entre tres y cuatro años trasteando con servilletas, destornilladores –¡eran los años setenta!–, palos y clips de oficina. En otro grupo, los pequeños se limitaban a ver cómo los manejaban los adultos. Luego, al preguntarles los posibles usos de esos útiles, los primeros se mostraron mucho más ingeniosos: el contacto físico, la experimentación con sus propias manos, había despertado su tierna imaginación.
Algunos, como el psicólogo uruguayo Roberto Balaguer, creen que los dispositivos móviles están “más cerca de la simulación” y que sus videojuegos ayudan a “manejar grandes flujos de información, a lidiar con el error y la equivocación de una manera más sana, a perder”. Otros, aunque reconocen que todavía es un campo incipiente de investigación, sospechan que no favorecen precisamente la dimensión social del individuo y pueden producir problemas de comportamiento, sobre todo en los menores de tres años. Rahil Briggs, psicóloga infantil en el Montefiore Medical Center de Nueva York, incluso ha llegado a plantear que retrasan la adquisición del lenguaje
Es verdad que hay aplicaciones muy interactivas y gratificantes, pero a menudo tabletas y móviles se convierten en una suerte de teles portátiles para ver dibujos. De los padres depende fomentar un buen uso, porque no se puede –ni conviene– poner puertas a la tecnología.
Las palabras importan
¿Cómo convencer a un preescolar para que ayude en casa? Elija el vocablo adecuado: los niños prefieren ser a hacer.
Los niños prefieren ser ayundantes que ayudar. Con la elección del vocabulario, los padres pueden influir en su conducta. [Morguefile/ Tailesin]
Si un adulto indica a un niño que sea su «ayudante», este se mostrará más motivado a contribuir en la tarea, aunque se trate de recoger los juguetes, que si le propone directamente: «Ayuda a recoger». En fecha reciente, investigadores de la Universidad de California en San Diego encabezados por Christopher Bryan solicitaron a un total de 149 niños con edades comprendidas entre los tres y los seis años y de clase social media y media alta que echaran una mano a un adulto en diversas actividades: ordenar la habitación, recoger los lápices de colores desparramados por el suelo, abrir un contenedor o guardar los juguetes, entre otras tareas. Descubrieron que los preescolares se mostraban más dispuestos a interrumpir su juego y participar en la actividad si se les solicitaba su colaboración mediante la palabra «ayudante» que si se les pedía directamente que ayudaran.
Configuración de la identidad
Según los autores, los niños relacionan el sustantivo «ayudante» con su personalidad; en cambio, el verbo «ayudar» no les parece un hecho único, sino más bien lo consideran una expresión del carácter. Por otra parte, los resultados revelan que los niños tienden a la búsqueda de una identidad positiva. Esta motivación puede aprovecharse para fomentar el comportamiento prosocial, apuntan los investigadores.
Un fenómeno parecido se conoce en la adultez: si se pregunta a sujetos adultos cuán importante es ser «votante» aumentan las probabilidades de que den su voto que si se les pregunta sobre el significado de «votar». Al parecer, el estilo nominal favorece la conducta positiva: las personas se muestran menos dispuestas a ser «tramposas» que a «trampear».
«Estos hallazgos sugieren que los padres y los profesores pueden animar a los niños pequeños a que ayuden mediante el uso de sustantivos, como “ayudante”, en lugar de verbos, como “ayudar”, cuando se les hace una petición. La palabra “ayudante” parece que les envía la señal de que ayudar implica un elemento positivo para la identidad de uno mismo, lo que motiva al niño a ayudar más», concluye Bryan.
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En este pais ya no quedan jugguetes didacticos, me pase el fin completo buscando un jueguito de cocina para regalarle a una niña, centros grandes pequeñas tiendas y nada, eso es algo que las niñas tienen posicionado en su memnte en su ingenuidad e imaginacion, al final se que tengo que ir a la cuevita a resolver el problema, y tantas otras cosas en nuestras tiendas que son importadas y tan poco necesarias y hasta incluso innecesarias diria yo , y el estado decidio importarlas y tantas otras que si tienen demanda xq no las hay que pasa igual que el caso de los jueguitos de cocina, todo es asi, que esta pasando en los decisores de que se importa y que no o es que tenemos tantas divisas para importar cosas innecesarias, y no tenemos divisas para importar las necesarias, o es q para justificar los viajes del comprador(al exterior) hay que comprar lo que sea.
NIUVIS si vas a la tienda “La sortija vietnamita ” en la calle Monte podrás comprar el jueguito de cocina.
Quisiera comprar juguetes para mi bebé de 3 meses, pero no sé que tipos buscar.
Driulis, para un bebé de 3 meses hasta 6 lo mejor son los sonajeros, maracas.