Cuba en el Festival

Reflexiones sobre los filmes cubanos El mundo de Nelsito y Bajo un sol poderoso que aspiran a obtener un Coral en la cita de La Habana

Por. Isidro Fardales  | Sahily Tabares

Fotos. Leyva Benítez


Infinitos dilemas nutren la interdiscursividad artística desde siglos pasados. En la actualidad, los relatos ficcionales cinematográficos generan impactos en la opinión pública y en la construcción de imaginarios. Narrativas concebidas para la pantalla grande se multiplican en la sociedad interconectada, incluso forman parte de la cultura compartida por comunidades.

Razonamientos, conflictos, circunstancias, dudas, interrogantes, pasiones coinciden en las existencias cotidianas de varias generaciones. Rara vez, unos, otras bastan al ser humano, complejo de por sí, para tomar decisiones. Los relatos anclan en la cotidianidad e inspiran a guionistas y realizadores al llevar a las fábulas un sinfín de problemáticas.

El director Fernando Pérez coloca en la mira personajes agobiados por circunstancias difíciles.

De todo esto es consciente el director Fernando Pérez. Lo manifiesta en el filme El mundo de Nelsito, que opta por el Premio Coral en la edición 43 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Cuenta la historia de Nelsito, adolescente autista de 16 años, que se fuga de su casa y sufre un accidente automovilístico. Desde la camilla, imagina el lado oscuro, oculto, de quienes lo rodean: mujeres asesinas, niños perversos, adorables muchachas estafadoras. Recuperado vuelve a su hogar donde es recibido por los vecinos reales; entonces surge la duda: ¿ellos son los auténticos?

Ciertamente resulta difícil concebir un mundo tan abyecto y decadente desde la mirada y los sentimientos del protagonista de la historia. El discurso de la puesta enfatiza la incongruencia entre ese caos y personajes que sufren la infelicidad por las adversidades del medio social. La narración se resiente mediante una estructura que no logra la riqueza edificante de la parábola, entendida como la narración de un suceso fingido que encierra una enseñanza moral. La insistencia en diálogos, bocadillos, palabras y acciones burdas obedece a un punto de vista amargo, agobiado por circunstancias difíciles. La enunciación fílmica no aprovecha del todo las profundas tensiones entre los dos mundos posibles en favor del mejoramiento humano.

Lejos de proveer de herramientas para comprender la realidad que los rodea, los personajes dejan un total desconcierto en el espectador ávido por encontrar respuestas ante las preguntas: ¿cómo puedo ser una mejor persona? ¿es posible conquistar la felicidad a pesar de las carencias materiales?

Una buena película nos habla de los otros y de nosotros mismos. En este sentido desconcierta El mundo de Nelsito, pues parece olvidar el antiguo canon griego, este demuestra que el logro de la perfección se expresa mediante la unidad de las partes en función del punto de vista de partida de la ficción.

Las puestas en escena no son solo producciones de sentido, sino de sensaciones que alcanzan su clímax en relatos concebidos para seducir, de lo contrario es imposible lograr la conexión con las mayorías.

Ilustrativo de lo que ocurre Bajo un sol poderoso es el cartel del filme también en competencia.

Tampoco lo logra Enrique Álvarez en la película Bajo un sol poderoso. El planteamiento del encierro de un cineasta que confronta la soledad con fantasmas de las parejas que protagonizan tres de sus películas no propicia el entendimiento de un cine de emociones íntimas, el cual podría ser interesante si el rumbo dramático tuviera un fuerte asidero.

Más que una aventura estética “rara”, la propuesta narrativa y visual se concentra en un personaje masculino que es el alter ego del autor; en más de una oportunidad se confunden las voces de ambos.

Una idea recurrente plaga el filme: los personajes deambulan por la ciudad saturados, apenas, de sus dudas, angustias, pensamientos. Fragmentos de poemas y canciones coinciden en la misma tesitura que el profundo desconcierto existencial. ¿Se puede sobrevivir ante el cierto descalabro de acciones y voces que coinciden en un viaje asaltado por la incertidumbre de las vivencias?

¿Es posible recomenzar tras una conmoción provocada por el reencuentro o el intercambio de razones que trascienden la trivialidad? El ensayo propuesto por Álvarez pretende documentar, dejar constancia, avivar el riesgo. Sin embargo, no logra ensanchar la opción creativa de vocación transformadora. La música de Ulises Hernández es un detonante valiosísimo, pero no basta, le falta a la película el abrazo afectivo tan necesario en este y en todos los tiempos.

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