Ellos me hicieron la cobertura

Con el ciclo Arte Naturaleza, organizado durante la 31ª Feria Internacional del Libro de La Habana, en el pabellón infantil Tesoro de Papel también se rindió homenaje a la figura del científico cubano Antonio Núñez Jiménez en el centenario de su natalicio


Eran cerca de las 10:00 de la mañana cuando aterricé en el Parque Histórico-Militar Morro Cabaña, sede principal de la 31ª Feria Internacional del Libro de La Habana. Llevaba conmigo, además de mis acompañantes de siempre (bolígrafo, agenda, gafas de sol y graduadas), un séquito especial, nada más y nada menos que 7 adolescentes -entre ellos, mi hija menor- quienes con su regocijo y vitalidad, no solo me hicieron el día más grato, también me aderezaron la cobertura periodística como solo ellos saben lograrlo.

A todo tropel, ingresamos por el acceso trasero de La Cabaña. Entre risas y chistes, aquella ‘muchachera’ me hizo sentir la adolescente más canosa de la historia. “Al stand 13-K”, repetía una de las niñas para movilizar al grupo después de las primeras fotos.

Socializar entre los más jóvenes aquellas acciones que atentan contra la biodiversidad y el equilibrio biológico son algunas de las prioridades de la Fundación Antonio Núñez Jiménez. / Roxana Rodríguez.

Todos andábamos todavía extasiados con el paisaje y la brisa mañanera que sopla al otro lado de la bahía de La Habana. “¿Dónde es el pabellón infantil?”, preguntaba otro de los chicos, intentando conectar la ubicación exacta del lugar. De nuevo, la algazara, las risitas, el brío y mis espolones amenazando con arruinar esta singular excursión-cobertura a la fiesta del libro y la lectura.

  Por fin desembarcamos en Tesoro de Papel, regazo cálido de la Editorial Gente Nueva durante la Feria en la capital. Allí nos esperaba Lourdes, la profe de Biblioteca, que se nos había adelantado para reservar unos asientos a la tropa de la algarabía.

En breve, reinó el silencio para suerte de los demás asistentes y, también, de esta cincuentenaria reportera. Comenzó la actividad, organizada por la Sociedad Cubana de Zoología; la Facultad de Biología, de la Universidad de La Habana, y la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, como parte de los homenajes que la cita literaria dedicó al centenario del notable científico, geógrafo, arqueólogo y espeleólogo cubano.

Algunos eligieron dejar su impronta en imágenes. / Roxana Rodríguez.

Sobre las aves silvestres cubanas y su caza furtiva para el comercio ilegal versó el taller infantil, del ciclo Arte- Naturaleza de aquel día, proyecto que ha realizado diferentes iniciativas, según comentaron Thais Lombao, especialista de Comunicación de la Fundación, y Shaima Legón, directora de la Editorial, adscrita a la institución investigativa.

Luego de apreciar un audiovisual sobre avifauna cubana, los niños y las niñas vencieron el reto de recordar varios aspectos explicados o citados en el documental, como la importancia de las aves para los ecosistemas, su composición (cantidad de variedades existentes en Cuba, entre endémicas, migratorias, extintas, introducidas o amenazadas), y el impacto que generan a la biodiversidad y equilibrio ecológico, la captura y compraventa ilícita de nuestras especies.

La muchachada, con “mi séquito especial” incluido, ganó una partida contra la ignorancia, participó activamente y demostró sagacidad e ingenio. Durante la pausa, algunos prefirieron contemplar los alrededores a través de binoculares; otros, pintar con plantillas o armar rompecabezas.

Minutos después, irrumpían en la escena los narradores orales del colectivo Para contarte mejor que, con sus ocurrencias y relatos, avivaron los ánimos, consiguieron carcajadas, incluso, en los adultos.

Al filo de la 1 de la tarde, concluyó la sesión inicial de las actividades infantiles. La ‘muchachera’, ahora atizada y rozagante tras la velada, volvió a la carga: “¿Y nuestros libros?, ya ahorita tenemos que regresar”, exigió el grupo a puro alboroto; en tanto se ponían de acuerdo a dónde “arrastrarme” primero, si a los puestos de las editoriales foráneas, los quioscos de materiales escolares o la carpa-librería de los títulos cubanos; por fin, se decidieron por la última y tal vez, mejor opción, apenas a unos segundos de resolver el dilema con “cara o cruz”.

La literatura para adolescentes a que aspiraban no la encontraron, al menos en la carpa; sin embargo, todos salieron satisfechos con, al menos, uno o dos volúmenes.

Y las obras concluidas… También jugando se aprende. / Roxana Rodríguez.

Desvanecidos difuntos, del mexicano Paco Ignacio Taibo II; Hacia la extinción, del argentino Oliverio Coelho; Hacer y deshacer el amor. 7 narradores cubanos contemporáneos, compilado por Alex Fleites; Compendio de gramática española y apuntes sobre redacción, de José Alberto López Díaz, fueron algunos de los textos que se llevaron consigo.

No obstante, se quedaron con ganas de hallar 100 Preguntas sobre José Martí, de la historiadora cubana Francisca López Civeira; o alguna historia de Arthur Conan Doyle y su famoso personaje Sherlock Holmes.

Saldada parte de las deudas literarias que nos llevaron a la Feria, mis acompañantes retomaron los postergados planes de echar un vistazo a los útiles escolares y los títulos de editoriales extranjeras, pero solo nos quedamos en el ‘vistazo’, la mayoría de los productos impresionaban más por lo elevado de los precios.

Elegimos mejor una nueva sesión de fotografías para el recuerdo. Cabaña arriba y abajo anduvimos por el mejor lugar y palomitas de maíz para amenizar. La ‘adolescente más canosa de la historia’ finalmente formuló su única y primera propuesta del día: “¿Podemos regresar ya?”.

Afloraron caritas quejosas por la retirada. El reloj ya marcaba 15 minutos para las 4 de la tarde. El silencio volvió a reinar por unos segundos más. De nuevo se formó el jolgorio y casi igual como si se hiciera la luz, regresaron las sonrisas; del otro lado de la bahía, en la casa, ya había mucha historia para contar.

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