Las construcciones mediáticas son mediaciones de procesos entre los sujetos sociales y sus realidades, interpretarlos permitirá aprehender lo valioso, rechazar lo banal. Desde la pantalla televisual alguien nos habla con propósitos, intencionalidades, motivaciones, es preciso trascender las primeras impresiones para captar las esencias de los hechos, individualidades, contextos.
En la comprensión de la naturaleza comunicativa de la sociedad la cultura es clave, dado su carácter de productora de significados; vivimos en un mundo modificado por el cine, la TV, la web, en cuanto son elementos que aportan disímiles experiencias estéticas y artísticas.
El retorno de la programación habitual ha traído de nuevo a Cubavisión (miércoles, 2:45 p.m.) el espacio Signos, útil, necesario, en beneficio del conocimiento de las artes visuales y sus protagonistas. Según comentó en una oportunidad a BOHEMIA la destacada pintora y poeta Ileana Mulet: “Necesitamos que nuestra labor sea visible, de lo contrario no existimos. La televisión muestra nuestras ideas, pensamientos, obras, propicia llegar a los hogares cubanos donde toda la familia puede conocernos mucho mejor”.
Desde otra perspectiva son presentados asuntos y complejidades humanas en la serie estadounidense Un lugar para soñar (Multivisión, martes y jueves, 4:00 p.m.). La sentimentalidad expresiva influye en la apertura de la conciencia, las actitudes de las personas. Mediante un guion sugerente, una puesta atractiva sin grandes complejidades formales, se cuentan historias de vida, reacciones ante la pérdida de la pareja, el sentido del silencio cuando es necesario; en fin, interacciones participativas.
Tanto en las narrativas actuales como en la Poética del sabio Aristóteles, las vicisitudes y las intrigas no son estáticas, forman parte de un proceso integrador, en el cual coinciden angustias, sospechas, dudas, alegrías; ocurre igual que en la vida misma, solo debemos permanecer alertas, aprender de ellas.
Contar más sobre nosotros mismos permite establecer nexos, cercanías con las audiencias. El antiguo canon grieto sigue vigente, demuestra que la perfección se logra mediante la unidad de las partes, pues para todo guionista trabajar con una buena premisa en la ficción, o en un informativo, garantiza la acción, la integridad de las partes, robustece el punto de partida de cualquier historia.
No basta traer de vuelta la memoria, a través de archivos audiovisuales –algunos lamentablemente deteriorados, o poco preservados–, para colocar determinados contenidos en el medio televisual. Es preciso incentivar sobre todo en los más jóvenes el disfrute de vivencias valiosas. En este sentido lo consigue Unos minutos en la vida de… (Cubavisión, miércoles, 3:00 p.m.). Actores, actrices, realizadores, directores, hablan sobre sí mismos, abren nuevas vías al intercambio, siempre tan necesario.
Con independencia de los diferentes modos de conocer al otro, ninguno de los relatos es una suma de proposiciones, sino jerarquía de instancias; profundizar en ellos no es solo desentrañar ideas, hay que interiorizar el mensaje, redimensionar la valía del yo sin olvidar la calidez de los saberes implícita en voces y experiencias distintas.
Todos los programas deben tener una identidad propia, cada componente influye en el sentido del texto audiovisual, incluso, el inocuo en apariencia, connota una filosofía. Esta puede encauzar deseos, comportamientos, reacciones, su principal eje debe ser la incitación a la capacidad de pensar que siempre necesita el estímulo de la inteligencia. El propio desarrollo de la sociedad, las complejidades de los equipos tecnológicos, nutren la concreción de formas diversas de comunicación, en particular las referidas a canales, códigos, por esto hay que continuar reflexionando y fomentar posibilidades de lecturas para que las mayorías sigan creciendo en todos los órdenes de la existencia.
