El Centenario de mi Banda de Música

Recuento sobre una vivencia juvenil que aún late en mi pecho, a propósito del siglo de existencia de la Banda de Música del municipio habanero de Santiago de las Vegas, donde, afortunadamente, invertí una parte diminuta de mi vida, siendo muy joven, desde el 28 de enero de 1960 hasta junio de 1961


“Las tradiciones de las generaciones muertas, pesan, como una losa, sobre las cabezas de las generaciones vivas”, Carlos Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, 1835.

El destacado musicólogo Elio Orovio fue percusionista de la Banda de Música de Santiago de las Vegas. / Lois

Para empezar, decir que alienta enormemente saber que está activa todavía la Banda de Música centenaria de la que vamos a hablarles.

Se nos ocurre afirmar ahora, de forma rotunda, que realmente las historias que uno describe con más credibilidad de los lectores, son aquellas que uno vivió y después se pone a contarlas.

Claro que como todo, hay historias e historias. La que voy a citar de inmediato a los ojos de los que leen con frecuencia bohemia.cu, no es de las cosas que los grandes narradores acostumbran a contar en sus libros. Pero, como me toca, en parte, muy de cerca –perdón por darle rienda suelta a mi egoteca– me atrevo a asegurar que incluyo algunos datos de cierto interés histórico que no me lo contaron, sino que los viví.

Siento mucho gusto en referirme en estas líneas al Centenario de la Banda de Música donde toqué clarinete cuando yo tenía 16 años, la del entonces municipio habanero de Santiago de las Vegas.

Conformábamos la cuerda de ese instrumento, siete músicos: y yo era el más joven del grupo. Eso no quiere decir que los otros pertenecían a la llamada Tercera Edad –que yo prefiero denominar de la Tercera Dimensión– sino que me llevaban algunos años. (Sin embargo, tenían mayor estatura, pues yo llamaba la atención por ser el más pequeñito en tamaño de toda la banda).

Aquella agrupación musical de mi época tenía la grata misión de mantener el prestigio ganado por la que se creó en el referido municipio, el 10 de octubre de 1922, por lo que es fácil advertir que estamos casi ya en un cumpleaños singular: un siglo exacto. Se fundó gracias al abnegado esfuerzo profesional de José Demetrio Alemán, su primer director, cuando el alcalde de la localidad era el veterano teniente coronel mambí Dionisio Arencibia, uno de los más destacados oficiales del Regimiento de Santiago de las Vegas, organizado por Juan Delgado, con el visto bueno del Generalísimo Máximo Gómez.

De más está decir que, cuando yo hacía vibrar con el aire de mis jóvenes pulmones “la caña” de mi clarinete (no puedo mentir), apenas conocía esta primera parte de la historia que les narro.

Pero un colega, no tan premiado como se merece, el reportero radial Julio Gómez Lluciá, residente en la barriada de Boyeros, quien me dio la pista periodística de uno de mis grandes trabajos de hace ya algún tiempo en la prensa cubana, me alumbró y me anunció la fecha para redactar estos párrafos.

Precisamente por Lluciá supe también los teléfonos donde localizar a la actual directora de la Banda cumpleañera, la flautista Haraí Escollíes Pérez, la primera mujer al frente de esta agrupación en todo el siglo transcurrido.

Por ella conocí detalles interesantes al respecto de este asunto. Los regalo a los lectores también y, de paso, aporto más adelante ciertos datos vividos por mí vinculados de algún modo con la orquesta homenajeada.

Por ejemplo –y es algo curioso y en línea con los nuevos códigos cubanos– a partir de 2011, en que esta compañera residente en Bejucal tomó en sus manos la batuta del colectivo de instrumentistas de Santiago de las Vegas, este conjunto musical dejó de ser exclusivamente masculino para acoger en su seno a jóvenes muchachas: así se convirtió en una “tropa” mixta, es decir, afortunadamente también femenina, con lo que, sin duda alguna, se enriqueció en lo profesional; sobre todo, se embelleció y se perfumó.

Ya entre sus cerca de 40 integrantes hay ocho mujeres jóvenes graduadas como instrumentistas en escuelas competentes de la Revolución: dos en flauta y el resto en trompeta, bombardino, clarinete, trombón, percusión y la propia directora, que es el alma de todo el grupo.

Nos comentó Haraí que los músicos de mayor edad de todos hoy son el trompetista José Luis Cruz Méndez; Efrén Escosia en el saxo alto y Juan Morell, en el clarinete.  

Permiso para un paréntesis personal

Arturo Otero con dos clarinetes en la mano, el del medio Irmenio Orovio y a su lado Charles Monegal: los tres ya fallecidos. / Ojeda

Sí, hago una pausa para no olvidar algo que el corazón mío me está pidiendo con un regaño… Y es que antes de la nueva época de la Banda, específicamente en las décadas de 1940 y 1950, el director fue una persona entrañable, el mexicano Edmundo Escalante Esquivel, quien junto a su esposa Fanny, profesora y pianista, encabezó una Academia de Música que fundaron ambos en mi barrio natal, Calabazar.

Como durante mis 13 años empecé a estudiar guitarra de acompañamiento en dicha academia y Escalante en persona era mi maestro, ahí empezó la cosa… Lo sorprende el triunfo de la Revolución siendo él profesor de distintos instrumentos allí y le piden que organice una Banda nueva, apoyada por los recién nombrados dirigentes culturales y nada menos como su director, hasta que nombrara a otro compañero capaz de acometer esa tarea para no afectarle demasiado en sus quehaceres de su propia escuela.

Ante tal solicitud oficial, enseguida me dijo: “Luis, ya usted conoce lo esencial del solfeo y de los pentagramas de la música, sobre todo la popular de una banda que dará retretas en los parques de Santiago de las Vegas. Para eso le entrego este clarinete, que estoy seguro que con mi ayuda lo aprenderá bastante bien en unos cuantos meses. Si está usted de acuerdo comenzaremos el aprendizaje del instrumento este mismo lunes”.

Él me trataba de usted, pero no era un privilegio mío: hacía lo mismo con todos los músicos de su escuela y con todas las personas y vecinos de la barriada. Así comencé yo a “soplar” un clarinete, que en verdad era en Do, con relativamente pocas llaves, obsoleto ya, pero que me permitió la oportunidad (para mí maravillosa) de aprender a tocarlo y de integrar la banda que mi profe iba a organizar y dirigir. Confieso que nunca había visto un clarinete…

Los clarinetistas, con uniforme, Irmenio Orovio y a la derecha Tomas Tejeda, quien fue mi segundo de los maestros en ese instrumento. / Ojeda

Casi en forma sorpresiva, cuando ya yo estaba casi listo para tocar diferentes partituras y números musicales, tuve en mis manos las cosas elementales para integrar una Banda de Música de un municipio cubano que mantendría la tradición cultural de dar conciertos o retretas en los parques y de amenizar los actos de todo tipo. Me entregaron un uniforme gris y azul oscuro, hecho con tela de gabardina completamente nuevo (pantalón, saco, gorra de plato, además de una corbata negra, una camisa blanca de mangas largas, zapatos negros y, lo mejor, más valioso y necesario entonces: un clarinete marca Holton, moderno, adquirido en Estados Unidos, un instrumento de un sistema llamado Boehm, de muchas más llaves, en Sí bemol, más sonoro, fino, bonito y cómodo. Durante varios días me entrené adecuadamente en su ejecución con el más diestro profesional del clarinete en toda la orquesta, Tomás Tejeda, quien me impartió clases teóricas y prácticas en un curso intensivo diario de un mes.

Aquella banda que me encanta llamar “mía”, aunque la componían muchos instrumentistas más, hasta el número de 45 personas, tuvo su estreno, su debut, su emoción primera, el 24 de febrero de 1960, justamente en el Parque que lleva el nombre de José Martí, bajo la batuta de un nuevo director preparado al efecto, Arturo Otero, cuyo hijo también tocaba el clarinete y tenía el mismo nombre de pila de su padre. Con el tiempo se destacó como psiquiatra del antiguo Hospital de Dementes de Mazorra, que hoy lleva el nombre del Comandante del Ejército Rebelde Bernabé Ordaz.

No se me olvidará nunca que en la tarde-noche del concierto inaugural de la nueva orquesta, el parque estaba repleto de público y, entre los asistentes, había graciosas muchachitas para escoger…

Yo, si digo la verdad, no sabía qué actitud iba a asumir, y estaba bastante nervioso, porque me parecía que dos de aquellas chiquitas “se habían puesto para mí”, cosas imaginarias que en realidad son solo absurdos de mi mente inexperta e inmadura.

Retomo al hilo inicial de este relato

Termino mi larga digresión para decirles algo más concreto: Haraí, la directora, me ofreció una ilustrativa información: en su banda de 100 años laboran dos instrumentistas de la conocida Orquesta Jorrín, Josué Martínez y Juan Jesús Licea, ambos trompetistas; y cinco de la destacada Banda Nacional de Conciertos: los clarinetistas Reinier Sarduy, Juan Carlos Morell junior y Remberto Depestre también junior, así como Vicente Peñalver, saxo tenor y Manfredo Couto, bombardino.

Me aclaró que la agrupación cuenta con siete clarinetes, seis trompetas, seis saxofones, dos flautas, dos bombardinos, una trompa y dos tubas. Y, aunque a veces se olvida mencionarlos, son fundamentales en el colectivo sus cuatro percusionistas y sus cuatro utileros. Estos últimos ubican los atriles en el sitio donde se va a tocar, reparten las partituras, ordenan las sillas, cuidan de los estuches de los instrumentos, reparten propaganda sobre el repertorio a interpretar y cumplen otras útiles cuestiones que no pueden faltar en un ensayo, un desfile o un concierto público.

El programa del Centenario

Sirva no solo de anuncio, sino también de oportuna convocatoria, el programa conmemorativo de tan significativo cumpleaños, que comenzó a finales de octubre de 2021.

Este 9 de octubre –según nos comunicó la directora Haraí– la Banda dará un concierto especial en el Parque Juan Delgado de Santiago de las Vegas, y el día de la fecha fundacional, el 10, fecha del inicio de la Guerra del Apóstol cubano, los integrantes del entusiasta y diestro colectivo musical, recibirán un merecido homenaje en el Teatro de la Casa de Cultura de esta localidad y de los pobladores de la ciudad en que se hacen escuchar.

“Nuestra banda se creó y dio su primer concierto público, el 28 de enero de 1922, en el aniversario 69 del natalicio de Martí, aunque quedó oficializada el 10 de octubre del propio año. Tenemos un repertorio para todos los gustos, edades, sexos, profesiones, desde la música llamada clásica, hasta la denominada popular. Siempre, como se sabe, iniciamos la actuación con aquella y concluimos con esta”, explicó la directora.

“Respetamos –añadió- las tradicionales retretas en los parques y tocamos oberturas, marchas, pasodobles, danzones, guarachas, sones, criollas, mambos, tangos, habaneras, boleros, congas y otros ritmos. Priorizamos música cubana famosa como la de Lecuona, por ejemplo; también la típica latinoamericana y mundial. Además interpretamos en todas nuestras presentaciones números con arreglos y orquestaciones modernas, con pentagramas, armonías y estilos actualizados que gustan mucho a los adolescentes y jóvenes, como igualmente a sus padres y abuelos”.

Aclara asimismo la flautista devenida jefa de sus músicos: “Uno de los números que más ha gustado ha sido el mosaico que generalmente tocamos al final: Fiesta Tropical, donde casi todos los presentes bailan de lo lindo”. Finalmente, especifica Haraí que entre los bailadores se pueden ver a personas de la Tercera Dimensión.

Más cosas de mi egoteca

Con el propósito de completar el desarrollo de mi egoteca, como he dicho antes, pido permiso para evocar que estuve oficialmente en la Banda hasta junio de 1961, pues me fui a la Campaña de la Alfabetización. Cuando yo estaba alfabetizando, me enteré por un radio de pilas que vendría a Cuba el cosmonauta soviético Yuri Gagarin, el primer hombre que orbitó la Tierra en el cosmos y pedí permiso al jefe de la campaña en la región matancera de Jovellanos donde yo estaba, Marcial Rionda (convertido con el tiempo en brillante pelotero cubano); me autorizó a viajar a La Habana. Vine, me puse mi uniforme, armé mi clarinete nuevo e “intenté” tocar en mi orquesta municipal, junto a la Banda del Estado Mayor de las FAR. Por primera vez en Cuba, al menos en público, se tocaron el Himno de la URSS y la histórica melodía de La Internacional.

Tuve el privilegio de ver que Fidel y Gagarin se dieron un abrazo en la pista del Aeropuerto Internacional José Martí, en Rancho Boyeros.

Digo que “intenté” tocar con mi clarinete ambos números musicales porque las partituras de papel de tales marchas, colocadas en el pequeño atril del instrumento, estaban pasadas por agua, en medio de un aguacero que cayó en ese trascendental instante, y no me sabía ambas melodías de memoria, pues en mi banda solo las habíamos tocado poco antes una sola vez, en un ensayo rápido. Afortunadamente los músicos de las FAR se encargaron de hacer quedar bien todo.

Almeida rindió homenaje al Titán de Bronce

Para concluir, es importante recordar, en este Centenario de la Banda de Santiago de las Vegas, que en uno de nuestros ensayos, a principios de enero de 1960, en el piso más alto del Ayuntamiento, se apareció el Comandante del Ejército Rebelde Juan Almeida Bosque, con su traje verde olivo, acompañado por el Comisionado (Alcalde) Eberto Mejías. Cuando fuimos a interrumpir el toque para saludarlos, el jefe guerrillero comentó sonriente: “No… no se paren, no… sigan tocando, que yo amo la música tanto como ustedes”; entonces continuamos ensayando.

A mitad del siguiente número que interpretamos, vimos que el Comisionado le dijo algo al oído al Comandante Almeida, quien se encaminó hacia la pared donde en un cuadro encristalado, sobre una estrella plateada y brillante, se exponían las dos camisetas que tenía puestas el Titán de Bronce Antonio Maceo cuando cayó en combate, el 7 de diciembre de 1896. Para asombro y emoción de todos nosotros, el Comandante, ante lo que veía –explicado por el primer “alcalde” revolucionario–, se paró en atención y saludó militarmente el cuadro, como si estuviera frente a Maceo en persona. Aquella escena, aunque estábamos tocando en ese momento, nunca se ha borrado de mi mente, ni de mi corazón, apoyado esto por el hecho de recordar que el general de Ejército Raúl Castro Ruz un día dijo que en Almeida veía la imagen moderna del jefe mambí de la histórica Protesta de Baraguá. Esto es justo evocarlo en medio del Centenario de la Banda a la que el heroico Comandante pidió que siguiéramos tocando, que él igualmente amaba la música como nosotros.     

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