El sueño nunca olvidado de José Martí

La vida y enseñanzas de nuestro Héroe Nacional han inspirado una amplia creación en las artes visuales de la Isla.
La vida y enseñanzas de nuestro Héroe Nacional han inspirado una amplia creación en las artes visuales de la Isla. / fcbc.cu

Quiero recordar el impacto de la muerte de Martí en algunas personas muy significativas. Máximo Gómez anota en su diario: “¡Qué guerra esta! Pensaba yo por la noche; que al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de amarguísimo dolor. Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir, del levantamiento”.

Al año siguiente Gómez, va al lugar donde murió Martí y plantea en el propio diario (el 10 de julio del año 96): “Continuamos hasta la Vuelta Grande. Por la tarde visita a Boca de Dos Ríos, al punto donde cayó José Martí. Allí mismo levantamos un mausoleo a piedra viva. El acto fue solemnísimo”. Es decir, el primer monumento en Dos Ríos lo erigió Máximo Gómez.

Poco después pasó por allí otra figura insigne, quien en un artículo publicado en El cubano libre, narró: “Yo también, como otros tantos soldados de la revolución, tuve necesidad de visitar el lugar consagrado por la sangre del patriota Martí. Fui al calvario de José Martí como va el creyente sincero a arrodillarse delante del dios de los ideales santos”. Estas son palabras de Serafín Sánchez.

La poeta Mercedes Matamoros recuerda al Martí orador: “Aún imagino verte en la tribuna, entre aplausos y vivas tronadores […] con tus nobles acentos seductores, con aquella elocuencia inagotable”.

Asimismo, Bonifacio Byrne lo califica, en un soneto, de “heroico paladín de un pueblo triste“; y manifiesta: Tu palabra en la tierra fue un encanto,/ y el poder que en el ánimo ejercía/ tu irresistible seducción fue tanto; // que el solo anuncio de tu muerte impía/ llenó a tu pueblo de letal quebranto,/ ¡y hay quien piensa que vives todavía!

Es decir, surge una primera reacción, de dolor, ante la muerte de Martí. Como sabemos, vienen acontecimientos posteriores: la intervención de Estados Unidos en la guerra, el fin de la contienda, el inicio de la ocupación militar. Y en ese período hay un afán espontáneo de reafirmación de la voluntad independentista. Eso se observa en nuestros pueblos y ciudades, donde se cambiaron los nombres de las calles; el más repetido fue el de Martí, en toda Cuba, pero no era el único, se tomaron los de Calixto García, Serafín Sánchez, Antonio Maceo, Máximo Gómez…

A inicios de la república, por voluntad popular, a calles principales de ciudades y pueblos se les adjudicó el nombre de José Martí.
A inicios de la república, por voluntad popular, a calles principales de ciudades y pueblos se les adjudicó el nombre de José Martí. / Autor no identificado

Cuando al caer el dominio español se elimina la estatua de Isabel Segunda del Parque Central de La Habana, el semanario El Fígaro, saca una encuesta sobre qué debía erigirse allí. La indagación original se dirige a personalidades del Ejército Libertador y del mundo intelectual. En esta ocasión el voto se dispersa, no obstante, quien obtiene un poco más es Martí, como figura independiente o como parte de un colectivo.

Se lleva entonces la encuesta a los lectores en general. El resultado se publica en El Fígaro: de las diez opciones principales, la primera es Martí, con 375 votos. Hay algo más, el jurado, presidido por Enrique José Varona, añade una nota puntualizando que muchos no quisieron marcar, sino poner el nombre que elegían. Lo cual no se contabilizó. No obstante, en ese caso obtuvo abrumadora mayoría José Martí (o sea, sus votos fueron muchos más). Lo recalco porque nos está diciendo que Martí es un símbolo para ese pueblo.

Tras nacer la república, el cubano empieza a sentir que no es la soñada. Martí va a convertirse en centro para expresar el desencanto, la frustración, sentimientos bastante extendidos en la población y que va a expresarse de múltiples maneras.

Hay un poema de Enrique Hernández Miyares, de la primera década republicana, que alude a la estatua del Parque Central, inaugurada en 1905: Del pedestal en lo alto/ la diestra extiende Martí/ como diciendo, muy triste/ ya el cieno llega hasta aquí”.

En la primera mitad del siglo XX, la monumental estatua del Apóstol colocada en el Parque Central de La Habana era un recordatorio de que urgía enfrentar la crisis estructural de la sociedad cubana.
En la primera mitad del siglo XX, la monumental estatua del Apóstol colocada en el Parque Central de La Habana era un recordatorio de que urgía enfrentar la crisis estructural de la sociedad cubana. / Autor no identificado

Otro ejemplo es la canción Clave a Martí, aproximadamente de 1913 o 1914. Es un lamento. Aquí falta, señores,/ una voz ¡ay, una voz!/ de ese sinsonte cubano/ de ese mártir hermano/ que Martí se llamó/ ¡ay, se llamó! […] Martí no debió de morir/ ¡ay, de morir!

Llegados los años 20, el inicio de una crisis estructural en la sociedad cubana incentiva la aparición de nuevos grupos, sectores sociales, que van a jugar un papel protagónico en el debate político de la época, con muy diversas tendencias, y plantean la necesidad de hacer cambios, desde reformas hasta transformaciones revolucionarias.

Una de tales expresiones es el Mensaje lírico civil de Rubén Martínez Villena, cuya parte más conocida recalca: Hace falta una carga para matar bribones,/ para acabar la obra de las revoluciones;// para vengar los muertos, que padecen ultraje,/ para limpiar la costra tenaz del coloniaje;// para poder un día, con prestigio y razón,/ extirpar el Apéndice de la Constitución;// para no hacer inútil, en humillante suerte,/ el esfuerzo y el hambre y la herida y la muerte;// para que la República se mantenga de sí,/ para cumplir el sueño de mármol de Martí

Ya no es por qué moriste, sino, ahora vamos a cumplir tu sueño.

Julio Antonio Mella, en Glosas al pensamiento de José Martí, asevera: “Él, orgánicamente revolucionario, fue el intérprete de una necesidad social de transformación en un momento dado. Hoy, igualmente revolucionario, habría sido, quizás, el intérprete de la necesidad social del momento”.

Ese planteamiento de Mella tuvo un impacto para sus contemporáneos. Raúl Roa opinó que Mella había descubierto a Martí para su generación. Carlos Rafael Rodríguez también lo va a decir. Tal visión, de Martí como fuerza de combate, se mantiene en las décadas siguientes (independientemente de la utilización que desde el poder se hiciera), en las fuerzas que están proyectando un cambio.

Por supuesto, el centenario del nacimiento de Martí (1953) incentivó nuevas miradas. José Zacarías Tallet expone: miro en mi derredor; con fervoroso/ afán busco a la patria que soñara/ tu alma sin par, y lo que me depara/ el ámbito es sombrío y angustioso.// Pedestal y no ara de unos cuantos,/ para bien de unos pocos, y otros tantos/ blasfemando tu nombre día a día.// ¡No es esto aquello que tú predicaste!/ ¡No es esto aquello por qué te inmolaste!/ Hay que cumplir tu sueño todavía…

Fíjense que hay una denuncia, más que una queja, y un llamado a actuar. Cuando Raúl Gómez García, el poeta de la Generación del Centenario, escribe en vísperas del 26 de julio el poema Ya estamos en combate, ¿cuáles son las evocaciones que hace? Comienza “por el digno gesto de Maceo, por la dulce memoria de Martí”.

Voy a terminar con un fragmento de una composición de Carlos Puebla, poco conocida, de la década de los 50. Él canta: “Aquí falta, según veo, un nuevo gesto mambí, la palabra de Martí y el machete de Maceo”.

(Fragmentos de una disertación ofrecida por la también Doctora en Ciencias Históricas, durante el recién concluido Coloquio Voces de la República, que organiza en Sancti Spíritus la filial provincial de la Sociedad Cultural José Martí).

 

 

 

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