Enojo en las calles de París

Los franceses protagonizan una de las más masivas protestas por la reforma de pensiones impulsada por el presidente Enmanuel Macron


Parafraseando el título de la famosa novela de Hemingway, París, ahora, no es una fiesta, las calles de la Ciudad Luz se sumergen continuamente en un caos desde hace semanas con las protestas de millones de personas por la reforma del sistema de pensiones que impulsa el presidente Enmanuel Macron. A modo de sorna, muchos dicen que protestar contra el Gobierno es una tradición de los parisinos, pero también lo es el interés de sucesivos mandatarios galos por incluir transformaciones en su sistema de pensiones, considerado motivo de orgullo nacional.

El pago de jubilaciones y asistencia social francés se concibe en lo que los expertos llaman “solidaridad entre generaciones”, que permite que la población económicamente activa paga un impuesto obligatorio para financiar a los jubilados; ello permite que todos los ciudadanos reciban una pensión estatal, la cual también recibe presupuestos del Estado. Al calor de la polémica actual, varios medios de prensa y agencias francesas y europeas señalan que un alto porcentaje de los habitantes de esa nación están a favor de este sistema, que ha tenido transformaciones en las últimas cuatro décadas sin perder su esencia.

París se ha llenado de barricadas y enfrentamientos con la policía. / aa.com.tr

No obstante, Macron y su gabinete consideraron que este modelo conllevaría que en unos años fuera insostenible económicamente y amenazaría su estabilidad. Para paliar la situación propuso elevar la edad mínima general de jubilación de 62 a 64 años (Francia tiene la más baja entre los países desarrollados de la región europea), la pérdida de privilegios para trabajadores del sector público y el incremento del número de años mínimos requeridos para acceder a una pensión por jubilación completa. Fue como lanzar gasolina en una fogata. Sin embargo, no es la primera vez que habló sobre el asunto. En 2019 adelantó algunos temas y lo convirtió en un punto de su campaña en las elecciones de 2022, donde se reeligió. Ahora viene por todas, a tal punto que, ante el peligro de que el Senado y la Asamblea Nacional no aprobaran su proyecto de ley, hizo uso de una prerrogativa constitucional y se saltó la votación. La bancada de la izquierda en la Asamblea Nacional cantó la Marsellesa cuando la primera ministra, Élisabeth Borne, anunció la decisión, pero ello no impidió que el Gobierno avanzara en sus objetivos.

La situación tiene connotaciones políticas para París, que hasta el momento se había mostrado estable ante la ola de protestas en varios países europeos y el vertiginoso ascenso de la ultraderecha. Analistas y políticos galos afirman que la coalición gubernamental, Renacimiento, ahora no solo está en desventaja numérica en las cámaras legislativas, sino que además ha perdido poder de maniobra para establecer alianzas con otras agrupaciones políticas, lo que impedirá impulsar otros objetivos de Macron en su segundo mandato. Esta situación pudiera llevar a la disolución del actual gabinete e incluso a la convocatoria de elecciones parlamentarias, algo que se considera más improbable.

El que Macron haya recurrido a polémico artículo constitucional que le permite ignorar la votación parlamentaria para imponer una ley hirió muy en el fondo a la opinión pública y a las fuerzas políticas, que consideran el hecho un atentado contra el alma de la democracia francesa, que se precia de ser un referente mundial. Mientras, la ultraderechista Marine Le Pen, finalista en la contienda electoral de 2022, ha sacado provecho de la situación que apalanca sus críticas al sistema democrático nacional y la acerca, por caprichos de la vida, a los intereses de la izquierda francesa, que, si bien a nivel político no aceptaría jamás una coalición con la extrema derecha, pudiera perder una gran cantidad de votantes que se moverían hacia este signo en las elecciones por venir.


CRÉDITO PORTADA

Emmanuel Macron ha intentado desde 2019 realizar cambios en el sistema de pensiones francés. / theguardian.com

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