Haydée Santamaría: torrente de valentía
Haydée Santamaría: torrente de valentía

Haydée Santamaría: torrente de valentía

La imagen que Yeyé dejó en su pueblo, en su Casa, como afirmara Roberto Fernández Retamar, no fue la de la estéril serenidad, sino la del bullir quemante.


Si unos sicarios me enseñaran en sus manos un ojo ensangrentado y me dicen que es de mi hermano, a quien le arrancarán el otro si no delato cierto plan; no sé qué haría.… Probablemente no sobreviviría a ese dolor.

Haydée Santamaría Cuadrado sí lo hizo. “Si ustedes le arrancaron un ojo y él no lo dijo, mucho menos lo diré yo”, le contestó la joven espartana.

No conformes con la actitud continuaron provocándola: “Ya no tienes novio te lo hemos matado también”, le decían en alusión al joven Boris Luis Santa Coloma. Otra vez ella contestó definitiva: “Él no está muerto porque morir por la patria es vivir”.

Pocos hubieran actuado con tal decoro. Fidel, al conocer lo sucedido en los sótanos del Moncada a Yeyé (así le llamaban sus más allegados) dijo: “Nunca fue puesto en un lugar tan alto de heroísmo y dignidad el nombre de la mujer cubana”.

Cuando sus enemigos, y hasta muchos de sus amigos, la imaginaban sumida en el sufrimiento, ella –por ese don de sobrevida que solo acompaña a unos pocos seres en el mundo terrenal– se crecía tras las rejas de la prisión de mujeres de Guanajay, alentando a sus padres y a todos los que lloraban la muerte del segundo jefe de la Generación del Centenario.

“Como ustedes pueden pensar, no tendrán más [a] Abel, [pero] si él desde Santa Ifigenia les ha dicho: quieran a Cuba, quieran a Fidel, y ustedes, aunque antes él se lo pidió, es hoy cuando han entendido esa verdad.

“Mamá, Nino, y tú sobre todo Mamá, si me dijiste tantas veces que yo nada más quería [a] Abel, que era el único que me importaba en la familia, y hoy vivo, no soy desgraciada; por qué tú no vas a vivir, no ser desgraciada. Van a vivir más que nunca para él, vas a amar lo que tanto amó; puedes dedicarte a defender lo que era la razón de su vida”, decía en carta enviada a sus progenitores.

Hacedora de Revolución

Dicen que en Haydée algo desapareció ese día cuando le acribillaron a su hermano y a su novio; yo también lo creo. Sin embargo, una misión de Fidel, preso en Isla de Pinos, alimentó su espíritu ávido de justicia. El líder le encomendaba, junto a otros revolucionarios, difundir la verdad sobre lo ocurrido en las acciones del 26 de julio, editar de forma clandestina La Historia me Absolverá y promover la campaña de amnistía para los asaltantes presos.

Haydée Santamaría: torrente de valentía
La familia Santamaría Cuadrado. De izquierda a derecha: Abel, Aida, Benigno, Ada, Joaquina, Haydée y Aldo. / Cortesía Museo Casa Natal Abel Santamaría.

En 1955, aquella misma muchacha rubia que dos julios atrás, a la entrada del Saturnino Lora, se arrastró bajo una lluvia de balas para socorrer a un enemigo herido, volvió a Santiago de Cuba y junto a Frank País organizó el alzamiento del 30 de noviembre de 1956.

Entonces era María e integraba la Dirección Nacional del M-26-7. Su fuerte: la lucha clandestina en las ciudades, no obstante, la Sierra Maestra la vio coronarse como heroína. A decir de ella, le hubiera gustado quedarse en las filas del Ejército Rebelde, pero siempre estuvo donde fue más útil.

A propósito de su virtuosismo como luchadora, años después, el Che le escribiría: “Veo que te has convertido en una literata con dominio de la síntesis, pero te confieso que como más me gustas es en un día de fin de año, a nuevo, con todos los fusiles disparados y tirando cañonazos a la redonda”.

Al guerrillero argentino la unía la pasión revolucionaria y la enfermedad; solían llamarse colegas de asma. A esta le hizo la guerra en Estados Unidos, donde no solo timoneó el grupo encargado de la recaudación de fondos para mantener la causa rebelde en Cuba, sino también el automóvil para los trasiegos en un territorio prácticamente desconocido.

Luego del triunfo de enero de 1959, Yeyé se consagró a la construcción de la nueva Cuba. Esta vez el líder de la Revolución puso en sus manos la responsabilidad de establecer nexos entre la cultura cubana y la tradición político-intelectual de Latinoamérica y el Caribe, a través de la prestigiosa Casa de las Américas, fundada y dirigida por ella durante 20 años.

La intrepidez de Yeyé

Tenía sus trucos para burlar a los esbirros. Lo mismo se hacía pasar por española refinada que por la guajira más sencilla. Si era preciso el vientre le crecía o se convertía en sirvienta doméstica.

Haydée Santamaría: torrente de valentía
El día que salieron de la prisión, las moncadistas depositaron una ofrenda floral en la tumba de Eduardo Chibás. / Archivo Granma.

En alguna ocasión, junto a Armando Hart y el doctor Martínez Páez, esperaba un transporte rumbo a Santiago de Cuba, en la Virgen del Camino, cuando vio acercarse varias máquinas cargadas de esbirros. “¡Corran!”, gritó a sus compañeros y corrió hasta una cuadra con muchos autos parqueados, donde se agazapó entre dos automóviles.

En eso vio acercarse a un chofer de alquiler, a quien le pidió que, por favor, la llevara a la Quinta Dependiente, porque tenía dos meses de embarazo y luego de presenciar aquel aspaviento de la Policía, se sentía muy mal, temiendo la posibilidad de un aborto.

Contaría la protagonista de esta historia al combatiente de la clandestinidad Carlos Amat, que el hombre hasta mostró disposición de esperarla, pero ella rechazó esa ayuda, porque su propósito real era alertar desde allí a la dirección del Movimiento sobre la captura de Hart y Páez. Tan pronto el taxista se alejó, hizo la llamada telefónica.

En Oriente también burlaría con intrepidez en varias ocasiones a sus perseguidores. Tal vez la más notoria fue en Santiago de Cuba, cuando se refugiaba junto a Vilma Espín en casa de la familia Ruiz Bravo, y llegaron los esbirros en busca de su compañera de andanzas revolucionarias.

Ante los golpes violentos en la puerta, todos quedaron estupefactos, excepto Vilma que se dispuso a “volar” por los techos colindantes en busca de una salida y, sin pensarlo dos veces Haydée se ofreció a recibirlos haciéndose pasar por la criada. La temeraria los convidó a entrar, les brindó café, un trago, incluso se adelantó a los guardias con la iniciativa de una revisión, la cual guio.

Haydée Santamaría: torrente de valentía
Yeyé en la Sierra Maestra. / Archivo Granma.

Igual de arriesgada en la Sierra Maestra. Cierta vez los rebeldes carecían de detonantes y ella se brindó para ir a la ciudad de Bayamo en busca de lo que necesitaban. Fidel se lo permitió, probablemente convencido de su habilidad para escabullirse de las redadas batistianas.

Con la carga de explosivos acomodados cual barriga sietemesina, venía de regreso en una máquina cuando unos soldados hicieron seña al chofer de detenerse. Entonces la osadía de la “embarazada” no tuvo límites: les pidió a los propios guardias que la acompañaran hasta el aserradero de Bueycito, porque si se topaba con esos “alzaos” a ella le daba “una cosa”.

Un ser especial en su sencillez

Muchos se preguntan cómo con un nivel básico de escolaridad (apenas un quinto grado), fue capaz de alcanzar el vuelo a intelectuales prominentes, entre ellos, Julio Cortázar, Eduardo Galeano, Mario Benedetti y Gabriel García Márquez.

La respuesta estaba en su esencia. Algo que superaba los títulos y nombres, un don que conquistaba el corazón del más docto y del más simple. Algunos lograron definir las virtudes, otros las sintetizaron en una anécdota, una expresión, un verso.

“Por entonces (cuando el nacimiento de la Nueva Trova a finales del año 1967 y comienzos de 1968), y aunque mis bríos a veces se pasaran de rosca, no entrar en contradicciones me parecía una cobardía y no ser impetuoso lo consideraba un defecto. Ante tales arranques, Haydée tenía una capacidad de comprensión y compasión enormes. Sabía leer, donde está escrito, el por qué cada cual es como es.

“Capaz de sentarse a discutir con quien fuera y de cantarle las cuarenta al más pinto. Maravillosamente, también tenía la admirable costumbre de no dejar que se hiciera leña del árbol caído […] Jamás podré olvidar que cuando en 1980 los trovadores Vicente Feliú, Lázaro García, Augusto Blanca y Saresquita Escalona fueron secuestrados y torturados durante un golpe de Estado en Bolivia, Yeyé transformó su oficina de Casa de las Américas en un centro de movilización internacional. Desde allí ideó y ejecutó el rescate de nuestros compañeros y no fue a descansar hasta saber que ya venían de regreso”. (Silvio Rodríguez, trovador)

“Haydée venía de La Habana y visitaba todas las casas, era muy simpática y compartía con todo el mundo”. (Efraín Amador, amigo de infancia de Yeyé)

“Los recuerdos se agolpan y a veces sonrío con ellos como si estuviéramos sentada una frente a la otra como solíamos hacer; otras, es inevitable, generan un estado de ánimo que resulta difícil vencer […] Hoy quiero hacer con ella, lo que ella trató de hacer con su hermano Abel, quiero a Yeyé viva por lo que representa”. (Melba Hernández, heroína del Moncada).

Haydée Santamaría: torrente de valentía
Junto a Gabriel García Márquez y Silvio Rodríguez, en Casa de las Américas. / Archivo Casa de las Américas.

“Cortázar era un escritor refinadísimo, talentosísimo, pero cuando hablaba con Haydée lo que hacía era escucharla. Este hombre que era dueño de todas las palabras se quedaba silencioso, escuchándola, admirándola, queriéndola”. (Roberto Fernández Retamar, poeta y ensayista)

“Los que la amaron, se han quedado huérfanos. / Cúbranla con la ternura de las lágrimas. / Vuélvanse rocío que refresque su duelo. / Y si la piedad de las flores no bastase / díganle al oído que todo ha sido un sueño. / Ríndanle honores como a una valiente/ que perdió solo su última batalla”. (Fina García Marruz, poetisa)

A los que intenten decirle cobarde a la heroína, por la decisión de haberse privado de la vida aquel 28 de julio de 1980, desde una dimensión poética, ya Cintio Vitier les contestó:

“Ojos de sobreviviente, de heroína, de resucitada […] Haydée se fue acercando a la muerte que le restaba por morir desde que sonó el penúltimo disparo del Moncada. Su muerte fue con ella, y por ella, totalmente muerta. Ahora es solo vida: vida de ella y nuestra”. Esa vez también fue valiente hasta lo sublime.

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Fuentes consultadas Los textos periodísticos Haydée: un retrato a cinco manos, de Marta Rojas (Granma, edición digital, 27 de julio de 2015); Apuntes para una canción a Yeyé, de Silvio Rodríguez (Cubadebate, edición digital, 1° de enero de 2014);Ayer murió Haydée, hagamos que renazca cada día, de Esther Barroso (Cubaperiodistas, edición digital, 11 de junio de 2022). El audiovisual Haydée Santamaría: mujer torrente, en el canal de Youtube de la Mesa Redonda. Serie de trabajos sobre Haydée Santamaría Cuadrado publicados en La Ventana.

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