Cuba a las urnas
Foto. Vladimir Molina/prensa-latina.cu
Cuba a las urnas
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Cuba a las urnas

La cita será este 27 de noviembre, cuando el pueblo decidirá con su voto quiénes asumirán la misión de delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, puntal del sistema democrático y de la gobernabilidad del país.


Regresa Cuba otra vez a las urnas para elegir a sus delegados de circunscripción el próximo domingo 27 de noviembre. Para poder escoger están a la vista de la ciudadanía las biografías de los más de 26 000 candidatos, donde aparecen sus méritos personales, trayectorias laborales y su capacidad para asumir la misión de servidores públicos.

Tras un proceso transparente en el que han participado miles de ciudadanos desde mesas y comisiones electorales y donde fue el pueblo el que los nominó, los electos asumirán funciones que son en primer lugar un compromiso con quienes los eligieron.

Es obvio que la condición de delegados no entraña privilegios personales ni beneficios económicos. Al contrario, el carácter no profesional de su labor los obliga a simultanear la responsabilidad asumida en tiempo extra laboral, ahora mucho más prolongado porque el mandato se extendió a cinco años.

Cuando asuman sus cargos, próximamente, se pondrán a prueba habilidades y experiencia para la búsqueda de alternativas frente a cada problema de sus comunidades. Lo harán sabiendo de la trascendencia de su quehacer para la vida local y de los electores, en cuyo nombre actuarán, en primer lugar encauzando sus opiniones y necesidades, y rindiéndoles cuenta de todas sus gestiones en bien de la colectividad, unos de los principios básicos del sistema democrático cubano.

Pero, más allá del ámbito de su comunidad, los delegados asumen por Ley otras funciones, no menos importantes. Desde su escaño, como integrantes de la Asamblea Municipal, fiscalizan y controlan el quehacer de las entidades enclavadas en su demarcación, designan a los miembros de su Consejo de la Administración, aprueban el plan económico-social y el presupuesto territorial.

He ahí una de las misiones más complejas que caerá sobre sus hombros, pues se deberán engranar bien los mecanismos para la puesta en práctica de una muy ansiada autonomía municipal, que obliga a pensar bien y actuar mejor en la administración de ingresos y recursos.

Se enfrascarán, además, en variados dilemas en aras de aliviar y satisfacer necesidades, desde un bache hasta las colas, o los déficit en los servicios de agua potable, la limpieza o el alumbrado público, entre otros que preocupan a los vecinos.

En la práctica, aun cuando les haya sobrado capacidad para encaminar los problemas del barrio, chocarán con ineficiencias administrativas y directivos poco o mal habituados a tratar como deben a la ciudadanía y a sus demandas.

Hoy no solo hace falta que fluya una mayor autoridad de los delegados, es necesario el empuje de los vecinos, que se involucren y participen más.

Las realidades, contradicciones, aciertos y tropiezos en la labor del Poder Popular, en sus casi cinco décadas de existencia, han aportado frutos, vivencias, que siguen invitando al debate para afianzar su validez, despojarse de vicios y lastres, y renovarse como todo lo que en una revolución intenta ser mejor.

Se trata de un modo de gobernar estrenado en Matanzas en 1974, que continúa despertando la atención de no pocos teóricos y de sus protagonistas –al mismo tiempo, electores y elegidos–, y que a las puertas de un nuevo sufragio este próximo 27 de noviembre, vuelven a preguntarse qué son y cómo deben ser los delegados y las delegadas.

Casi todo está dicho y escrito sobre sus misiones. Pero la práctica, que es el criterio de la verdad pasa por los individuos, que no siempre comprenden ni han sabido ser consecuentes con las esencias que le dieron origen a ese ejercicio de Gobierno, que obligadamente tiene que germinar a partir de la contribución de muchos. Para fortalecer la democracia y la institucionalidad, que a Cuba le urge hoy para que el poder que los delegados ejercen en nombre del pueblo se convierta en motor impulsor del desarrollo local, hace falta disciplina, organización y que cada cual haga lo que le corresponde, continuo llamado de la máxima dirección del país. Solo así será real la gobernabilidad desde la circunscripción, célula primaria del Poder Popular.

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