Nació con un rey de ajedrez en una mano. Y cuando lloró… ¡quería las otras piezas y el tablero! Sí, claro, es una fantasía, mas su vida nos llevó a ella. El español Leontxo García es el periodista de este juego-ciencia más reconocido en nuestro idioma. Vino a Cuba para el torneo Capablanca. Salimos a buscarlo con dudas.

¿Se le habrá subido la fama a la cabeza luego de 37 años de éxitos? ¿Tendrá un espacio para atendernos? Fuimos sin cita. Llevábamos las preguntas anotadas, de forma algo improvisada, en un papel al que le faltaba un pedazo, desconociendo si la entrevista se daría o cuándo sería. Era como una partida a ciegas.

Con sencillez enseguida accedió a un encuentro de poco más de una hora (¡todo el tiempo que deseamos hasta agotar el cuestionario!), en los jardines del Hotel Nacional, sede del Capablanca.

“Lo considero un festival, porque dentro de él se juegan varios torneos”, dijo.

–Usted escribió 15 columnas cuando se cumplió un siglo de que Capablanca se convirtiera en campeón mundial (1921-1927) Llegó la computación, internet… ¿No tendremos los cubanos una exagerada valoración de su actualidad?

–No, creo tienen motivos de mucho peso para sentirlo así. De todos los clásicos que estudié me fue muy importante. Y pienso que lo mejor para explicarlo es contarles algo que parece no tener relación. Verán sí la tiene.

“El día que muere Bobby Fischer, en 2008, yo estaba en los Países Bajos. Ahí se encontraba Magnus Carlsen, tenía 17 años, y todavía no se había convertido, casi con 23, en el segundo campeón mundial más joven después de Garri Kasparov. Soy quien le da la noticia. Entonces me dio su opinión: ‘Lo que más admiro de Fischer es su capacidad para que nos parezca fácil lo que en realidad es dificilísimo’. Quedé muy impactado con esa respuesta, un genio de 17 años me estaba definiendo la genialidad de otro”.

–Muy interesante.

–Esa apreciación me sirve para detallar lo que yo siento con las partidas de Capablanca. No son como las de Alekhine, muy complejas. Las de Capablanca parecían sencillas, pero en realidad eran dificilísimas.

“Cuando me preguntan, lo cual hacen todas las semanas, ¿cuál es el mejor jugador de la historia?, digo: En el ajedrez, más que en cualquier otro deporte, esa interrogante no tiene una respuesta rigurosa, porque más que en ningún otro cada uno de los campeones ha estudiado profundamente a todos sus antecesores.

“Por tanto, en términos brutos, es obvio que Carlsen es mejor que Capablanca, pues no solo lo ha estudiado a él, sino a todos los siguientes; además, porque Carlsen cuenta con computadoras que calculan millones de jugadas por minuto”.

–Se le ha escapado una sonrisa pícara.

–Ahora viene la pregunta difícil, pues no tenemos un termómetro para medirlo. ¿El talento natural de Carlsen es mayor que el de Capablanca? Creo, no obstante no deja de ser una creencia, que probablemente no. Y cuando pienso en la palabra talento puro, el primer nombre que me viene a la mente es Capablanca.

Faltaba mucho más

Si la entrevista hubiese terminado aquí valía ya la pena haber ido a buscarlo, pedirle a Carlos Rivero, comisionado nacional, presidente de la Federación Cubana, que nos presentara cuando bajara, lo cual hizo con total amabilidad. Pero faltaba mucho más…

Leontxo García es periodista de El País, donde mantiene desde 1985 una columna diaria sobre este deporte, escritor, conferenciante, investigador, presentador y comentarista de torneos; experto en pedagogía y aplicaciones sociales del ajedrez, del cual es asesor de la Federación Internacional. En 2019 la Federación Europea, en su primera entrega, lo distinguió como el mejor periodista especializado en ajedrez del continente. El Gobierno español le concedió la Medalla al Mérito Deportivo en 2011. Ha recibido varios premios internacionales, y visitado casi 100 países.

–¿Por qué vino a Cuba?

–La Federación Cubana me invitó a dar tres conferencias. Los temas: Ajedrez enseña a pensar; el ajedrez es el mejor gimnasio para la mente, y el ajedrez quita cárcel y reinserta.

“Ese último título me lo inspiró un preso peligroso, quien gracias al juego-ciencia se convirtió en una persona modelo. Él lo expresó así: ‘El ajedrez nos quita mucha cárcel, porque cada hora que pasamos jugando ajedrez pasa más rápido y no pensamos en cómo conseguir droga. Nos absorbe’. Por cierto, en una de mis conferencias aquí en La Habana salieron a relucir buenas experiencias en Cuba de cómo puede ayudar en la reeducación.

“Esas conferencias se hicieron coincidir con el Memorial Capablanca, en el cual, por casualidades, no había podido estar nunca.

“Me parecía que era una obligación moral para mí venir por lo menos una vez, pues siempre me coincidía con otros compromisos. También guardo un recuerdo maravilloso de Cuba. Estuve en 2010, con mi esposa. Impartí dos conferencias y luego alquilamos un coche, hicimos unos 4 000 kilómetros por la Isla, nos llevamos un recuerdo magnífico, y el deseo de volver”.

Ha estado a partir de 1985 en todos los maches por la corona mundial, desde el segundo Anatoli Karpov-Garri Kasparov (dos meses y medio en Moscú); los conoce a ambos; a la mamá de Kasparov; a gran cantidad de jugadores; presidentes de la Federación, y a varios los ha criticado muy duro en sus trabajos periodísticos.

¡Qué opiniones!

Lo invitamos a darnos rápidas opiniones sobre jugadores.

–Robert Bobby Fischer.

–Lo conocí en profundidad. Me encontré tres veces con él en secreto antes de que reapareciese en 1992. Uno de los individuos más inteligentes que he conocido, también era un enfermo mental, por desgracia.

“La mejor definición de lo que era Fischer me la dio un psiquiatra irlandés que lo trató mucho en sus últimos años: ‘Casi siempre las personas normales pensamos desde dentro de una caja, en ocasiones salimos de ella, y rápidamente volvemos. Los genios salen de esa caja con frecuencia, pero a veces no son capaces de volver, y es lo que llamamos locos”.

–Kasparov.

–Representa a las fuerzas de la naturaleza volcadas sobre un tablero de ajedrez. Su madre es una de las personas más duras, más fuertes que he conocido. Ella lo educó para solo tener objetivos grandiosos. Su vida no tendría sentido de otra forma.

“Primero fue el campeón mundial más joven de la historia, al destronar a un súper ídolo nacional como Karpov, y continúa siéndolo, luego de ser el número uno durante 20 años consecutivos”.

–Ya nos habló de Carlsen, quien era uno por el que le íbamos a preguntar. ¿Quisiera añadir algo más sobre él?

–Carlsen es un buen campeón para el siglo XXI, porque si bien ya es un producto, en el mejor sentido de la palabra, de las computadoras, de la inteligencia artificial aplicada al ajedrez, conserva todavía un poco del espíritu clásico.

Es capaz de distinguir entre el ajedrez, digámosle científico, y el de carne y hueso. Eso le hace más grande. Además, ha comprendido desde el principio que el campeón del mundo tiene obligaciones morales, que no basta con ganar mucho dinero y poseer el título por mucho tiempo.

“Un ejemplo de ello: nada más estalló la pandemia habló con su empresa, Play Magnus, de la cual es el principal accionista, y a toda velocidad fundaron un circuito de partidas rápidas. Yo no creo que eso sea rentable, sin embargo fue fantástico para que el ajedrez haya sido quizás el deporte más practicado durante ella”.

–Le pregunté por cuatro. Le dejo un quinto a su elección.

-Dificilísimo escoger uno solo. Si tuviera que hacerlo debo hablar de Karpov.

Porque la gloria de Kasparov casi no existiría, o sería mucho menor, sin Karpov. Los dos mantuvieron la mayor rivalidad en la historia de todos los deportes. Esto lo he estudiado y comprobado.

“Además, Karpov es, por méritos propios, uno de los ajedrecistas más brillantes de la historia. No olvidemos que durante 10 años consecutivos, de 1975 a 1985, ganó todos los torneos que jugó. Todos. La rivalidad era fuerte, los demás no eran aprendices.

“Es, más allá del ajedrez, un deportista increíble. Todavía hoy, con 71 años, sigue híper activo. Tiene una escuela de ajedrez a su nombre. No necesita ganar dinero, lo tiene de sobra, para él, y posiblemente para sus descendientes, continúa activo, y es del tipo de campeones que hacen mucho por el bien común, quienes me parece que son especialmente loables”.

Últimos movimientos

Hizo dos normas de Maestro Internacional antes de descubrir que su pasión por el periodismo era mayor que la de ser jugador, tiene 66 años de edad, y a veces reacomoda en la butaca su estatura (1.85 metros) y corpulencia (200 kilogramos).

–¿Por qué afirma que “el ajedrez es como una novela”?

–Hay muy pocas actividades humanas que tengan 1 500 años. No es difícil deducir cuántas cosas interesantes han ocurrido, cuántos centenares de personajes de películas o de novelas hay en ese tiempo. Es decir, el ajedrez es una de las actividades humanas más novelescas, o que puedan dar pie a novelas.

El propio entrevistado es toda una novela: sus visitas para llevar el ajedrez a cárceles de alta seguridad por si solas ya lo son, con 25 controles para entrar, también para salir, y mil historias.

En nuestro teléfono Huawei quedó grabada una conversación de casi una hora (57:55:19 quizás hubiera escrito Gabriel García Márquez con su amor al dato exacto), la cual debimos ajustar por razones de espacio ¿Volveremos con lo muy interesante que nos quedó en la computadora? No lo prometemos. Quizás…

Le agradecí en la despedida el extenso tiempo concedido.

“Es que tuvimos química desde el principio”, me dijo con un sorprendente y agradable jaque mate.

[quote]Voy con una de esas confesiones que tanto les gustan a los lectores. El título original de esta entrevista era Y se enamoró de la diosa Caissa, el cual me sigue encantando. A la mañana siguiente de casi terminarla, en cuanto me desperté, todavía sin poner los pies en el piso, me enviaron el cambio: ¿Es Capablanca el más talentoso? Quizás fue una colaboración de la propia diosa del ajedrez con BOHEMIA.[/quote]

Ojalá Leontxo García viva muchos años más ayudando a tantas personas a comprender la magia del ajedrez. Y, volviendo a la fantasía del primer párrafo, se nos ocurre una especulación. Cuando le llegue el día final en su tumba le grabarán… ¡UN REY!