Había una vez

Apuntes inconformes de un joven que creció disfrutando los éxitos del equipo Cuba


Comenzaré este escrito como mismo lo hubiese hecho Hans Christian Andersen, Charles Perrault o cualquier otro cuentero hace cientos de años: Había una vez unos gigantes y todos los habitantes del bosque les temían. Pero el tiempo pasó y aquellos hombres envejecieron, muchos de los nuevos no alcanzaban esa estatura, entre otras razones, y poco a poco la supremacía fue cayendo.

Dicho relato, producto de mi imaginación y en vago intento de emular a los cuentos infantiles, puede ser perfectamente llevado al béisbol cubano. Para mí, que crecí disfrutando los éxitos del equipo Cuba se ve así.

Bien es cierto que eran otros los tiempos, los rivales y las circunstancias. En aquel entonces, nuestros contrarios se armaban con aficionados, no con profesionales de Grandes Ligas (vinieron después). Mas un palmarés de tres medallas de oro olímpicas, 25 mundiales y 11 intercontinentales del mismo metal, por mencionar algunas, no es obra de casualidad ni de facilismos.

Hubo una época en la que, en efecto, cualquier equipo Cuba de béisbol era un gigante y, sin menospreciar a ningún rival, evento en que participaba, evento que muy pocas veces no ganaba.

César García fue de lo mejor que tuvo Agricultores.

El tiempo fue pasando y me seguí criando con historias. Me acuerdo de las contadas sobre el Primer Clásico Mundial de 2006. En él, ¿sorpresivamente?, llegamos a la final y la perdimos contra Japón. Era la primera vez que nos enfrentábamos a profesionales, mayormente Grandes Ligas, y resultó ser el mayor logro en la historia de nuestro pasatiempo nacional.

De todo aquello solo eso queda, los videos, el mito, lo que fue y el Había una vez.

Así, escudándonos nuevamente en la esperanza y en la garra mostrada antaño, llegamos hace pocos días a la Serie del Caribe en su edición 65 con sede en Gran Caracas. Allí no salíamos como favoritos, no obstante, añorábamos ver un mejor desempeño que el que el muy pálido logrado: una victoria, seis derrotas y último lugar en la tabla general. De esta manera, queda rubricada nuestra peor actuación en este evento luego de nuestro retorno en 2014.

Tras este evento, la sequía en las vitrinas sigue. La última vez que se ganó un evento internacional data de la 2015, con la Serie del Caribe celebrada en Puerto Rico. En aquel entonces los Vegueros de Pinar del Río vencieron a los Tomateros de Culiacán de México en la final por marcador de 3 a 2.

Siempre he leído que el papel lo aguanta todo. Sin embargo, al escribir estas líneas, puedo comprobar cuanta mentira encierra a veces dicho refrán. Lo digo porque el papel no puede soportar toda la tremenda frustración del periodista y aficionado cubano al ver a su equipo perder.

A estas alturas, y viendo los antecedentes de 2015 a la fecha, algunos dirán que debemos estar acostumbrados a redactar estas líneas y dar la noticia de la derrota. Pero no, porque en un país donde se vive el béisbol como patrimonio, no puede haber chance al conformismo. Mucho menos teniendo en cuenta nuestra calidad histórica.

Lo sucedido en Gran Caracas en esta ocasión parecía La crónica de una muerte anunciada, como la obra de García Márquez. Con el decursar de los días, las sospechas se hicieron ciertas y la cita venezolana se convirtió en un dolor de cabeza.

La ofensiva apenas logró producir como se esperaba.

También en pesadillas para muchos, si recordamos el Agricultoricidio de Leones del Caracas al derrotarnos por 20 a 3. Si esta última no clasifica por KO, al ser eliminada la regla para este certamen, por el margen de carreras, superior a 15, es considerado súper nocaut. ¿Quién imaginaría este marcador años atrás?

Sobre la nefasta cruzada vivida en Venezuela se podrían decir muchas cosas. En todas las historias hay un Cristo crucificado, aquel que paga por los pecados del resto, mas no creo que sea justo en este caso pedir cabeza alguna. Y si lo vamos a hacer, la lista sería interminable. Pero aquí no somos ni jueces ni verdugos para ello.

Las vistas y culpas tras una derrota habitualmente se dirigen a los hombros del director técnico; no creo que sea justo tampoco hacerlo en este caso con el veterano Carlos Martí, uno de los directores más ganadores de nuestra pelota.

Aunque no todo es malo. Siendo reflexivos, hubo excepciones entre tanto desastre. Tal es el caso del abridor César García, quien en sus dos presentaciones supo contener a las ofensivas de Curazao y Puerto Rico. Asimismo, merecedores de elogios son Yuniesky Larduet, Yosvani Alarcón y Guillermo Avilés, de los pocos que estuvieron finos al bate.

Lo visto en la grama venezolana, en juicio de este periodista, no es solo cuestión de fildeo, bateo o pitcheo. Si bien estos acápites estuvieron mal, también decir que en mi opinión se vio poca voluntad y ganas. No creo que sea posible que se puedan perder tantos partidos seguidos por diferencia de una o dos carreras. Nueve innings que dura un partido de béisbol, y el equipo solo funcionó a chispazos. Imposible ganar así.

Para ilustrar: cuando un jugador dominicano, puertorriqueño o de cualquier otra nacionalidad conectaba un jit, impulsaba una carrera o hacía algo relevante se le veía reír, disfrutar. ¿Y los nuestros? ¿Acaso una acción cubana no se celebra, o no pesa tanto?

Lo sucedido en Gran Caracas enciende una vez más las alarmas. Considerando que fue en un evento cuya calidad es media (sin demeritarlo) y viendo la actuación de nuestro equipo, conformado por jugadores de nuestra liga… ¿cómo sería entonces en el Clásico de este año? Sinceramente, no quiero imaginar. ¡Cuán sabia decisión la de nuestra Comisión Nacional al convocar a jugadores profesionales insertados en otros circuitos!

En una pesadilla se nos convirtió la cita venezolana.

También se encienden las luces rojas en nuestros torneos. Recordemos que a la Serie del Caribe asistió el campeón de la Liga de Élite, Agricultores en este caso. Se supone que de un torneo en el que la calidad se hallaba concentrada, nuestro representante hiciera un mejor papel que el de sotanero. Necesidad o no de más refuerzos, eso es espacio para otro debate.

El próximo 8 de marzo se escuchará la voz de play ball para el Clásico Mundial, tras una espera poco habitual de seis años, debido a la pandemia de covid-19. Allí tampoco saldremos como favoritos.

Espero, por el bien de mi salud y la del deporte nacional, que de Asia nos lleguen buenas noticias pronto; y así seguir haciendo historia, aunque no pueda ser como la de los cuentos de hadas.


CRÉDITOS

Fotos./ Calixto N. Llanes, enviado especial de JIT

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