El lenguaje de los atardeceres

Es atractivo disfrutar el manto del atardecer desde cualquier punto de nuestra geografía insular. Como en muchos otros lugares volcados al mar, deviene privilegio para quienes contemplan a diario la atmósfera cálida tropical, entre el azul del cielo y el mar, el paso de embarcaciones o el rostro de quien comparte el momento de apreciar el ocaso. Pescadores, bañistas y amantes conviven un mismo espacio que se torna inagotable. Otros lo prefieren para meditar, justo allí, a la orilla del mar, se trazan metas, cultivan añoranzas, convirtiéndose por excelencia en el lugar que acumula los secretos de todos sus visitantes. La nostalgia parece estar siempre presente en cada espectador, tal vez como mágica fórmula para volver al reencuentro del lenguaje que propone el atardecer.

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