Controversias, repliegues y desafíos

Con espíritu reflexivo, aquí se habla de una sección indispensable para BOHEMIA: dónde radica su poder, su mayor encanto; cuándo ha brillado, cuándo flaqueado; el porqué ha tenido más de una vida y, aun siendo octogenaria, hemos perseverado en renovarla y seguiremos haciéndolo.


“Sorprendentemente, Genovevo trabajó en la comedia de Columbia sin maquillaje. Lo único que hizo fue quitarse la guerrera para actuar en camiseta. Así lo vieron ‘Eddy’ Chibás y sus acompañantes: el ministro de gobernación interino, José Manuel Casado, y el periodista Enrique de la Osa”.

De ese modo el último de los aludidos comenzó un texto publicado el 26 de mayo de 1946. En cuanto al “comediante”, era nada menos que el general Pérez Dámera, jefe del Ejército. Unas pocas palabras bastaron para poner en solfa su supuesta actuación ante una inexistente conjura contra el Gobierno.

Sobre el espacio en el que discrepara del autobombo del militar, reconocería en 1988 el propio De la Osa (uno de sus fundadores y principal sostén): “La sección En Cuba fue mi consagración […] en BOHEMIA pude escribir como no pude en otros medios, y exponer mis ideas políticas, y acometer la lucha contra la corrupción, el vasallaje, el crimen”.

Esto implicó profesionalidad, valentía. Desde su inicio, en julio de 1943, y hasta el triunfo revolucionario de 1959, aquellas páginas eran “un látigo”, resumiría decenios más tarde su otro creador, Carlos Lechuga. “Fue una etapa de crímenes y latrocinios y la Sección siempre llevó una política de castigo sin cuartel a los asesinos y a los ladrones. Consecuencia de ello fueron las continuas amenazas que se recibían y las presiones que se ejercían”.

Lisandro Otero asegura en un testimonio para el libro En Cuba, primer tiempo (1943-1946): “Sus ataques a la reacción y los monopolios, su ridiculización del oropel de la política burguesa, su respaldo a las fuerzas más puras y decorosas de los estudiantes, su denuncia de las intrigas y marrullerías del cabildeo gubernativo, le conquistaron a peligrosos enemigos y fieles consecuentes aliados”.

Otros temas diseccionados fueron, por solo mencionar algunos de la larga lista, el auge de la bolsa negra, los servicios públicos ineficientes o con precios excesivos, el enfrentamiento entre la CTC (de filiación comunista) y las centrales sindicales aupadas por el Partido Auténtico.

Un reportaje publicado durante el gobierno de Prío, el 22 de julio de 1951 (Salubridad. Desaparición en “La Esperanza”), conmueve e indigna. Narra vívidamente cómo los enfermos de tuberculosis recluidos en el sanatorio de ese nombre salieron al amanecer a bloquear la carretera de acceso, para solicitar de los choferes y pasajeros apoyo a su causa:

“–Señores, tienen que ayudarnos. Estamos abandonados y no hemos tenido más remedio que apelar a todos los recursos para hacernos sentir, porque ya estamos cansados de esperar […] tenemos que dar esta ‘tángana’ para no seguir muriéndonos por falta de alimentos y medicinas y porque llueve adentro de las casetas más que afuera”.

El texto relata la intervención policial, las ulteriores promesas del ministro de Salubridad. Y acusa frontalmente a dicho funcionario y al rector del Consejo de Tuberculosis, como responsables de la terrible situación.

Asimismo, En Cuba develó conflictos en torno a la cultura, el patrimonio (abandono de los monumentos, mausoleos, sitios históricos… vinculados con la historia patria, sus héroes) y la propia prensa.

De inmediato, tras el golpe de Estado de Fulgencio Batista y Zaldívar, fustigó el hecho. Y mientras pudo, o sea, cuando no regía la censura, denunció las consecuencias y la posterior represión. Así, el 8 de marzo de 1953, reprodujo y comentó las diferencias de opinión entre el intelectual cubano Jorge Mañach y su par mexicano José Vasconcelos, en relación con el ambiente en la Isla durante la semana de las celebraciones por el centenario de Martí.

Para el segundo, todo era color de rosa (según declaraciones al Diario de la Marina), pero “el descontento de la mayoría halló su mejor vocero en Jorge Mañach”, quien en una carta abierta que divulgó BOHEMIA lanzaba a los cuatro vientos la verdad: el pueblo vivía “abrumado de una angustia sorda por su inmediato destino, desesperado de no poder ejercitar su voluntad frente a peligros de todo género».

El autor de En Cuba no se limitó a citar la misiva, sino que juzgó al visitante mexicano, al decir: “Mañach notificaba al decadente Vasconcelos cosas que para el público isleño eran evidentes […] Persistía la corrupción, la demagogia, el contrabando, los gastos desorbitados en la hacienda, la miseria en los barrios humildes, los niños abandonados, ‘aunque usted no los viera’”.

Además de reseñar las controversias que emergían en la cotidianidad, denunciaba mediante la crítica y la sátira las trapacerías de los políticos y funcionarios venales. / Archivo de BOHEMIA

Estocadas con fina estampa

Los términos polémica, debate, protesta, eran recurrentes en la sección de los años 40 y 50. Aparecían en los epígrafes y a lo largo de buena parte de los textos, entre los que se hallaban epístolas con refutaciones (Cartas que recibimos) a lo dicho en aquellas páginas. En sus apreciaciones el periodista solía utilizar la ironía, el humor y hasta la sátira, a veces con sutileza, otras haciendo uso de la crítica directa, que se incrementaba mediante el apoyo de caricaturas y fotos cuestionadoras.

A menudo el reproche afloraba desde el propio título; dos muestras: Una agencia “vendedora de veneno” (sobre la revista Selecciones) y El ministro fantasma (Diego Vicente Tejera, titular de Educación, a quien nunca se le veía en su lugar de trabajo).

No apelaba De la Osa a desplantes ni groserías. Sí a adjetivos certeros y criollos. “Era el chambelonero ‘Alfredito’ Izaguirre, ansioso de escamotear al pueblo el conocimiento del crítico debate”, escribió al reseñar una sesión de la Cámara de Representantes.

Gustaba de contextualizar las polémicas, ofrecer a los lectores no solo datos generales sobre el acontecimiento y los nombres de sus protagonistas. Sumaba cuanto testimonio, criterio y detalle les permitiera vivenciar el hecho y comprender sus repercusiones.

Tanta fuerza adquirió En Cuba, que Miguel Ángel Quevedo, dueño de la publicación, decidió colocar en ella editoriales y comentarios con esa función, para establecer la postura de la revista en torno a eventos controversiales.

Además, a inicios de los años 50, época en que poquísimos cubanos poseían un televisor, la sección cumplió con otro cometido: dar a conocer las opiniones de figuras relevantes, expuestas en programas de ese medio, como Ante la prensa, que se trasmitía por CMQ-TV los domingos por la noche. Frente a un panel de periodistas, el interpelado respondía preguntas sobre sucesos de actualidad. Las interrogantes buscaban que valorara y tomara partido.

Luces intermitentes

Ya en la década de los 60, estando Enrique de la Osa a la cabeza de BOHEMIA, las invectivas de En Cuba se enfilaron contra los enemigos de la Revolución, sus campañas en los Estados Unidos, las acciones piratas, los sabotajes de sus adeptos en la Isla.

Lamentablemente, en los años 70 y buena parte de los 80, bajo la égida de otros directores, el discurso crítico y polémico hibernó. La sección priorizó el estilo informativo y, en algunos momentos, incluyó hasta cápsulas que ni llegaban a la categoría de notas periodísticas.

Pero un día, hacia 1987 (Magali García Moré dirigía entonces la revista), en el contexto de las asambleas y medidas impulsadas por el Gobierno cubano para rectificar las tendencias negativas en el desarrollo económico y social, las frases enjuiciadoras abandonaron el fondo de la caverna (o el limbo, si lo prefieren) y empezaron a mostrar la punta de la nariz en algunos de los materiales destinados a la nueva sección En Cuba.

Nueva, sí, pues se había transformado en una columna de opinión, con una sola página. Carecía de fotos y varios periodistas escribían para ella. Por ejemplo, al abordar las esencias de la democracia sindical, Pedro Palacios reconoció la dilapidación de recursos en las empresas, la existencia de errores y negligencias administrativas.

Parecía un excelente momento para que la controversia responsable y fructífera prosperara en las planas del semanario. El 6 de mayo de 1988, en la edición dedicada a su aniversario 80, este dio a conocer una entrevista hecha por Luis Sexto a un sociólogo y profesor universitario, quien sugiere que “el pueblo […] hable en sus páginas […] Utilizar de forma sistemática ese método, conduciría a la polémica –ausente en la revista– y a encontrar argumentaciones para la solución de problemas”.

A inicios de los 90, los puntos de vista de Luis Sexto motivaron entre los lectores opiniones encontradas. / Archivo de BOHEMIA

Por su parte, en similar fecha, la periodista Susana Lee razonaba: “BOHEMIA tiene posibilidades de seguir incursionando en temas de interés por vía de las encuestas y de los debates, para que la población tenga con esta, otra manera de expresar sus opiniones en torno a problemas, dificultades, insuficiencias, de diverso tipo […] creo que la polémica, el debate abierto es válido, y que lo lograrán en la misma medida en que los asuntos que se aborden apunten más a las situaciones de más actualidad”.

Tal anhelo halló también oídos receptivos en la siguiente directora, Caridad Miranda Martínez (asumió el cargo en septiembre de 1988). Específicamente, en relación con En Cuba, no solo la mantuvo como columna, sino que en 1990 la puso en manos de Luis Sexto. Según relatara el experimentado profesional, no le pusieron cortapisas. “Esa página me daba bastante trabajo. Porque cada vez había que pensar en un tema distinto, con un enfoque crítico y al mismo tiempo justificado”.

Sus disertaciones siempre defendían el proyecto revolucionario. Pero no lo hacían en todas las ocasiones del modo más ortodoxo. Un texto significativo fue el del 8 de junio de 1990 (Con los brazos abiertos): “Ahora mismo luchamos, a estímulo del Partido, por extender la discusión, la polémica, el debate, aprender a oír el enfoque discrepante del compañero de al lado […] tampoco podemos resistirnos a convivir y dialogar con quienes no asumen, en toda su profundidad y consecuencia, la filosofía del socialismo.

“[…] Confrontar, discutir, intentar persuadirlos conviene a la atmósfera democrática del país […] Convivir y dialogar son faenas que la sensibilidad revolucionaria se niega a rechazar.

“Sí rechaza, en cambio, que algún paciente del unanimismo, pretendiendo defender el socialismo a toda costa, discrimine, frustre el concurso de cuantos viven y trabajan como nosotros, aunque no se expliquen la sociedad como nosotros. Sería menos riesgoso convivir y dialogar con ellos que con quienes, pensando o simulando pensar como nosotros, no viven ni trabajan como nosotros.

“Otra cosa sería habilitar espacio al que cavila la forma de agarrar el país por el cuello […] Para ese enemigo verdadero no hay, ni habrá, diálogo y convivencia”.

Una colega suya atestiguaría años después que en las dos encuestas hechas por el semanario en aquella época, Sexto resaltaba como el periodista más leído; no obstante, “había quien lo adoraba y quien no lo quería ver. Algunos calificaban de teque a sus comentarios, otros se molestaban por el tratamiento de ciertas cuestiones. Abordaba temas muy polémicos, en ocasiones a partir de asuntos contenidos en cartas que recibía”.

A mediados de 1992 ocurrió otro giro: el habitual bloque de trabajos sobre la actualidad nacional (por algún tiempo, en los 80, se le llamó El Archipiélago) comenzó a identificarse con el cintillo de En Cuba. Dentro de este conglomerado, donde confluían en cada número textos amplios y diversos géneros periodísticos, se insertaron la columna (Criterios) de Alberto Pozo, respetado especialista en asuntos económicos, y una nombrada, llanamente, Opinión, que veremos firmada por distintas personas, entre ellas el propio Luis Sexto.

Cuando adoptan una perspectiva crítica, los reportajes, entrevistas y comentarios se centran, entre otros incidentes, en las ilegalidades, el incumplimiento de regulaciones, las malas prácticas administrativas, los daños del igualitarismo, el inadecuado funcionamiento del comercio minorista, la no aplicación, por parte de las empresas, de soluciones útiles desarrolladas por innovadores cubanos.

Zambullida profunda

Siguiendo las recetas del plato fuerte de la casa, para esta especie de “semblanza” se buscó el parecer de expertos, protagonistas del paso de la sección por el siglo XXI. El primero, Ariel Terrero, fue uno de los padres refundadores, con la anuencia del director, José Fernández Vega.

En Cuba, en su nueva etapa, nació el 14 de enero del año 2000 (durante la década anterior, algunos periodistas de Nacionales realizamos trabajos con igual sello, pero de manera irregular). Nos propusimos que fuera continuadora de la creada por Enrique de la Osa y Carlos Lechuga”, puntualiza Terrero.

“Rediseñamos el espacio de información nacional, hasta entonces demasiado centrado en el seguimiento informativo de noticias que ya habían sido publicadas y republicadas en diarios, noticieros de radio y televisión. Organizamos un núcleo central de investigación formado por Caridad Carrobello, Vladia Rubio, Dixie Edith y yo. Recuerdo también la contribución de Herminia Rodríguez, Eduardo Jiménez y Toni Pradas. Luego, se fueron sumando Delia Reyes, Tania Chappi e Iramis Alonso, entre otros.

“El periodismo en profundidad engloba tres corrientes: el interpretativo, el de precisión y el de investigación propiamente. Durante cerca de 12 años en los cuales dirigí Nacionales y la sección En Cuba se publicaron textos de todas esas corrientes. También hicimos reportajes sobre conflictos puntuales, incluidos casos de corrupción, y otros que nos enfrentaron a autoridades de empresas y ministerios comprometidos con malos procederes.

“Lo que más me satisfizo desde el punto de vista profesional fue nuestra capacidad para desarrollar en equipo recursos propios del periodismo de precisión de Philip Meyer. En alianza con una socióloga, Isabel Candelé, experta en metodología de la investigación, incorporamos de forma sistemática sondeos de opinión y encuestas masivas, dinámicas grupales, análisis del discurso y estadístico. Nos permitieron profundizar en problemas sociales y económicos complejos, con acierto y precisión.

“Trabajábamos mucho; sin embargo, nos satisfacía. Logramos que nuestros resultados se adelantaran a veces a los que divulgaron autoridades y centros de investigación científica. Pasó con actividades de alta sensibilidad, como la alimentación y la distribución de medicamentos.

“No pretendíamos sobresalir con un discurso polémico. Pero tampoco lo rehuíamos, porque sabíamos que era un resultado natural desde que poníamos la mirilla sobre conflictos de la sociedad, la economía, el consumo, las medidas en marcha, las relaciones sociales, la cultura. La controversia, la crítica, eran parte consustancial de la obra, no el objetivo en sí mismo”.

Desde el principio, emergieron títulos cuestionadores: Mujer y poder, ¿acceso limitado?; Maestros, ¿la última carta?; Conservas, ¿pateando cuál lata?…

Sin duda, durante el despegue de este siglo En Cuba reverdeció. Linnet Molina Rodríguez, estudiante de Periodismo, comentaba en 2007 en su tesis de diploma: “Hoy, los lectores cubanos avalan el prestigio de los periodistas involucrados en su realización y agradecen la manera tan cubana y desenfadada de profundizar en las raíces de temas, muchas veces polémicos, que afectan directamente la vida de nuestro país”.

Pasado 2012, a lo largo de una decena de primaveras y otoños, no todo ha sido labor detectivesca y exposición de asuntos controversiales. Mantener la más alta cota no es sencillo. A veces la intención crítica ha perdido su filo durante el intento de presentar con la mayor objetividad y equilibrio todos los ángulos de los problemas.

Imperativos varios han llevado, en ocasiones, a solo informar sobre los sucesos, aunque ese no es el ideal de los que han escrito para la sección. Caridad Carrobello, quien se mantuvo en el departamento de Nacionales hasta 2020, comparte sus experiencias:

“No siempre resultó posible abordar asuntos políticos, religiosos, constitucionales, jurídicos; por falta de decisión, o por lo delicado que se volvía el acceso a las informaciones.

“Salieron de BOHEMIA colegas que aportaban mucho. Igualmente primó algo de autocensura. De ahí que, con el paso del tiempo, en lugar de investigar ‘lo oculto, u ocultado’, se tendió más a ‘reflejar lo que estuviera fuera de la agenda de los medios’. Cedimos terreno, dejamos de ser el faro para un periodismo audaz, dinámico, con un lenguaje agudo y atractivo. Colectivos como los de Invasor, Escambray, a los cuales impartimos talleres de periodismo investigativo, tomaron la delantera.

Primer En Cuba de los años 2000. / Rabassa

“Desde luego que se pueden incrementar las potencialidades de En Cuba. Aun en la revista quedan profesionales con conocimiento y deseo de colaborar en ese necesario rescate”.

Una dificultad imprevista ha incrementado los desafíos: “Con la pérdida de la frecuencia de la edición impresa –el último número es de junio de 2022–, numerosas personas, sobre todo de la tercera edad, han perdido la oportunidad de acceder a los contenidos de BOHEMIA. Las potencialidades de los En Cuba en la página web son múltiples, pero debemos coordinar mejor nuestro trabajo, de acuerdo con las exigencias de este medio, y ganar agilidad en la publicación”, señala Delia Reyes.

¿En qué medida hoy el discurso crítico de la sección responde a las necesidades de la sociedad y el periodismo cubanos?

Al respecto, abunda Lilian Knight, actual jefa de información nacional: “Todavía estamos alejados de la agenda pública y en esto inciden mucho las mediaciones externas. Algunos decisores consideran que ‘no es el momento adecuado’ para el abordaje profundo de determinados temas, sin entender que lo apropiado es explicar el fenómeno justo cuando la población demanda saber y comprender lo ocurrido. Igualmente, abundan fuentes de información que ejercen presiones para lograr la no publicación de un trabajo.

“Aun así, la sección ha abordado asuntos que de algún modo marcan la vida del país: la migración, el descenso de la producción de alimentos, las dificultades de las nuevas formas de gestión; y otras cuestiones poco tratadas de manera integral y profunda por otros medios, como la adopción, la violencia hacia los niños y niñas, las irregularidades de la asistencia social…

“Un periodismo esclarecedor, oportuno y con una presentación atrayente siempre va a tener lectores. Y si bien no siempre genera la transformación o resolución del conflicto, como mínimo provoca un mejor entendimiento del fenómeno. “Por este motivo, nuestras perspectivas consisten precisamente en acercarnos más a los públicos y sus necesidades, mediante estudios y sondeos de opinión. Mantener el compromiso social y hacer el mejor periodismo posible”.

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