FEU, una organización comprometida con su época
FEU, una organización comprometida con su época

FEU, una organización comprometida con su época

En sus 100 años de existencia siempre ha estado en la primera línea en la defensa de la patria.


En un principio eran alrededor de una treintena. Fundaron entre febrero y abril de 1922 una fraternidad universitaria a la que nombraron Manicato, palabra aborigen que significa valentía. Un alumno de primer año de Derecho, Nicanor Mac Partland, a quien la posteridad conoce con el nombre de Julio Antonio Mella, fue elegido jefe bajo la denominación de Hermano Mayor.

De enseña, escogieron un triángulo rojo marrón –que luego devendría el color distintivo del movimiento estudiantil–, con tres equis blancas (30 en números romanos). El acto de iniciación lo realizaron a media noche en la Necrópolis Cristóbal Colón, ante el panteón de los ocho estudiantes de Medicina fusilados por el colonialismo español que se erigió allí por iniciativa de Fermín Valdés Domínguez. Tras la lectura de párrafos del discurso Los Pinos Nuevos, de José Martí, juraron dedicarse por entero a la depuración de la patria y la Universidad.

Días antes, en enero de ese año, muchos de sus miembros participaron en la creación de la Comisión Atlética de la casa de altos estudios para promocionar el deporte en esa enseñanza, a la cual asignaron como emblema el perfil de un indio Caribe, en prueba palpable de cubanía.

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Julio Antonio Mella, su fundador.

En franca y colonizada mimesis de los colegios estadounidenses, en la Universidad (nacional, porque era la única del país) se había hecho tradicional en los días iniciales de cada curso las llamadas “novatadas” en las que se humillaba a los alumnos de reciente ingreso. Los Manicatos emprendieron su erradicación mediante la fuerza, lo que le granjeó las simpatías de gran parte del alumnado.

Surge la FEU

Muchas eran las lacras que lastraban la enseñanza superior en la Cuba de entonces. Desde el punto de vista académico se hacía necesario actualizar algunos arcaicos y obsoletos programas de estudio. No todos los profesores eran ejemplos de honestidad y profesionalidad, pues algunos mercadeaban con las notas o se mostraban despóticos con sus discípulos. Iba ganando adeptos entre el estudiantado la idea de crear “una federación que nos haga fuertes y capaces para defender nuestros derechos”, como Mella había propuesto desde las páginas de la revista Alma Mater

El detonante fue un incidente con un profesor corrupto en la Escuela de Medicina. El claustro, dominado por los reaccionarios, apoyó mayoritariamente al deshonesto docente. Representantes de las asociaciones de alumnos de las cinco escuelas existentes (Medicina, Letras y Ciencias, Farmacia, Derecho y Odontología) constituyeron, el 20 de diciembre de 1922, el Directorio de la Federación de Estudiantes de la Universidad de La Habana. El primer turno en la presidencia le tocó ocuparlo a Felio Marinello, un ferviente luchador por la Reforma Universitaria. Le sucedería a partir del 20 de febrero de 1923 José A. Estévez, en su condición de vicepresidente primero. Como secretario designaron a Julio Antonio Mella; como tesorero, a Félix Guardiola. Los cuatro pertenecían a los Manicatos.

A partir de la fundación de la FEU, los educandos comenzaron a exigir la reforma de los planes de estudios, la autonomía universitaria y su participación en el gobierno de la casa de altos estudios. Los de Medicina se declararon en huelga y el decano de la Facultad, doctor Diego Tamayo, renunció en solidaridad con ellos.

El 12 de enero de 1923, en el Aula Magna, se celebró una asamblea convocada por la organización estudiantil. Participaron, entre otros, intelectuales y profesores progresistas, Enrique José Varona y Eusebio Hernández, así como el subsecretario de Instrucción Pública, Antonio Iraizoz. Varona propuso que se creara una comisión de docentes y alumnos para estudiar y resolver los problemas planteados por el estudiantado. El rector Carlos de la Torre aceptó esta solución. El movimiento por la Reforma Universitaria se había puesto en marcha.

Los profesores reaccionarios, mayoría en el Consejo Universitario, no se dieron por vencidos y comenzaron a preparar una reunión en la que se emitiera un voto de censura al Rector. La FEU organizó la ocupación del centro por su alumnado y a la entrada de la Universidad (una pequeña escalinata que accedía a L y 27, pues la actual, presidida por el Alma Mater, aún no estaba construida) desplegaron una bandera cubana para que quien allanara el centro tuviera que pisar la enseña nacional.

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Rafael Trejo, el primer mártir del estudiantado universitario.

Ante la intransigencia de los jóvenes, los elementos retrógrados del claustro tuvieron que hacer concesiones. A finales de febrero, un decreto gubernamental reconoció la personalidad jurídica de la Federación de Estudiantes y el derecho del alumnado a intervenir en el gobierno de la Universidad.

La lucha por el adecentamiento institucional continuó. A iniciativa de Mella, en octubre se efectuó el Primer Congreso Nacional de Estudiantes –en el cual se aprobó una condena a la Enmienda Platt– y, un mes después, se inauguró la Universidad Popular José Martí, en la que muchos miembros de la FEU fungieron como profesores. Pronto muchos comprendieron que no bastaba con reformar la Enseñanza Superior, había que transformar radicalmente el país.

Contra todas las tiranías

Con el advenimiento del general Gerardo Machado a la presidencia de la República el 20 de mayo de 1925 se cercenaron las libertades democráticas y muchas de las conquistas de la Reforma Universitaria fueron revocadas. A elementos progresistas, como Julio Antonio Mella, los persiguieron o expulsaron de la casa de altos estudios. Pero no pudieron extirpar la rebeldía estudiantil.

En 1927, cuando el tirano intentó eternizarse como mandatario, se creó el Directorio Estudiantil Universitario (DEU) contra la prórroga de poderes, el cual contó con figuras que luego destacarían en la lucha como Gabriel Barceló, Antonio Guiteras y Eduardo Chibás. En represalia, el sátrapa ocupó militarmente el centro y decretó sanciones a más de 100 alumnos, algunos con expulsión definitiva.

Pareció entonces que la Universidad había sido domesticada. Pero en la mañana del 30 de septiembre de 1930 se levantó nuevamente y en manifestación fue a pedirle la renuncia al tirano. Para que no hubiera dudas, una bandera cubana encabezaba el desfile y un trompetista tocaba a degüello.

La Policía del régimen trató de detener a la muchachada. Los jóvenes solo disponían de puños y piedras contra las armas de fuego. Cayó mortalmente herido Rafael Trejo. Pablo de la Torriente Brau, brutalmente apaleado, tuvo que ser llevado a un hospital. En la revista Alma Mater aparecerían luego dos trabajos suyos sobre los sucesos de aquella mañana. En uno de ellos convocaba: “¡Arriba muchachos, que la dignidad de Cuba es hoy menor de edad!”. La juventud cubana le declaró desde entonces la guerra a muerte al machadato, hasta su derrocamiento el 12 de agosto de 1933.

Con el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, perpetrado por Fulgencio Batista, hubo otra vez tiranía. También, como pronosticó Fidel, hubo nuevos Mella, Trejo y Guiteras. Para estos tiempos se irguieron otras universidades, como la de Oriente (1947) y la Central de Las Villas (1952). Lejos de atenuarse, la rebeldía estudiantil se multiplicó.

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El ascenso de José Antonio Echeverría a la presidencia de la FEU de Universidad de La Habana catapultó a las fuerzas revolucionarias a la dirección de la organización.

El ascenso de José Antonio Echeverría a la presidencia de la FEU de la Universidad de La Habana catapultó a las fuerzas revolucionarias a la dirección de esta organización y coincidió con procesos análogos en los otros centros universitarios. El movimiento estudiantil capitalino adoptó la estrategia de Fidel de desencadenar la insurrección popular armada y su brazo armado, el Directorio Revolucionario, suscribió junto con el Movimiento 26 de Julio la histórica Carta de México, en cumplimiento de la cual se organizó el levantamiento del 13 de marzo de 1957. De las tres universidades partieron combatientes para incorporarse a las columnas rebeldes en las montañas y a la lucha clandestina en las ciudades.

Siempre comprometida con su época, en sus 100 años de existencia la FEU ha estado en la primera línea de combate por la defensa de la patria. Ya fuera como alfabetizadores, milicianos en Girón y en la lucha contra bandidos, apoyando las movilizaciones agrícolas, cumpliendo misiones internacionalistas, acudiendo en todo momento al llamado de la Revolución.

*El autor es periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida.

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Fuentes consultadas

Los libros Historia de la Universidad de La Habana, de Ramón de Armas, Eduardo Torres Cuevas y Ana Cairo; ¡Presente! Apuntes para la historia del movimiento estudiantil cubano, de Juan Nuiry; La Habana insurrecta, de Pedro Antonio García, y el ensayo Los XXX manicatos. Una fraternidad legendaria, de Jorge Lozano.


CRÉDITO

Fotos: Autor no identificado.

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