Gómez, lo Máximo

Este 18 de noviembre Máximo Gómez Báez arribó a sus 186 años de fecundísima existencia.

Pobres, muy pobres de espíritu y de gratitud, quienes lo consideraron muerto con apenas 69 calendarios vividos, antes de su partida física el 17 de junio de 1905.

Dominicano de nacimiento (Baní, 1836) trascendió por sus extraordinarios dotes como caudillo y estratega militar durante las gestas libertadoras cubanas de 1868 y 1895.

No menos sorprendentes y envidiables, sin embargo, son su pupila política anticolonial y antimperialista, su pasión como esposo y su condición de padre.

Para descubrir o ampliar conocimientos en torno a la fecundísima obra humana, familiar, militar y política de El Generalísimo, usted puede reservar un breve tiempo y visitar la Quinta de los Molinos, en el Vedado, La Habana, otrora residencia de Gómez y museo hoy erigido a su modesta genialidad.

Aquí, algunas imágenes tomadas en ese lugar, donde el tiempo parece detenerse para, desde el pasado, confirmarnos que no podemos renunciar al futuro por intermedio de este presente, privilegiado a pesar de todos los pesares.

Foto familiar: Gómez, su esposa Bernarda del Toro (sentados), e hijos.
Fragmento de paternal y muy educativo consejo dado por Gómez a su adorada esposa en 1886.
Casi todo el que visita el museo desea llevarse un recuerdo así.
Al morir, con apenas 20 años de edad, Panchito era un verdadero hombre, de quien mucho tenemos que aprender hoy.
Confesión de Bernarda a su esposo, en relación con la muerte del hijo amado.
Bandera cubana utilizada por Gómez.
Cuánto nos falta por aprender de usted, Generalísimo.

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