Parcela de riesgo
Acercamiento a la instalación Taller de Reparaciones que expuso René Francisco Rodríguez en el Museo Nacional de Bellas Artes

Por SAHILY TABARES
Fotos: LEYVA BENÍTEZ
En el siglo XXI los horizontes del arte se expanden por el entramado social. La estetización de la vida cotidiana conlleva al ascenso creciente de signos e imágenes en disímiles escenarios donde coexisten desbordamientos de límites y fronteras, así como la hibridación entre prácticas diversas. Desde hace años, el arte, o una buena parte de él, trasciende el concepto tradicional de lo bello, lo cual crea de modo paulatino nuevos enfoques e interpretaciones en territorios que mediante la visualidad adquieren significados culturales.
Con elocuencia lo ilustra René Francisco Rodríguez, Premio Nacional de Artes Plásticas 2010, quien expuso la instalación Taller de Reparaciones –uno de los proyectos individuales invitados a la 13 Bienal de La Habana– en el patio interior del edificio de Arte Cubano, del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA).
Luego de 22 años de haber sido presentada en el recinto de La Cabaña, a propósito de la VI Bienal de La Habana, la pieza se insertó en el MNBA como parte de la muestra La posibilidad infinita. Pensar la nación.

A diferencia de 1997, fecha en que se mostró en un espacio cerrado, la obra tiene ahora mayor visibilidad, incluso los públicos pudieron abrir la puerta y entrar en el taller, donde teléfonos, muebles, rejas, fotos, esculturas, fueron reciclados desde una perspectiva bien pensada: reconstruir la ciudad cada 20 años.
El artista trabajó junto a plomeros, electricistas, herreros, para sacar los artefactos del olvido y otorgarles nuevas significaciones con una dimensión sociocultural. Alude a la memoria, a lo viejo, explora contextos y su incidencia, con un sesgo utilitario por antonomasia.
Quizá produjo cierto extrañamiento al revelar obsesiones del entorno cercano, de la intimidad. Los públicos tuvieron acceso a una ciudad ecléctica, compleja. Según ha reconocido: “Son trabajos relacionados con las maneras y los medios de abordar el arte, el cual está dentro de la caja de herramientas que es mi cerebro”.
Praxis y poética

René Francisco activa el espacio de infinitos diálogos desde la función comunicativa de un dinámico sistema sígnico-simbólico, en su doble quehacer de artista y pedagogo del Instituto Superior de Arte. Insiste en el privilegio de construir su propia parcela de riesgo. Asume el altruismo de la pragmática artística y su trascendencia valorativa, acude a la vida para contar una historia personal que trata de organizar desde perspectivas críticas, cuestionadoras.
Para él, la vivencia tiene un peso considerable en lo que descubre, en lo que encuentra como parte del acervo cultural, este deviene fuente de investigación.
En el hacer y el pensar de René Francisco es imposible separar al maestro del artista, ambos se complementan, la madurez de las ideas, del pensamiento, refuerza cada acción en proyectos que constantemente interrogan al otro humano, lo motivan en la ampliación de horizontes nuevos. Una suerte de ramificación del arte expande referencias y momentos paradigmáticos del proceso creativo que continuamente adquiere fuerzas desde la teoría y la práctica, inseparables en el quehacer artístico, en el repertorio temático, en la existencia cotidiana.
