Ese mar aliado del frío, el viento y la lluvia
Y permanecen: los habitantes acá; el inmenso mar allá, como quien no puede vivir sin el otro. Y es entendible, porque salvo los tiempos de grandes turbulencias, esa franja de mar y vida ofrece los más bellos paisajes que cualquier mirada pueda disfrutar
Por IRENE IZQUIERDO
Fotos: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA
Resulta tan cambiante como el estado anímico de las personas, con la diferencia de que es bastante predecible. Su explosión no es repentina, porque cuando sale a la luz algún aviso previo –sí, ese que se emite en diversos momentos por parte del Instituto de Meteorología-, es posible establecer estrategias, según las condiciones de la situación.
¿Aliados principales? El viento, el frío, la lluvia y su propia energía, capaz de alcanzar la fuerza del huracán que lo destruye todo, y luego regresa a la normalidad, como apenado por tanto daño.
Así pueden llegar a ser las penetraciones del mar en el Malecón habanero.
En ocasiones he pensado que en este amor y desamor entre el mar y los que pueblan el litoral hay una suerte de confabulación que solo ellos –nadie más- entienden.
Y permanecen: los habitantes acá; el inmenso mar allá, como quien no puede vivir sin el otro. Y es entendible, porque salvo los tiempos de grandes turbulencias, esa franja de mar y vida ofrece los más bellos paisajes que cualquier mirada pueda disfrutar.
Testimonio gráfico de estos días de mar levemente inquieto.
Querida Irene, como regla me abstengo de comentar los trabajos de los colegas, que siempre me dan satisfacción porque enriquecen el contenido propio de nuestro sitio, algo que seguramente agradecen los lectores y también porque suelen gustarme, de modo que me repetiría. Pero me animo a pecar con la excepción, por la novedad de que al leer varias veces tu texto acompañante de las excelentes imágenes de Jorge Luis, que me hacen casi sentir mojados los pies, trajiste a mi recuerdo otro que se estudiaba en la época de mi primer año de bachillerato (cito de memoria, con perdón del original de JRJ): ‘Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas…’ Anímate colega, tienes para eso
Gracias, Vitico. No tienes idea de cuánto me alegraese comentario, porque mis amigos insisten en lo mismo que me planteas. Recuerda que, de momento, tengo otras prioridades muy serias que andan sueltas. Y para escribir hace falta la cabeza fresca, y que haya inspiración…