Foto. / cineuropa.com
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El inexplicable secreto de ser feliz

Se estrena en Cuba, con bastante afluencia de cinéfilos, largometraje del realizador español Jaime Rosales, egresado de Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños


Ir al cine todavía tiene su magia, su hechizo. Hay un encanto singular cuando te sientes –te sientas- frente a la gran pantalla, a media luz, y empiezas a escudriñar el ambiente en ese vaivén de personas diversas: el intelectualoide, la ama de casa, las parejas de enamorados, los grupos de amigos, la acomodadora ya sin linterna, ahora con móvil como foco iluminador; los más jóvenes y los no tanto, todos en un conjunto que armoniza en la atmósfera y circunstancia especiales que es salir de casa para ver una película.

Poco antes de que inicie la proyección, la sala aún está casi vacía. Los más rezagados llegan a cuentagotas, agitados o apacibles, según demande su ritmo interior. Cuchichean, se ríen en murmullo acompasado; aprovechan los supuestos últimos vestigios de la tenue luz, entre sepia y amarillenta, del salón que se va abarrotando por segundos.

A veces el ritmo de la cinta decae por el interés casi desmedido en narrar escenas cotidianas, detalle que se compensa con la cualidad de Rosales para remarcar con coherencia elipsis y zonas sombrías de la historia. / Cartel: ecartelera.com

Muy cerca de mí, unos se ubican en sus puestos, callados, parsimoniosos; otros, mientras lo hacen, intentan ponerse en situación, recaban detalles generales sobre el filme: “Es Girasoles silvestres”, específica una joven de voz muy aguda; “¿alguien sabe algo del director? ¿de dónde es la peli?”, inquiere alguno por allá; responden casi desde el extremo de la fila, “en el Diario del Festival dice que es del español Jaime Rosales”.

Es el minuto cero y las luces siguen encendidas. Mucha gente asume la posición de listos; en tanto engullen  rositas de maíz, maníes o simplemente, aguardan expectantes, seducidos por la pantalla que ya inicia la proyección del spot publicitario de este 43º Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Acto seguido, rueda el noticiario dedicado a la cita y las luces persisten en semejar soles despuntando al alba y, aunque no parece importarle a nadie, el susurro “avasallador”, discordante, de un alguien rompe el recogimiento del instante: “avísenle al cojo para que suelte la botella”.

Carcajadas, silencio, risillas contenidas, un sio ensordecedor; de nuevo a la circunspección y… ¿las luces? todavía ardiendo como candiles en un espacio que por derecho debe –tiene que- estar a oscuras. Tras una pausa casi eterna, blackout total “¿Apagón?”, musitan por un lado. Al momento, se calman, me tranquilizo, nos aquietamos todos, los letreros de las puertas de salida todavía brillan.

Por fin se hizo la luz en la pantalla del cine Yara. La historia que pretende contarnos Jaime Rosales (Las horas del día, 2003; La soledad, 2007; Hermosa juventud, 2014; Petra, 2018; entre otras), en calidad de director, comienza a desenrollarse ante nuestros ojos.

La protagonista es una madre soltera de 22 años que intenta reconstruir su vida en pareja sin descuidar la crianza de sus pequeños hijos. Se llama Julia y siente, padece, existe, desde la piel de la actriz española Ana Castillo.

Sin ánimo de hacer spoiler, el personaje de Julia es pasional e inmaduro y  aspira a realizar estudios de enfermería, pero nunca lo logra, se enamora hasta los tuétanos de varios hombres (encarnados por: Oriol Pla, Quim Àvila Conde, Lluis Marqués) que solo caen seducidos por su figura grácil y ese rostro que, también, impacta a Hélène Louvart en la fotografía, con primeros y primerísimos planos bastante bien logrados.

Todo el tiempo la heroína y los héroes de Rosales se afanan en buscar la luz como los girasoles, metáfora quizá del bienestar, la seguridad y la felicidad que genera vivir en pareja, armónica y tranquilamente.

Al director vale agradecer su oficio en tamizar con arte las escenas de violencia doméstica; igualmente, la elegancia y el detalle para contar sobre vidas simples y temas cotidianos sin caer en trivialidades y siempre dejando una brecha para que la perspicacia del espectador lo inste a reflexionar, a construir sus propias lecturas sobre el relato y los protagonistas.

Jaime Rosales (1970) es un barcelonés egresado de Ciencias Empresariales que muy pronto en su vida definió su vocación por el audiovisual y en 1996 vino a Cuba a estudiar en Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Eictv); poco después fue a la Australian Film Televisión and Radio School.

Ya graduado fue guionista durante algunos años hasta alcanzar su primer éxito como realizador, por lo cual ha sido merecedor de varios lauros importantes en los festivales de cine de Cannes y San Sebastián, entre otros certámenes. 

Girasoles silvestres fue estrenada en octubre de este año, viene a ser la séptima cinta de este director con una estética muy particular y tendencia al drama como género. Es una coproducción de las compañías españolas Fredesval Films, A Contracorriente Films y Oberón con la francesa Luxbox.

Ya al final de la noche, cuando sales del cine, piensas que te vas olvidar de Julia y sus entuertos, pero la imagen de los planos finales, todos alegres, risueños; gozando en familia, y ella allí, como siempre, postergada, intentando ser feliz. 

   

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