Yate Granma
Después de siete días y 1 500 millas de travesía, el Granma llegó a costas cubanas. (Foto: AUTOR NO IDENTIFICADO)
Yate Granma
Después de siete días y 1 500 millas de travesía, el Granma llegó a costas cubanas. (Foto: AUTOR NO IDENTIFICADO)

Desembarco del Granma, germen de las FAR

Yate Granma
Después de siete días y 1 500 millas de travesía, el Granma llegó a costas cubanas. (Foto: AUTOR NO IDENTIFICADO)

Por ERNESTO USTARIZ RAMÍREZ

El 26 de julio de 1953 constituyó un parteaguas en la historia patria. Luego del fracaso militar que significó el asalto al cuartel Moncada vinieron momentos difíciles, pero la determinación de un grupo de jóvenes hizo que se sobrepusieran a cuantos obstáculos encontraron: la prisión fecunda, el exilio, hasta llegar al punto en que, en medio de enormes sacrificios, decidieron ser libres o mártires y enrolarse en una expedición “rumbo a la salida del sol” para conquistar la definitiva independencia el 1º de enero de 1959.

El 25 de noviembre de 1956 se produjo la salida desde el puerto de Tuxpan, en el estado mexicano de Veracruz. Cerca de las dos de la madrugada zarpó el pequeño yate que cargaba 82 hombres a bordo. A oscuras y en silencio salieron del puerto hasta adentrarse en el mar abierto, donde el barco consiguió navegar mejor. Entonces, quizás al caer en cuenta de que iban a cumplir una obra más grande que ellos mismos, entonaron el Himno Nacional, verdadero canto de lucha, después el del 26 de Julio.

El mal tiempo hacía estragos en la tripulación. El mar picado provocaba náuseas y vómitos a los pretendidos marineros, quienes casi no tuvieron momentos de tranquilidad durante la travesía. También notaron que el plan de viaje previsto no se cumpliría, pues el sobrepeso y las dificultades con uno de los motores habían reducido la velocidad.

Además, el rumbo, lejos de ser el más corto, estaba diseñado para mantener la embarcación el máximo tiempo posible oculta de las fuerzas enemigas, lo cual alargó el trayecto. Por si fuera poco, el barco empezó a hacer agua y las bombas de achique no daban abasto, resolvieron el problema sacándola mediante cubos. Aunque no fue del todo tiempo desaprovechado, pues Fidel, experto tirador, revisó y calibró los 55 fusiles de mirilla telescópica con que contaba la tropa.

Cuando navegaban por los mares al sur de la entonces Isla de Pinos, recibieron los reportes de radio sobre el alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba. Ya el factor sorpresa se había perdido y ahora deberían enfrentarse a unas fuerzas que esperaban su llegada. Otro momento incierto fue cuando, en la noche del 1º de diciembre, Roberto Roque, quien se encontraba haciendo de vigía en el techo del barco, perdió el agarre y cayó al mar. De inmediato Fidel dio la orden de virar y encontrar a toda costa al compañero, cosa que lograron después de un rato navegando en círculos. La decisión de no dejar a nadie atrás, infundió en los expedicionarios una confianza total en el líder.

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El núcleo que conformaron los sobrevivientes a la dispersión de Alegría de Pío dio paso a un ejército bien estructurado que hacia el final de la guerra tenía casi 3 000 hombres sobre las armas. (Foto: AUTOR NO IDENTIFICADO)

Después de siete días y 1 500 millas de travesía, en la mañana del 2 de diciembre, por fin divisaron tierra. El plan era atracar en un muelle de la zona, pero no lograron dar con él. Aunque realizaron tres pases junto a la costa, una confusión con las boyas impidió poner el rumbo cierto. Desesperado, Fidel le preguntó a Onelio Pino, capitán del yate, si estaban en la isla de Cuba y no en un cayo o en Jamaica. Ante la respuesta afirmativa, decidieron desembarcar sin más dilaciones y poner rumbo directamente hacia el mangle. Quedaba solo una pulgada de combustible en el tanque.

Más que un desembarco parecía aquello un naufragio. La escasez de comida y el oleaje habían hecho estragos en los cuerpos de los jóvenes; Almeida, por ejemplo, tuvo que abrirle dos agujeros al cinto. El primero en saltar fue René Rodríguez, cuyo apodo de El Flaco no era por gusto, con la intención de probar la profundidad. Fidel, el segundo en lanzarse con todo el equipo a cuestas, notó que el fondo era cenagoso y se hundía, aquello sería mucho más difícil de lo imaginado. Así, entre el mangle y el lodo avanzaron los expedicionarios con más voluntad que fuerza, movidos por la convicción de luchar.

La dispersión de Alegría de Pío

Casi cuatro horas demoraron en salir de aquel infierno de ciénaga, y llegar a tierra firme. No advirtieron que al menos tres embarcaciones los habían visto y partieron a informar a las autoridades.

Ángel Pérez Rosabal fue el primer campesino con quien los rebeldes tuvieron contacto. Casi a la par sintieron el cañoneo del guardacosta 106 a la línea de mangle. Sin reponerse ni descansar, previendo un nuevo ataque, el jefe ordenó partir, esta vez por tierra. Comenzaba así la lucha armada por librar a Cuba de la tiranía batistiana.

Los incipientes guerrilleros fueron hostigados desde los primeros momentos por un avión que patrullaba la zona. A pesar de esto tenían órdenes claras, esperar en un cayo de monte a los siete hombres que, con Juan Manuel Márquez, se habían separado al desembarcar. Mientras, desde Niquero partían las primeras tropas a dar caza a los expedicionarios. En La Habana, Batista suspendía las garantías constitucionales y las agencias de prensa estadounidenses cursaban cables anunciando la muerte de Fidel.

En los primeros días la marcha se tornó muy lenta. Ya desde ese momento se instauró una práctica que sería política seguida fielmente por el Ejército Rebelde: pagar a los campesinos por los alimentos requisados, actitud que contrastaba con los abusos de todo tipo que eran comunes en el ejército batistiano.

El primer encuentro directo con las fuerzas enemigas acaeció el 5 de diciembre en un cañaveral conocido como Alegría de Pío. A las cuatro de la tarde llegaría la hecatombe, como la calificaría Raúl. Los rebeldes, quienes no se encontraban preparados para el combate, al ser sorprendidos, intentaron responder al fuego atronador. En cierto momento, el enemigo conminó a la rendición, a lo que Juan Almeida Bosque respondió con un rotundo “¡Aquí no se rinde nadie, c…!”.

Oscar Rodríguez e Israel Cabrera fueron los primeros caídos, los mártires iniciales de aquella epopeya. Sostener la posición se hizo imposible, corrían el peligro de quedar rodeados y que la salida hacia la Sierra les fuera cortada, por lo cual Fidel ordenó la retirada, que en medio del desorden se hizo a veces desordenada. Enrumbaron hacia el cañaveral, al cual prendió fuego el ejército batistiano.

La bisoña guerrilla quedó dividida en 28 partes incluidos varios hombres solos. Los principales líderes: Fidel, Juan Manuel Márquez (segundo jefe), Raúl y Almeida tomaron rumbos diferentes. Comenzaba el arduo empeño de alcanzar la Sierra Maestra. Fue una verdadera odisea, perseguidos por las tropas de Batista, hostigados por la aviación, castigados por el hambre y el cansancio, ocultos entre cañaverales y cayos de monte.

La red de colaboradores organizados por Celia Sánchez pudo por fin dar con algunos de los expedicionarios. Esto no impidió que hasta el 15 de diciembre las fuerzas de la tiranía hayan tomado 17 prisioneros y asesinado a otros 21, entre ellos Juan Manuel Márquez.

mapa de la ruta del grupo Fidel
Ruta seguida por Fidel y otros expedicionarios para alcanzar la Sierra Maestra. (Imagen: ARCHIVO DE BOHEMIA)
Reencuentro en Cinco Palmas

Desde el primer momento los campesinos brindaron un apoyo esencial a los rebeldes. El grupo de Fidel dio con el montuno Guillermo García, quien rápidamente se convirtió en hombre de su confianza y uno de sus colaboradores más cercanos. Otros lugareños llevaron al grupo de Raúl hacia el lugar conocido como Cinco Palmas, donde se había previsto que se reunieran los guerrilleros. Tomando las necesarias precauciones, que nunca debieron ser pocas en toda la guerra, Fidel y Raúl se encuentran por primera vez desde la dispersión de Alegría de Pío, en la noche del 18 de diciembre. Tal era la confianza del líder en la victoria, que luego de contar los fusiles, y ver que eran siete, expresa: “¡Ahora sí ganamos la guerra!”.

A partir de este momento, por casi dos años se desarrolló la lucha que, con el apoyo de los campesinos y múltiples sectores sociales en el llano, derivaría en la victoria de la Revolución el 1º de enero de 1959. El núcleo formado por los expedicionarios que se reencontraron en Cinco Palmas dio paso a un Ejército Rebelde bien estructurado que hacia el final de la guerra tenía casi 3 000 hombres sobre las armas. Fue este el pilar fundamental del triunfo y se convirtió en uno de los garantes del poder revolucionario y la voluntad popular.

El ejército del pueblo
Brigada de Defensa Antiaérea del Este.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias no solo han velado por la soberanía del país, también han asumido tareas productivas relevantes, incluidas labores agrícolas. (Foto: YASSET LLERENA)

Fidel se dio cuenta de que para emprender una transformación radical de la sociedad, debían ser las propias masas las que defendieran a la Revolución, guiadas militarmente por los hombres del Ejército Rebelde. Así es que en fecha tan temprana como el 26 de octubre de 1959 se crean las Milicias Nacionales Revolucionarias, ejemplo de aquello que después se convertiría en más que una frase hecha, una realidad: las Fuerzas Armadas Revolucionarias son el pueblo uniformado. Los milicianos harían frente a las primeras agresiones del imperialismo contra la naciente Revolución, como sucedió en Playa Girón ante la invasión mercenaria.

La Fuerzas Armadas Revolucionarias adoptan tal nombre el 2 de diciembre de 1961, cuando se reconoce como su fecha de fundación el día que desembarcó el yate Granma. Desde entonces sus integrantes han intervenido en momentos cumbres de la Revolución. Así lo vimos en la lucha contra bandidos, durante esta las tropas regulares combatieron junto con los milicianos para derrotar a las bandas que intentaban poner de rodillas al gobierno socialista.

Un buen ejemplo de la fortaleza militar de las FAR han sido las misiones internacionalistas, especialmente la de Angola, donde combatieron unos 300 000 cubanos y perdieron la vida más de 2 000, hasta lograr la independencia de países del cono sur africano y contribuir de manera decisiva a la eliminación del apartheid.

mujeres internacionalistas en Angola
Un buen ejemplo de la fortaleza militar de las FAR han sido las misiones internacionalistas, especialmente la de Angola, donde combatieron más de 300 000 cubanos. (Foto: AUTOR NO IDENTIFICADO)

En la actualidad las Fuerzas Armadas están estructuradas en cuatro ejércitos: Occidental, Central, Oriental y Juvenil del Trabajo, creados los tres primeros durante 1961 y el último en 1973. Con diferentes mandos y estructuras, sus funciones no están ceñidas solamente a la defensa, también participan en la vida social del país. Muestra de ello es su presencia en la recuperación de la Isla tras los desastres naturales, momentos en los que las divisiones ingenieras han desempeñado un papel importante. También lo es su contribución a tareas productivas como la reparación de vías férreas, las labores agrícolas y la preservación del medioambiente.

Tal vez el más reciente ejemplo de su trabajo en función de servir al pueblo lo tuvimos durante los días más duros de la pandemia en 2021, cuando ante la rotura de la principal planta de oxigeno de Cuba diversas unidades asumieron su producción, casi en condiciones de campaña, así como el traslado de tan vital recurso. Esta encomienda se sumó a la labor de los hospitales militares, la desinfección de las calles y la salvaguarda de la tranquilidad ciudadana. Lo que evidencia la posición de los oficiales y soldados de las FAR de afrontar las más complejas tareas.

Bibliografía utilizada:
Los libros Fidel Castro, guerrillero del tiempo, Tomo II, de Katiuska Blanco; Diario de la guerra, Tomo I, de Pedro Álvarez Tabío; y Fidel: De Birán a Cinco Palmas, de Eugenio Suárez Pérez y Acela Caner Román.

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Un comentario

  1. Saludos de paz y bendiciones desde Guadalajara, Jalisco, México. Excelencia se escribe con la E de Ernesto Ustariz Ramírez. Esta nota histórica y periodística me parece indispensable para tomarla como apoyo y referencia en una conferencia sobre el significado del Día 2 de Diciembre de 1956 en la historia de Cuba y su Revolución Martiana y Socialista. Desde que leí Pasajes de la Guerra Revolucionaria, La Historia me Absolverá, además de textos publicados en Bohemia y el Resumen Semanal Granma en la década 1970-1979, el 2 de Diciembre para mí es un día memorable así como para muchos y muchas colombianas, peruanos, ecuatorianas, mexicanos, cubanos, por supuesto, venezolanas, panameños, uruguayas, etcétera, todos y todas nuestro americanos admiradores y seguidoras de la Revolución Cubana que nos ha dado tantas lecciones en estos recientes 65 años (1956-2021). ¡Hasta la Victoria Siempre!, Fernando Acosta Riveros, Colombiano-Mexicano, Lector de Bohemia, edición impresa desde el año 1974 en Bogotá, Colombia.

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