Félix Varela, el primero que nos enseñó a pensar en la Patria

En el aula, introdujo una lección dedicada al patriotismo o a los deberes con la Patria, como parte de su labor de formar compatriotas de conciencia


Hay hombres y mujeres que se adelantan a su tiempo. Incluso en momentos de desaliento e indefiniciones, de esclavitud y despotismo, avizoran un futuro promisorio de libertad e igualdad. Ellos son los precursores. Y el presbítero Félix Varela es uno de ellos.

Imaginó a Cuba como nación independiente en una época en que ni siquiera éramos los cubanos mayoría en nuestro archipiélago, superados numéricamente por la suma de peninsulares y esclavos nacidos en África.

Sacerdote, maestro, escritor, filósofo y político, Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales nació el 20 de noviembre de 1788, en La Habana. / Tomada de bnjm.cu

Se sabía precursor y con su lema “Hacer lo que debe hacerse”, se impuso la labor de formar compatriotas de conciencia, tarea que tuvo en uno de sus discípulos, José de la Luz y Caballero, su mejor continuador.

Algunas festinadas inferencias le achacan al Padre Varela una falta de radicalismo por no haber apoyado tal o mas cual conspiración.

Él interpretó correctamente la realidad de su tiempo. Sabía, y afirmó más de una vez, que una revolución independentista en Cuba era inevitable, pero comprendió que en su momento, primera mitad del siglo XIX, no había condiciones para esa revolución.

“Si usted llama revolucionario a todo aquel que trabaja por alterar un orden de cosas contrario al bien del pueblo –aseveró en una ocasión– yo me glorio de contarme entre esos revolucionarios”.

Como él mismo dijera metafóricamente, su labor fue comenzar a “chapear” el campo para que alguien después, con un machete mejor y el hábito de manipularlo que él no tenía, emprendiera de nuevo el trabajo.

Serían sus discípulos y los discípulos de sus discípulos quienes en 1868 blandirían ese machete, en una isla donde los cubanos blancos, negros y mulatos libres ya totalizaban más de las dos terceras partes de la población.

Un veterano militante comunista, Gaspar Jorge García Galló, definió a Varela como “el primer combatiente por la escuela y la Patria”. En el campo de la pedagogía, el presbítero no solo introdujo los experimentos de laboratorio en las clases de Física y Química, sino que auspició una enseñanza basada en el método analítico en la cual “la memoria tenga muy poca parte y el convencimiento lo haga todo”.

“El verdadero maestro del hombre es la naturaleza”, afirmaba. A partir de esta, de la realidad inmediata, al alumno se le “enseña primero en pensar”, es decir, que antes de emprender algo, hay que analizarlo, esbozar un plan.

En el exilio editó El Habanero, publicación en la que fundamentó conceptos básicos de su independentismo. / Autor no identificado.

Al impartir Filosofía, razonaba que pobres resultados tendrá quien trate de explicar los problemas sociales desde abstracciones sino ejemplifica su asignatura con la vida diaria. Dicho de otro modo, poco comprenderá el concepto impartido, menos lo interiorizará y será incapaz de aplicarlo en la práctica.

Propugnaba, como parte de la enseñanza elemental para las primeras edades, textos que se caracterizaran por su brevedad y claridad sin tecnicismos absurdos que oscurecieran su comprensión. “Hablemos en el lenguaje de los niños y ellos nos entenderán”.

Consideraba un error garrafal el creer a los pequeños “incapaces de concebir ideas y que debe enseñársele tan mecánicamente como se enseñaría a un irracional […] Si conducimos a un niño por los pasos que la naturaleza indica, veremos que sus primeras ideas no son numerosas, pero sí tan exactas como las del filósofo más profundo”.

El historiador Eduardo Torres Cuevas, en un magnífico juego de palabras, afirma: “También fue el primero que nos enseñó a pensar en la Patria… Es el primero que introduce una lección dedicada al patriotismo o a los deberes del hombre con la Patria”.

Siendo titular de una cátedra en el Seminario de San Carlos, a Varela lo eligieron diputado a las Cortes españolas. Allí, en 1823, defendió la abolición de la esclavitud y el derecho de los pueblos latinoamericanos a la independencia.

Si al principio apoyó planes autonomistas para Cuba, pronto se desengañó de España. De ella dijo: “Es un cadáver, y no puede dar más que corrupción y principios de muerte. Nada hay que esperar”.

Ante el anexionismo, se mostró contrario “a los que de buena fe quieren esperar de los extranjeros lo que solo deben de esperar de sí mismos […] Estoy en contra de la unión de la Isla a ningún gobierno y desearía verla tan isla en lo político como lo es en lo natural”.

Por sus ideas, la España colonialista lo persiguió y tuvo que marchar al exilio. Libre de censuras, editó El Habanero, publicación en la que fundamentó conceptos básicos de su ideario independentista.

Deteriorada su salud, marchó a la Florida estadounidense. Martí señalaría: “Aquel patriota entero que cuando vio incompatible el gobierno de España con el carácter y las necesidades criollas, dijo sin miedo lo que vio y vino a morir cerca de Cuba como pudo”.

Aún hay discrepancias con la fecha de su muerte. Según el acta de defunción, ocurrió el 25 de febrero de 1853, pero el padre Sheridan, testigo de su deceso, afirmó en una carta al arzobispo Hughes que el fallecimiento tuvo lugar el 18 de febrero de ese año.

Los restos del presbítero fueron traídos a Cuba en 1911 y depositados en una urna en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. / Tomada de tribuna.cu

Desde entonces se han sucedido los estudios sobre la impactante vigencia de su obra y pensamiento. Uno de sus biógrafos, Antonio Hernández Travieso, le calificó de “forjador de la conciencia cubana”, mientras que para Emilio Roig de Leuchsenring era “el primero de nuestros intelectuales revolucionarios”, y para el marxista García Galló, “uno de los fundadores de la Patria verdadera”.

  • Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la Obra de la Vida 2021.

Fuentes consultadas

Los libros Félix Varela, los orígenes de la ciencia y la conciencia cubanas, de Eduardo Torres Cuevas; Félix Varela, biografía del forjador de la conciencia cubana, de Antonio Hernández Travieso; y el Bosquejo histórico de la Educación en Cuba, de Gaspar Jorge García Galló. La compilación Obras de Félix Varela (edición de 1997)

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