El viajero del Sahara.
Foto. / noaa.gov
El viajero del Sahara.
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El viajero del Sahara

En el verano de 2020 una gigantesca nube de polvo proveniente del desierto del Sahara viajó a través del océano Atlántico hasta América del Norte y del Sur, azotando con especial fuerza las islas del Mar Caribe. La franja que abarcó era tan extensa que la apodaron Godzilla, y astronautas de la Estación Espacial Internacional no ocultaron su asombro ante la dimensión del evento.

«Volamos sobre esta nube de polvo sahariana hoy, en el centro oeste del Atlántico. ¡Increíble cuán grande es el área que cubre!», escribió en Twitter el 21 de junio de 2020 el ingeniero Douglas Hurley, de la Agencia Espacial Estadounidense (NASA), al difundir la imagen captada desde el espacio por el satélite GOES-East.

La cortina polvorienta que afectó en su habitual recorrido a Cuba y otras naciones caribeñas “con las mayores concentraciones de partículas vistas en los últimos 50 o 60 años” –afirmó un reporte de la agencia Prensa Latina– quedó grabada también en imágenes difundidas en medios de comunicación cubanos y en redes sociales.

“Esa nube de polvo es una realidad sobre nuestro territorio”, aseguraron Ariel Ramírez y Dalia Domínguez en una publicación, el 25 de junio de 2020, en el perfil de Facebook de la Asamblea Municipal del Poder Popular de Palma Soriano, en la provincia de Santiago de Cuba. El hecho, agregaron, llamó la atención de los habitantes del lugar por la alta concentración de dicha nube, lo cual “la hacía visible sobre todo en las áreas despejadas, como sucede cuando en los límites de la ciudad se mira hacia el río Cauto y el lomerío cercano de la Sierra Maestra”.

La coloración blanquecina del cielo y la luz difusa que emana de las luminarias durante la noche son algunos de los indicios que revelan la presencia de dicho polvo en nuestro entorno más cercano. También se asegura que si alguien se para en el Malecón habanero y mira hacia el horizonte observará un borde lechoso; y si contempla la capital desde una elevación la verá envuelta en una bruma, a veces muy fuerte (sin que existan condiciones para la aparición de esta, un fenómeno local, propio de determinadas horas del día, en condiciones de sequedad).

Tales pistas son compartidas con el equipo de BOHEMIA por el doctor en Ciencias Físicas Eugenio Mojena López, asesor del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología (Insmet), quien inició sus investigaciones sobre este tema en Cuba en los años 70 del siglo pasado.

Entonces trabajaba en el departamento de Satélites del Insmet –del cual fue jefe durante 20 años–, donde había alguna tecnología que permitía estudiar ese fenómeno, recuerda el especialista. “Trataba de buscar las órbitas más idóneas, más lejanas hacia el este para ver dónde estaba el polvo y aprendí a reconocerlo. Posteriormente, a principios de los años 80, cursé la especialidad de Percepción Remota (Satélites) en Bulgaria, en el mar Negro, y estaba relativamente cerca del norte de África por lo que podía ver algunas imágenes también de esa zona”.

El viajero del Sahara.
“En la primavera y sobre todo en el verano las trayectorias de polvo se hallan frente al Caribe, por eso el período máximo de la presencia de este para Cuba es junio, julio y agosto”, afirma Eugenio Mojena. / Yasset Llerena Alfonso.

En la Academia de Ciencias de ese país europeo realizó luego el doctorado en Física en dicha especialidad y tras su regreso a Cuba empleó esos conocimientos a fin de crear una base de datos propia. “Afortunadamente, conté con un grupo de valiosos compañeros que me apoyó en la búsqueda de información porque este tema ha tenido siempre no pocos detractores”, confiesa.

En estos meses de verano, quienes vivimos en esta nación caribeña seguimos bajo el influjo de esa nube de polvo, un asunto que despierta cada vez más el interés de los científicos y del público en general ante los múltiples efectos que tiene sobre el planeta. Para ahondar en algunas de esas consecuencias, BOHEMIA conversa con el profesor Eugenio Mojena, quien comienza por definir qué son las tormentas de polvo del Sahara.

“Se trata de un fenómeno esencialmente meteorológico, que requiere determinadas características del suelo y ocurre bajo condiciones específicas. Por ejemplo, centros de bajas presiones sobre el Sahara, el Mediterráneo, los cuales producen tormentas eléctricas con vientos muy fuertes que levantan esas columnas de polvo; ciclones extratropicales que pasan por el Mediterráneo o sobre Europa y ocasionan vientos igualmente fuertes sobre el norte de África. A la par, tiene que haber baja condición de humedad, aire seco, caliente, persistente, y un suelo lo más seco posible, fragmentado”.

Bajo estas circunstancias, explica, cuando se produce la tormenta de arena y polvo, la partícula de arena, la cual es mayor de 100 micras (unidad de longitud equivalente a una milésima parte de un milímetro), se levanta 15 o 20 metros pero como es muy grande vuelve a caer allí mismo; mientras que la de polvo, inferior que aquella, se eleva hasta que sale del continente y empieza a viajar.

Añade el experto que sobre el desierto del Sahara existen una marcha interanual que caracteriza y diferencia un año de otro, y una estacional. “En marzo, con el inicio de la primavera, se comienza a activar la parte norte de África, la zona del Mediterráneo y empieza una actividad fuerte de ocurrencia de tormentas.

“Eso se incrementa en el verano y en ese proceso van desplazándose hacia el sur. En el otoño se reduce el suministro de polvo hacia el Atlántico norte y ya en el invierno esa trayectoria está totalmente inclinada al hemisferio sur. Yo lo represento como una regadera, pues ese polvo que viene viajando, va cayendo, moviéndose y llega un momento en que la regadera se queda vacía”.

Esta marcha espacio-temporal de la ocurrencia de las tormentas tiene un vínculo muy grande con los vientos alisios que son los que trasladan esas partículas super finas sobre el océano Atlántico, señala Eugenio Mojena. “Una cosa está relacionada con la otra”.

Estudios estadísticos realizados en Cuba durante décadas evidencian que la temporada de polvo del Sahara para la mayor de las Antillas es de marzo a octubre, afirma el especialista. “En la primavera y sobre todo en el verano esas trayectorias se hallan totalmente frente al Caribe, por eso el período máximo de su presencia para nuestro país es junio, julio y agosto”.

Aportes esenciales

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Nube de polvo en su avance hacia Cuba, con una concentración muy alta de partículas en suspensión. Imagen publicada el 22 de junio de 2020. / prensa-latina.cu

El auge de los estudios a nivel mundial acerca del polvo del Sahara, el desierto cálido más grande del planeta, ha sido posible gracias al desarrollo de satélites altamente especializados que han permitido obtener una visión global, así como una escala regional y local de la ocurrencia de las tormentas y del transporte de dicho polvo. Ese arsenal tecnológico ha facilitado a los investigadores profundizar en los efectos que tiene dicho fenómeno para el medioambiente, el tiempo, el clima, así como la salud humana, de los animales y las plantas, incluyendo a ecosistemas completos marítimos y terrestres.

“Uno de esos impactos es el enfriamiento del planeta –destaca el entrevistado–. Esto sucede por dos mecanismos: el forzamiento radiativo directo y el indirecto. El primero ocurre cuando el polvo que se halla en la atmósfera refleja la luz del sol y este, por tanto, calienta menos; y el segundo porque el polvo afecta las nubes, llueve menos y se alarga la vida de estas, las cuales al reflejar la luz solar favorecen dicho enfriamiento.

“También las toneladas de polvo que atraviesan el Atlántico fertilizan el océano –son la principal fuente de hierro e incorporan grandes cantidades de fósforo– y generan suelo. Asimismo, constituyen el abono del Amazonas porque vienen cargadas de esos y otros minerales que garantizan el balance de nutrientes de esa importantísima región del planeta”, ejemplifica el experto.

Por otra parte, está demostrado científicamente que dicho polvo es un modulador de la ciclogénesis y de la evolución de los ciclones tropicales, asegura Eugenio Mojena. En ocasiones, agrega, hay unas nubes de polvo enormes sobre el Atlántico y cuando eso ocurre están estableciendo la Capa de Aire del Sahara (Saharan Air Layer. SAL, sus siglas en inglés) que es una capa de inversión.

“Me explico: cuando esa masa de aire seca, caliente y polvorienta sale del continente africano se encuentra en su camino el aire fresco del Atlántico y empieza a solaparlo, comienza a moverse por encima, por tanto hay aire caliente arriba y frio abajo, o sea una inversión de temperatura. Entonces el aire que sale de abajo sube, pero cuando llega a esta capa superior no puede pasar.

“En tales condiciones las nubes no crecen, son muy bajas, chatas, porque no pueden franquear la SAL. Esta última genera una capa de estabilidad muy grande y crea así un ambiente hostil para la formación y desarrollo de los ciclones.

“Igualmente, esa nube de polvo refleja la luz solar y va enfriando el océano. Además, con ella viaja lo que se conoce como el African Easternly Jet, una zona de vientos muy fuertes en la tropósfera media que también conspira contra la formación de ciclones tropicales, pues estos necesitan una cizalladura vertical del viento muy baja –es decir, que sea más o menos estable en todos los niveles–a fin de que se pueda concentrar la energía requerida para su formación y gradual fortalecimiento”.

En general, se considera que evitar los ciclones es un efecto positivo –afirma Mojena López–. No obstante, admite que la falta de lluvia asociada a los organismos ciclónicos es un inconveniente para países como Cuba, donde estas precipitaciones son fundamentales.

Todo mezclado

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El abono del Amazonas es el polvo del Sahara porque este viene cargado de hierro, fósforo y otros minerales que garantizan el balance de nutrientes de la selva tropical más grande y con mayor biodiversidad de la Tierra. / fundacionaquae.org

Se conoce que el fenómeno del polvo del Sahara fue estudiado por Charles Darwin a mediados del siglo XIX. En enero de 1832 en su viaje por el Atlántico a bordo del Beagle, él pudo observar la presencia de un polvo fino que caía sobre el buque ensuciándolo todo y afectando los mecanismos de los instrumentos de precisión, e hizo referencia a que este procedía de África.

El naturalista inglésmostró tal interés por este suceso que recogió muestras que siguen siendo de gran utilidad para la comunidad científica internacional. “Él pensó que ese fenómeno, entre otras cosas, podía ser una vía para que los organismos pudieran viajar de un lugar a otro”, refiere Mojena y agrega que hoy se sabe que el transporte de las nubes de polvo entre continentes es un proceso clave en la dispersión biogeográfica de microrganismos, algunos de ellos patógenos.

En la actualidad el Sahara está muy antropizado. “Hay muchos Toyotas corriendo por ese desierto, por tanto gran número de personas y animales dejan allí sus desechos. Entonces, cuando ocurre la tormenta todo eso se levanta y el polvo es una mezcla heterogénea de partículas de polvo mineral y biopartículas (hongos, virus, estafilococos, ácaros, componentes fecales, detritos de todo tipo), pues los compuestos no solo pertenecen al desierto como tal, sino a las zonas al sur que son aledañas (Sahara-Sahel) donde se realiza una agricultura con el uso de productos químicos.

«El polvo actual no es el mismo que medía Darwin, entonces no tenía pesticidas ni herbicidas –advierte Mojena–. Por eso es preciso estudiar no solo la concentración de la nube y cuántas llegan, sino de dónde procede exactamente porque el Sahara no es homogéneo, hay diferentes regiones fuentes. No es lo mismo el polvo de Argelia que el de Sudán, eso hay que conocerlo porque en esa masa de aire viene todo lo que esté circulando en esa zona y lo que encuentra por su camino”.

Varios países de nuestra región como Estados Unidos y Puerto Rico mantienen un control sobre la calidad del aire, asevera el asesor del Centro de Pronósticos del Insmet, y opina que en Cuba es necesario reforzar la red de estaciones y establecer las destinadas a medir y clasificar el polvo del Sahara, las cuales deben estar aisladas de las fuentes de polvo urbano.

No se puede perder de vista que ese aire polvoriento tiene efectos dañinos en la salud humana, sobre todo en personas asmáticas, recalca el especialista. “Por eso se considera que este fenómeno ha convertido al Caribe en un corredor del asma con un 25 por ciento de su población afectada. No es el único factor que influye, pues esa enfermedad es multifactorial, pero sí agudiza la situación y eso lo hemos estudiado en Cuba”.

La vida marina y la actividad del turismo también son perjudicadas, señala el experto. Lo evidencia el arribo de los sargazos en cantidades enormes que cubren grandes extensiones oceánicas y las playas caribeñas, lo cual parece estar vinculado –tanto en su génesis como en su recorrido– al aporte de nutrientes suministrado por la masa de aire proveniente del Sahara, en especial el fósforo y el hierro que son abonos muy útiles para las algas.

Esa reproducción de sargazo es un fenómeno preocupante al punto de ser considerado un desastre medioambiental y económico. “Dichas algas transportan peces, crustáceos, moluscos y otras especies que al morir despiden un olor fétido y otros gases producto de su misma descomposición.

“Los primeros informes de tales brotes aparecieron en 2011 y han aumentado progresivamente. Su impacto lo seguimos de cerca como parte del monitoreo sistemático que hacemos del tema”.

Incertidumbre en el aire

El viajero del Sahara
La masa de aire proveniente del Sahara favorece la reproducción de sargazo, un fenómeno preocupante en la cuenca del Caribe. / cuartoscuro.com

La sequía crítica que ha agobiado al Sahara desde la década de los años 70 del siglo pasado hasta la fecha ha incrementado la producción de polvo.

“En aquel momento se incorporaban a la atmósfera alrededor de 500 millones a 1 000 millones de toneladas de polvo anualmente aportadas por todos los desiertos, y a inicios de este siglo (años 2004, 2005 y 2006) la cifra ascendió a 3 000 millones de toneladas. De ese total, se estima que cerca de 70 por ciento se origina en el Sahara. Por tanto, ha habido un incremento grande de dichas emisiones y del transporte de estas sobre el Atlántico, el Caribe y Cuba”, concluye el entrevistado. En lo que los científicos no parecen ponerse de acuerdo es en lo que ocurrirá en el futuro, si habrá aumento o disminución de la irrupción de polvo. Tan imprecisa como se vuelven los contornos de una ciudad envuelta en esa masa de aire polvorienta es la respuesta a tal interrogante, a juzgar por los estudios totalmente contradictorios que existen sobre el tema. Se necesitan más investigaciones.

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