El marxismo sigue siendo herramienta de cambio

Frugalidad es una cosa y otra bien distinta es la pobreza. Lo primero está casi siempre asociado a una decisión filosófico-vivencial donde se opta por intentar ser feliz con poco. Lo segundo tiene que ver con condiciones objetivas ajenas a los deseos, ya sea por inequidades en la distribución de los bienes nacionales o por presiones de todo tipo que se ejercen sobre un Gobierno, utilizando de rehén a la población.

Me gustaría proyectar ahora la mirada hacia la pobreza que se da en países de supuesto alto estándar, con amplios segmentos de trabajadores o pensionados que, en ocasiones, deben decidir si comen o alimentan a las mascotas de casa… Sí, así como lo lee.

Conmovedora anécdota

Una nota de la británica BBC Mundo me remitió a Brian Turner –de 49 años y enfermo de epilepsia–, quien hay días que deja de desayunar y comer porque prioriza a su perro Rocky. Es cierto que en el mundo occidental hay una lucrativa industria dedicada a proveer alimentos “saludables”, destinados a mamíferos, aves y hasta peces, asequibles a los dueños de billeteras decorosamente llenas. Brian Turner carece de una.

El protagonista de esta conmovedora anécdota “comprueba los precios en varias tiendas con asiduidad, rastrea las secciones de alimentos con descuento de los supermercados y compra a granel cuando es posible”. Obviamente, está desempleado. Terminaré con dos tristes afirmaciones suyas: “Hay días que prefiero que mi perro coma y no yo” o “con el crédito universalpara tres meses es insuficiente para vivir, solo se sobrevive”.

Karl Marx tenía razón

Esta frase no es mía; se trata del enunciado de un artículo del filósofo británico John Gray. Dicho académico valora las tesis del llamado genio de Tréveris acerca de lo radicalmente inestable del capitalismo, el cual tiene incorporada la tendencia de producir auges y colapsos cada vez más grandes y profundos, y un afán usurero de acumular plusvalía. Y eso, a largo plazo, lo destina a la autodestrucción.

Marx, Engels, y luego Lenin, cambiarían para siempre la economía política y la manera de emprender las batallas sociales. Nuestro referente insiste en que el pensador alemán “estaba seguro de que habría una revolución popular”, engendradora del sistema comunista: más productivo y mucho más humano. Las fuerzas progresistas del mundo lo hemos venido intentando a contracorriente de retrógrados y oportunistas, en cuanto al reparto de la riqueza.

Asunto enrevesado porque el planeta se divide además en desarrollados y subdesarrollados, marcando el ritmo internacional. Entonces el pretendido derrame hacia “abajo” de un mejor producto interno bruto (PIB) pocas veces sucede, porque para ello debe prevalecer la voluntad política, jamás la codicia, madre de muchos fenómenos económicos y financieros negativos.

Ilustrativo ejemplo, la avaricia, rayana en la locura, de los consorcios farmacéuticos en relación con las vacunas anticovid-19: de África casi nadie se apiada; y después Washington critica el altruismo de las brigadas médicas cubanas. A pesar de nuestras carencias, regalamos solidaridad. Palabra maldita para un capitalista.

Lo cierto es que lamentablemente más y más gente vive al día. Según el emérito profesor, “la clase media solía pensar que sus vidas se desenvolverían en una progresión ordenada, pero ya no es posible considerar a la vida como una sucesión de niveles en los que cada escalón está más arriba que el anterior”. Y si bien Gray es severo en relación con los actuales socialismos, reconoce la vigencia de El Capital.

Dos sistemas, dos realidades

Un coterráneo suyo, Michael Roberts, editor del blog The next Recessiony analista habitual de la revista digital El Topo, sostiene que existe amplia variedad de estudios empíricos demostrativos de la creciente desigualdad en los ingresos y la riqueza en la mayoría de las economías capitalistas, lo mismo en el siglo pasado que en este.

Al referirse a la República Popular China (RPCH), dirigida por el Partido Comunista, a contrapelo de fenómenos como los nuevos ricos, subrayó que “la mitad más pobre de los trabajadores chinos vio su ingreso promedio crecer más de 400 por ciento de 1978 a 2015. Para sus homólogos estadounidenses, los ingresos disminuyeron en uno por ciento”. Y se muestra tajante: “contrariamente al optimismo y a la apología de los economistas del mainstream, la pobreza de miles de millones en todo el mundo sigue siendo la norma con pocos signos de mejora, mientras que la desigualdad en las grandes economías capitalistas aumenta a medida que el capital”.

Desigualdades dentro del imperio

La riqueza total combinada de los multimillonarios estadounidenses aumentó de 2.9 billones en marzo de 2020 a 4.7 billones en julio de 2021, en etapa terrible de la pandemia. Pese a que en marzo Donald Trump, en postura populista, aprobó un Plan de Rescate, alivio momentáneo para muchos, la Oficina del Censo certificó no obstante que, en septiembre de 2021, unos 19 millones de adultos vivían en hogares con insuficientes alimentos, mientras 11.9 millones estaban atrasados en el pago del alquiler.

En contraste, en esa misma época, el presidente chino Xi Jinping ponía a la nación al corriente sobre un suceso relevante y motivador para aquellos que vemos como “única salida” al socialismo: Alrededor de 770 millones de residentes rurales habían dejado atrás la pobreza. Sin fórmulas mágicas. El empeño radica en ganarle cada vez más terreno al subdesarrollo de la mano de la justicia social: Vietnam, Lao, Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Cuba lo concebimos con diferentes enfoques. Otros en Latinoamérica también lo intentan.

Cuba sigue siendo faro

La Revolución Cubana nunca ha nadado en dinero. Con el apoyo de la antigua URSS y demás países socialistas se vivió con cierta bonanza, pero, incluso así, nos lastraban centurias de subdesarrollo y años de neocolonialismo yanqui. Imposible dejar de estudiar esos tiempos. Sin embargo, considero que existe una marcada tendencia dentro de nuestras filas a divulgar más la historia de las luchas pasadas que a evaluar (y divulgar) los últimos 30 años.

Casi seguro se deba a que los estudios históricos requieren de sedimentación. Aun consciente de esa circunstancia, esta comentarista insiste en lo perentorio de elevar en el imaginario nacional la capacidad del pueblo por haber sobrevivido al llamado Período Especial, donde el PIB cayó abruptamente y el Partido y el Gobierno apelaron a la creatividad marxista para que la gente no muriera de precariedad provocada allende nuestras fronteras. A los niños jamás les faltó la leche. Hubo cientos de iniciativas. Se valoraron ollas comunes en cada cuadra, en una supuesta “hora Cero”.

Hasta un folleto se editó con ideas, por ejemplo, de cómo fabricar jabón o champú caseros, porque no teníamos casi nada. Y el bloqueo yanqui, cual maligno monstruo ahí, sin moverse un ápice. Carentes de muchas cosas, aquí seguimos. Remontamos esos años, sí, con el lastre de problemas sin resolver y con la presión multiplicada de EE. UU. sobre nosotros. Contra la lógica capitalista, la Revolución Cubana se empina frente a la covid-19 y a las 243 medidas impuestas por Donald Trump.

¿Por qué? Cuestión de voluntad, especialmente de decisión política de dar justicia social a través de lo poco o mucho que vamos logrando. Errores y dogmas nos han acompañado, de ahí la preocupación del “hereje” Fernando Martínez Heredia de darle al marxismo la luz de lo cubano. Fidel lo sabía, Raúl también, para eso hay que retomar con fuerza su estudio, como otra ciencia más, empezando por los núcleos de bases del Partido.

Pensar en los vulnerables

Al intervenir en la Sesión Plenaria de la 110 Reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, la ministra cubana de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó Cabrera, ratificó que avanzamos “en el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, a través de proyectos y programas contenidos en el Macroprograma Desarrollo Humano, Equidad y Justicia Social”. Se refirió al Programa de Trabajo Digno, a los llamados empleos verdes, a la economía social y solidaria, y a los “nuevos actores económicos”.

Por su parte, el primer secretario del Comité Central del PCC y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, reunido con el Consejo de Ministros cuando se elaboraba el Plan de la Economía y el Presupuesto del Estado para 2023, remarcó que “tenemos que tener capacidad para darle respuesta a un grupo de problemáticas que tiene nuestra población, que tiene nuestra sociedad”.

Nadie quedará desamparado

Es ese un principio cardinal que trajeron los barbudos de la Sierra Maestra al entrar en La Habana el 8 de enero de 1959. Por eso el presupuesto estatal planificado para 2020 y 2021 destinó una parte considerable (700 millones de pesos) a apoyar a las personas vulnerables, que yo asumo, o entiendo, como pobres. El pasado año, con continuidad en este 2022, se han concretado en 67 comunidades de La Habana más de 9 500 acciones constructivas y casi 31 000 de carácter social, teniendo en cuenta el levantamiento y la caracterización de los núcleos familiares. Tarea que se va extendiendo en todo el país.

El 28 de diciembre último, Díaz-Canel subrayó la relevancia del municipio, desde el cual floreceremos al irle quitando pedacitos a los problemas y a las desigualdades. Utilizaremos un método revolucionario infalible, dijo, la resistencia creativa. El marxismo a lo cubano también, ¿verdad?

En 1963, en su discurso en el Primer Congreso Nacional de Maestros de Vanguardia “Frank País”, Fidel lo dejó claro: “El marxismo no es un conjunto de ‘formulitas’ para tratar de aplicar a la fuerza la explicación de cada problema concreto”. Desde otra perspectiva a los analistas referenciados, él también estaba convencido de que Carlos Marx tenía razón.

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Un comentario

  1. Hay sólo 2 ideologías en el mundo: la comunista o de izquierda y la capitalista o de derecha. Ambas buscan el bienestar del Hombre, sólo que de manera diferente. Un sólo ejemplo: China, con 1.450 millones de habitantes. India, con 1.420 millones de habitantes. Ambas con economías capitalistas, con control social la primera (régimen comunista), sin control social la segunda (régimen democrático).

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