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Brasil, dos realidades enfrentadas

No parece que habrá sorpresa en las próximas elecciones brasileñas, aunque no se debe siquiera pestañar ante la posibilidad de un conflicto con los resultados. Faltan dos meses para el 2 de octubre; en esa fecha se verán en las urnas dos candidatos, ya dirigieron un país que uno se encargó de levantar y el otro de destruir.

Por fin la justicia real –o la divina– obró como era menester y sacó del ostracismo político al que estuvo condenado Luis Inacio Lula da Silva. Porque no hay otro líder para los brasileños que quieren el retorno al pasado reciente. Ese que se extendió por 13 años, se inició en 2003 con el ascenso del Partido de los Trabajadores (PT) al poder y culminó abruptamente en 2016, cuando la derecha más radical, haciendo un mal uso y abusando del sistema legal y los medios de comunicación, creó un escándalo, se ensañaron contra Dilma Rousseff y la destituyeron.

Algo similar sucedió luego con el propio Lula cuando intentó volver al Palacio de Planalto en las elecciones de 2018. Falsas acusaciones y decenas de procesos sin pruebas lastrarían su imagen y la del PT, hecha trizas antes por el caso Lava Jato, por más que ya Lula ha sido absuelto de todo cargo.

El 24 de enero de ese año, el Tribunal Supremo de Brasil ratifica la sentencia contra él y, en ese momento, el candidato mejor situado para las presidenciales es condenado a 12 años de prisión por corrupción.

Ingresa en la prisión en abril y resulta inhabilitado para la reelección presidencial. Se aplana así el camino para el triunfo de Jair Bolsonaro, que nombra ministro al juez que más se destacó en la persecución judicial de Lula y comienza un período de recortes sociales sin precedentes.

Pero la historia ahora es diferente. Lula ha sido exonerado de todas las causas en su contra y vuelve a la batalla electoral en libertad, con la realidad de que un gran porciento de la sociedad brasileña espera propuestas concretas que impacten en su vida diaria, como ocurriera años atrás.

Las encuestas que circulan parecen a tono con esa realidad. Como pudiera esperarse entre buena parte de la mayoritaria población pobre que agradece el loable desempeño de sus mandatos (2003-2011), Luiz Inácio Lula da Silva va a la cabeza de los sondeos.

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Lula, aclamado por un pueblo que necesita su retorno. / telesurtv.net

Según el más reciente ofrecido por la consultora Datafolha, un aplastante 47 por ciento de la intención de voto es para él, frente a un 29 del actual presidente ultraderechista, Jair Bolsonaro, que intenta volver a mal dirigir el país.

Durante el mandato de Lula alrededor de 30 millones de brasileños salieron de la pobreza y se implementaron programas sociales que cambiaron radicalmente el escenario en esa nación.

«Nosotros necesitamos volver a humanizar a este país. Este país tiene que querer libros y no armas.  Este país tiene que querer amor y no odio […] tiene que querer empleos, sueldos, y eso es lo que haremos», aseguró Lula durante un reciente acto de apoyo a su candidatura.

Cuatro años más y termina de destruir a Brasil

El ultraderechista Jair Bolsonaro aspira a seguir destruyendo el país y no se esconde para decirlo. En su acto de candidatura oficial no dejó de lanzar sus violentos ataques contra la Corte Suprema, el sistema electoral y criticar a su principal adversario, Lula da Silva.

Con su habitual tono agresivo, Bolsonaro agradeció a Dios “la misión de ser presidente” y le pidió al pueblo que “nunca experimente los dolores del comunismo”.

Sin nombrarlo, acusó a Lula de promover el aborto, las drogas y de querer “enseñar sexo” a los niños mediante la “ideología de género”.

Habló de “atraer al joven de izquierda y mostrarle la verdad”. Su candidato, dijo refiriéndose a los partidarios del PT, apoyó a otros en América del Sur que hoy “viven en la miseria”, mintió Bolsonaro.

Además de atacar a la Corte Suprema, acusó la supuesta vulnerabilidad de las urnas electrónicas al asegurar que sus seguidores “no admiten fraude”. Esa recurrente crítica a la transparencia del sistema electoral hace pensar que está planificando desde ahora no asumir un posible resultado contrario a sus intereses.

La gestión de Bolsonaro ha estado marcada por la defensa del uso de las armas, el incremento del gasto en el área militar, las privatizaciones y su forma de enfrentar la pandemia de la covid-19.

Durante su administración se presentaron en la Cámara de Diputados más de 100 solicitudes de proceso de destitución, las cuales siguen en suspenso gracias a sus allegados en el Congreso.

Desde su llegada comenzó a barrer con todo lo que oliera al Partido de los Trabajadores, desde destituir a funcionarios por su tendencia ideológica, hasta pedir revisiones en los libros de historia en las escuelas para cambiar la versión del golpe militar de 1964.

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Dudas, caos y destrucción son las premisas del actual presidente, Jair Bolsonaro. / folha.uol.com.br

Por el momento está claro quiénes son los principales contendientes que se disputarán la presidencia del país; cada uno lleva consigo la carta de presentación de haber dirigido la misma nación con consecuencias radicalmente opuestas.

Un tercer contendiente, Ciro Gomes, del Partido Democrático Trabalhista, busca introducirse en lo que parece un camino seguro hacia la polarización entre los dos nombres de mayor peso. Sin compañero de fórmula ni el respaldo de otros partidos, las encuestas lo ubican tercero y sus votos pueden ser valiosos en una eventual segunda vuelta.

El centroizquierdista cuenta con un escaso ocho por ciento del apoyo a distancia de la senadora Simone Tebet (dos por ciento), representante del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), el más tradicional partido de la centroderecha en el país, que no ha logrado despegar.

El intelectual Frei Betto ha dado la fórmula perfecta para que cada brasileño entienda el significado de volver a tener frente al país al líder de la izquierda que, a sus 76 años, quiere volver a levantar el gigante latinoamericano.

“Hay muchas razones para votar por Lula presidente. La principal es sacar a Bolsonaro del Planalto (sede del Poder Ejecutivo) y reconstruir Brasil, demolido por esta alianza de milicianos-centro-fundamentalistas religiosos-neofascistas fanáticos-élite codiciosa´.

No hay necesidad de cantar victoria antes de tiempo. Nada garantiza que Lula sea elegido y, de serlo, que asuma el cargo. Las amenazas de golpe se ciernen sobre la nación. Y solo hay una forma de evitar estas graves amenazas a la democracia: ¡nuestra movilización!”

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