Isabel Rubio
Mujer inspiradora y Capitana mambisa
De ojos y cabellos negrísimos, aquella mujer de familia adinerada abrió siempre las puertas de su casona en Paso Real de Guane a cuantos necesitaban alivio a sus penurias, medicina gratuita y hasta un lugar en la mesa
Dos mujeres pinareñas escriben sobre una coterránea cuyo fervoroso patriotismo y heroicidad a toda prueba dio su nombre a un pueblo: Isabel Rubio. Ofrecemos ambas crónicas a nuestros lectores, también como parte del merecido homenaje a Pinar del Río en 26.
Coraje y entrega de una Capitana mambisa

(Foto: tvsanjuan.blogia.com)
Tierra bañada por el río Cuyaguateje, mayor cuenca del occidente cubano, Isabel Rubio es un pueblo pequeño y coqueto por el cual inexorablemente hay que pasar si el destino es la cabecera municipal de Guane.
Cuentan historiadores que agradece su formación a la fertilidad de las tierras irrigadas por el Cuyaguateje, en cuyas aguas humedeció su rostro el Lugarteniente General Antonio Maceo, a su paso por la zona rumbo a Mangos de Roque durante la Invasión de Oriente a Occidente.
Cuna de hombres y mujeres valientes, debe su nombre a una cubana que protagonizó páginas heroicas de entrega a la Patria y cuyas hazañas constituyen motivo de orgullo para los habitantes de la comarca.
La Capitana de Occidente
Allí, en el entonces lugar conocido por Paso Real de Guane, nació el ocho de julio de 1837 Isabel Rubio.
Hija del médico Enrique Rubio, a los seis años sufrió la pérdida de su madre y una década después, cuando era admirada por su arrogante figura y simpatía natural, contrajo matrimonio con Joaquín Gómez.
La muerte de varios hijos y la súbita locura del esposo, marcó para siempre su existencia y templaron el alma de aquella mujer, que a los 58 años tuviera los mismos anhelos de la juventud y redoblado el propósito de lograr la independencia de Cuba del dominio español.
Además del dolor, quedó espacio en su pecho para dedicar a esa causa sus conocimientos farmacéuticos, bienes y propiedades y finalmente, con ese desprendimiento que caracteriza a los héroes, su propia existencia.
Ya en la Guerra Grande (1868) tenía ascendencia sobre los cubanos, pero fue en la década de los 80 del siglo XIX, etapa en la cual los aires conspiradores contra la metrópoli inundaban la zona que baña el río bravío, que su incansable labor de propaganda y proselitismo la distinguen como abanderada de esa lucha.
En aquella época estrecha las relaciones con la emigración cubana y José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez, le confían la organización y dirección de los grupos independentistas en el extremo occidental de la ínsula.
La capitana Isabel Rubio, por orden de Maceo, con agilidad inusual para sus casi seis decenios de existencia salió al encuentro del Titán de Bronce al arribo de la columna invasora a Paso Real de Guane, y tras el saludo, marchó al frente del escuadrón de caballería que días antes se había alzado en el lugar.
Maceo conocía de la incansable actividad de Isabelita, quien corriendo toda clase de riesgos ultimó los detalles en la zona en vísperas del 24 de febrero de 1895 y convirtió su casa en centro conspirativo.
Todos recordaban que cuando en abril de ese año fue detenido su hijo Modesto, junto a otros compañeros, acusados por conspirar contra el gobierno hispano, al ser liberados ella les dijo: “Muéranse antes de volver a dejarse aprisionar”.
Así era la estirpe de Mariana de esta pinareña, que como madre y abuela abrigó en su hogar al inicio en 1895 de la Guerra Necesaria a más de 100 huérfanos y cuando fue preciso partir a la manigua, la acompañaron su hijo y su nieto.
Llegó el momento de dejar la farmacia, el hogar de todos y con cuanto útil pudo cargar para salvar vidas, instaló un hospital de campaña en el occidente de la provincia, y como Capitana de Sanidad del Ejército Libertador cumplió luego la orden de moverlo hacia el centro de ese territorio.
El 12 de febrero de 1898 fue descubierto el campamento mambí y al salir a la puerta del bohío devenido hospital para conminar al enemigo a no disparar, porque dentro solo había mujeres, enfermos y niños, una descarga de fusiles la hirió en una pierna.
Como prisionera de guerra la trasladaron a la población más cercana, donde la cura recibida no pudo impedir la infección, y de ahí al hospital San Isidro, de la cabecera provincial, sitio en el que la gangrena y la fiebre acabaron con su vida tres días después.
Símbolo de la valentía de la mujer cubana, la mambisa Isabel Rubio escribió páginas heroicas y sus méritos le valieron para entrar a la historia de la Patria como la Capitana de Occidente.
Los hombres y mujeres que habitan la demarcación que lleva su nombre sienten sano orgullo hoy de poder andar y desandar los mismos caminos que años atrás recorrió la insigne patriota en busca de la añorada libertad. (Por Maritza Padilla Valdés, ACN)
Isabel, una mujer inspiradora

(Foto: telepinar.icrt.cu)
De ojos y cabellos negrísimos, aquella mujer de familia adinerada abrió siempre las puertas de su casona en Paso Real de Guane a cuantos necesitaban alivio a sus penurias, medicina gratuita y hasta un lugar en la mesa.
Así transcurrió siempre la vida de Isabel Rubio Díaz, la Capitana de Occidente una mujer cuya dulce mirada acompaña hoy toda causa noble emprendida por los cubanos, una cubana que es la patriota insigne de Vueltabajo y que en las cercanías del 8 de marzo siempre es referencia obligada.
Cuentan que desde los seis años, cuando perdió a su madre, llevaba en las manos un pañuelito blanco que nunca usó para secar una lágrima, a pesar de lo mucho que sufrió.
Isabel Rubio, padeció la muerte de tres de sus hijos, pero también penó por la Patria y a pesar de tanto dolor quedó espacio en su pecho para dedicarle a esa causa sus conocimientos farmacéuticos, sus bienes y propiedades y finalmente, con ese desprendimiento que caracteriza a los héroes, su vida.
Llegó el momento de dejar la farmacia, la casa de todos y con cuanto útil pudo cargar para salvar vidas, instaló un hospital de campaña en el occidente de la provincia, y como Capitana de Sanidad del Ejército Libertador (grado otorgado por el lugar teniente general Antonio Maceo), cumplió luego la orden de trasladarlo al centro de ese territorio.
En el trayecto curó a numerosos heridos, caminó tras la tropa, mitigó los dolores de los heridos con plantas medicinales y acudió a sus vestidos cuando se acababan las vendas.
El 12 de febrero de 1898 fue descubierto el campamento mambí y al salir a la puerta del bohío devenido hospital para conminar al enemigo a no disparar porque dentro solo había mujeres, enfermos y niños, una descarga de fusil la hirió en una pierna.
El 15 de febrero la muerte con su carga de dolor, intentó sepultarla. Sin embargo Isabel Rubio se multiplica hoy por razones muy bien resumidas por Juan Carlos Rodríguez, historiador de Pinar del Río.
“Le estaremos rindiendo tributo eterno a Isabel Rubio, por ser una de las patricias más eximias del Occidente cubano, una heroína epónima y una de las mujeres más destacadas de la Historia de Cuba”.
Hoy, las mujeres pinareñas continúan desde diferentes espacios la obra de la capitana de Occidente. Las he conocido trabajando en el surco, el monte, la vaquería, un aula, o un taller fabril… todas ellas, con su actuar demuestran por qué Mujer, es una palabra que debiera escribirse siempre con mayúscula. (Alina Cabrera Domínguez/ Telepinar)