Vacas sueltas

Vacas sueltas.
Tal vez represente una escultura (viva) al descuido y a la indolencia de quienes tienen la responsabilidad de prevenir y evitar. Foto. / Pastor Batista Valdés.

Mientras me apresuro a tomar la foto –temiendo que la vaca abandone su “elegante” posición–, desde un camión que circula en dirección contraria me llega una voz: “¿Periodista, quién hizo esa esculturaaaaa?”.

Y, sin saber si quienes van encima del carro me escucharán o no, respondo: “¡La indolenciaaaaaaa!”.

Por la risa que largan constato que les llegó completa la frase, pero ya mi atención no está en ellos, sino en el animal que, efectivamente, sigue plantado de forma tan campechana en el separador de la doble vía y que en verdad parece más una obra modelada por la mano del hombre que resultado de la reproducción pecuaria.

El asunto, sin embargo, no es tan gracioso como puede parecer. Sueltos, en idénticas condiciones, o lo que es igual: con idéntica irresponsabilidad, cientos, miles de reses, equinos, ovinos… campean a sus anchas por vías principales y secundarias, dentro del perímetro urbano o en autopistas, carreteras y caminos, con un saldo de accidentes que siguen cobrando vidas humanas y causándole al país enormes pérdidas materiales.

Tal y como hace algún tiempo escribió el colega Freddy Pérez Cabrera, corresponsal del periódico Granma en Villa Clara, todavía se recuerda con tristeza aquel accidente masivo en la autopista nacional, en el que perecieron 34 personas y 72 resultaron lesionadas, como resultado de la colisión entre un ómnibus con pasajeros y una rastra… por culpa de un animal suelto en plena vía.

Ejemplos (lamentablemente) hay muchos, desde Maisí hasta San Antonio. Del mismo modo de uno a otro extremo del archipiélago sigue siendo “habitual” la causa que los provoca: animales fuera de todo control.

A veces se torna tan recurrente ese fenómeno que puede prevalecer la impresión de que “nadie hace nada por evitarlo o por enfrentarlo”.

Informaciones de prensa, sin embargo, han demostrado en distintos momentos y lugares que sí se actúa. Otra cosa es que no se haga con el rigor y la sistematicidad que un peligro así requiere.

En Sancti Spíritus, por ejemplo, se ha procedido durante años al decomiso de animales y a la aplicación de multas, en correspondencia con lo establecido. A la par, se ha insistido en el aseguramiento de cercas contiguas a los senderos, advertencias a los propietarios de ganado, integración de empresas y organismos… pero lo real es que vacas y caballos, sobre todo, siguen reinando a sus anchas, junto a la vía y a veces encima de ella.

No pocos ciudadanos ven el asunto como inherente a la Policía, a Tránsito. Mas, sin restarle fuerza a esas autoridades, en la solución del problema deben intervenir otros actores, comenzando por las unidades y estructuras del Ministerio de la Agricultura, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños y otros propietarios estatales o particulares de ganado, además del sector del transporte y las comisiones municipales de Seguridad Vial.

La Resolución No. 970 del 2016, emitida por el Ministerio de la Agricultura, establece claramente que las personas naturales y jurídicas propietarias de ganado mayor, o autorizadas a pastoreo en sus tierras, “tienen la obligación de garantizar que los animales no pasten o deambulen en áreas urbanas, franjas de seguridad de carreteras, caminos, vías férreas, instalaciones recreativas, turísticas, deportivas, áreas interiores de centros educacionales y zonas agrícolas ajenas”.

La ley, en fin, está ahí, aprobada, vigente, concebida para que sea cumplida. Se trata entonces de lograrlo, y punto. Nadie piense que resultará fácil. Solo que, si se actúa a medias, con lentitud o intermitencias, la solución se tornará mucho más difícil y lejana.

Eso es válido para la sempiterna manía que tienen algunos ciudadanos de circular de noche o de madrugada a caballo o en vehículos de tracción animal, práctica que está terminantemente prohibida y que sin embargo muchísimos individuos siguen violando de manera flagrante, muchas veces bajo ingestión de bebidas alcohólicas, cualquier día, con énfasis durante los fines de semana.

Si bien no son los animales la principal causa de accidentes, sí figuran entre ellas, tal y como consta en informaciones de prensa, en informes y en balances de Tránsito.

Por ello es tan necesario acorralar al fenómeno entre todos. No es un capricho. Con razón muchas personas califican a los accidentes de tránsito como una pandemia. En esencia, lo es. Jamás he olvidado un dato ofrecido por la Organización Mundial de la Salud hace más de una década. Alrededor de un millón 250 000 personas fallecieron en el año 2010 por el mencionado motivo, o lo que es igual: una muerte cada 25 segundos. ¿Duro, verdad?

Y concluyo preguntándome: ¿Pero acaso un accidente no es evitable?

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2 comentarios

  1. Ese tema tiene otras aristas porq aunq no es menos cierto q hay quienes son despreocupados también hay otro problema y es la falta de alambres de púas o lo caro q está el q se consigue y el robo indiscrininado del mismo por ej para confeccionar palillos,eso es uno de las cosas q afectan a la ganadería,pienso ahora q también en países desarrollados en las carreteras cruzan animales,como venados y existen en esas zonas señales de tránsito advirtiendo a los choferes.

  2. Totalmente de acuerdo contigo, Teresa Olivera. Por eso es tan importante que ustedes, los lectores no solo lean lo que escribimos, sino que también opinen, hagan sugerencias… Efectivamente, la falta de alambre es un problema real que arrastra la ganadería estatal y sobre todo privada desde hace años. Puedo decirte que hace mucho tiempo, en la década del 90, si mal no recuerdo, escribí acerca del uso del llamado matacallos o cardona para cercar potreros y fincas. Es una alternativa más empleada hacia el oriente del país. Gracias por tu comentario en relación con ese tema y también lo relacionado con las señales. Salud para ti y tu familia.

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