20 Gritos de Dolores
EE.UU. no sería lo que es sin el gran robo a México
Con un imperialismo insaciable como EE.UU. de vecino, México siempre va a necesitar un Grito de Dolores, o 20 gritos como ha anunciado López Obrador.
Por Luis Manuel Arce Isaac

México, 15 sep (Prensa Latina) México revive hoy a medianoche el Grito de Independencia contra la Nueva España, conocido como Grito de Dolores porque fue lanzado en 1810 por el cura Miguel Hidalgo en la parroquia de esa localidad de Guanajuato.
El Grito de Dolores es el centro de las fiestas patrias, en plural, porque en septiembre coinciden el inicio y el final de la guerra de independencia que cierra el 27 de ese mes con el desfile del Ejército Trigarante en la ciudad de México una vez derrotadas las fuerzas de ocupación colonialistas.
Por tanto el 27, pero del año 1821, es considerado como el Día de la Consumación de la Independencia de México, después de 11 años de una cruenta y heroica gesta libertaria que costó la vida a miles de mexicanos y mexicanas.
Pero el mes de las fiestas patrias coincide con un hecho histórico de la mayor relevancia para México: la caída en combate frente a los invasores de Estados Unidos, de los seis niños héroes de Chapultepec.
Ellos protagonizaron la última y más dramática batalla contra la guerra expansionista del naciente imperialismo estadounidense que comenzó en 1846 y concluyó en 1948 con el botín de guerra perseguido: todo el gran norte mexicano, poco más de dos millones de kilómetros cuadrados de una notable riqueza en recursos naturales.
El 13 de septiembre, luego de una enconada defensa del último reducto mexicano, el castillo de Chapultepec, ya sin municiones y escasa comida y vituallas, fueron cayendo en combate, sin rendirse ni dejar de pelear, aquellos cadetes adolescentes que prefirieron morir antes que entregarse vivos al enemigo invasor.
México les rinde homenaje eterno y permanente desde el Mausoleo erigido en su honor en el bosque de Chapultepec, muy cerca de donde está su tumba y en el mismo escenario donde presentaron tenaz resistencia al usurpador.
Es hermoso, además, que ese hecho heroico coincida con las fiestas patrias y que el pueblo mexicano lo conmemore con tan fervoroso patriotismo, más allá de las causas políticas históricas que generaron la revolución de independencia de 1810 y provocaron la primera transformación profunda de la vida y la conciencia nacionales.
En la ceremonia de homenaje a los Niños Héroes como se les conoce, López Obrador dijo que se trata del día más triste de México porque la bandera de Estados Unidos llegó a instalarse en el propio Palacio Presidencial desde el que este domingo lanzará sus 20 gritos en recordación al de Hidalgo hace 209 años.
Todo el mundo sabe, y así lo recogen los historiadores más serios, de que no hubo motivos justificados para la invasión y que se trató de una guerra de rapiña premeditada y con objetivos concretos expansionistas, y que Estados Unidos logró su propósito aprovechando la debilidad de México para defender sus fronteras lejanas.
Tampoco, lamentablemente, había un clima favorable para otro Grito de Dolores, esta vez contra el vecino del norte, sumado a la desventaja de que en esa ocasión el enemigo ni estaba a miles de millas de distancia y estaba en mejores condiciones militares y operativas para obtener la victoria.
Lo que hoy son California, Nevada, Utah, Nuevo México y Texas quedaron en manos de los invasores, así como partes de Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma tras la firma del ominoso Tratado Guadalupe-Hidalgo del 2 de febrero de 1848 que puso fin a la guerra, y es asumido por los mexicanos como uno de los capítulos más negros de su historia.
Algunos analistas gastan tinta especulando cómo sería México si no hubiese perdido más de la mitad de sus entonces cuatro millones 25 mil 283 kilómetros cuadrados que tenía y lo dejaran con los actuales un millón 964 mil 375. Es cierto que el país perdió un emporio de riqueza que deslumbra al mundo.
California es el estado dorado de Estados Unidos y símbolo por excelencia del optimismo económico y el más innovador y próspero, del país. Texas es un epicentro mundial de la industria energética con un Producto Interno Bruto de 1,6 billones de dólares, mayor que el de todo México, y si se suman las riquezas del resto, México estaría teóricamente entre los tres países más ricos del mundo.
Pero, además de ser especulativo, lo que sería México de mantener esos territorios no es el punto del análisis. Lo importante es lo que comentan muchos mexicanos: sin el robo de ese vasto territorio Estados Unidos no sería lo que hoy es.
Esa conclusión conduce a otra: si en 1848 no se hubiese firmado el Tratado Guadalupe-Hidalgo, Estados Unidos hubiera vuelto a invadir, y lo hubiera hecho una y otra vez siempre que le fuera posible porque el imperialismo es insaciable.
Ambas conclusiones llevan a otra más: con un vecino así, México siempre va a necesitar un Grito de Dolores, o 20 gritos como ha anunciado López Obrador.
El “sudoeste” de Estados Unidos: Botín de bandidos por medio del asesinato y el robo
México logró su independencia de España en 1821 después de una larga y continua guerra en contra de la imposición colonial. La guerra contra España dejó a Méjico en estado de bancarrota y agotamiento lo cual contribuyó a haber descuidado sus territorios del Norte que actualmente forman parte del “sudoeste” de Estados Unidos. El nombre original de ese territorio es Aztlan.
Mientras Méjico estaba en guerra contra España, un gran número de colonos, ganaderos y aventureros blancos llegaban de otras regiones de Norte América que ya habían sido invadidas y ocupadas hacia el Norte de Méjico en busca de tierras y oro que pudieran obtener “de cualquier forma.” Los mercenarios se ubicaron en parcelas de tierra en Aztlan mientras agrandaban su población hasta que en 1835 ya había más blancos que mejicanos en el área. En 1836 los extranjeros ocuparon casi todo el territorio por la fuerza y declararon “independencia” del territorio ocupado y le nombraron “república de texas.” Este acto de bandoleros provocó la guerra entre Méjico y Estados Unidos por primera vez hasta que el Tratado de Guadalupe Hidalgo fue firmado entre los dos países el día 2 de Febrero de 1848.
Con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo México perdió vastos territorios que hoy componen la gran masa de tierra conocida como el “sudoeste” de Estados Unidos. Las tierras que México perdió con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo son más grandes que Francia y Alemania juntas y muy ricas en donde mucho oro y plata fueron descubiertos después de la firma del Tratado.
Los mejicanos nativos de Aztlan fueron forzados a la opción de convertirse en ciudadanos estadounidenses o irse del área un año después de los acuerdos firmados en el Tratado. Como resultado de las leyes creadas por los invasores extranjeros, miles de mejicanos abandonaron el área pero la mayoría se quedaron y fueron forzados a obtener la ciudadanía lo cual dio comienzo a la identidad oficial mejicano-americano. El término “Chicano” apareció en los años 1960-1970 con el movimiento político, social, e histórico de esos años directamente relacionados con el robo de Aztlan y en firme oposición a la guerra racista e imperialista en contra del pueblo de Viet Nam en la cual murieron miles de Chicanos.
Durante el desarrollo de la “república de texas” la guerra en contra del pueblo mejicano fue de grandes crímenes cometidos por los invasores. El conocido Filósofo e Historiador José Vasconcelos escribió que una de las principales razones por las cuales los blancos cometían tan grandes y horribles crímenes en contra de mejicanos, era porque ciegamente creían en la idea de “matar mejicanos y tomar todo Méjico,” idea basada en el concepto conocido como “destino manifiesto” que implica poseer todo el Continente Americano.
La historia ha registrado miles de macabros crímenes cometidos por blancos en contra de mejicanos en esa parte del Continente Americano, pero más sobresalientes aun por tener similaridades con los crímenes del imperialismo en el resto de América, eran los relacionados con asesinatos masivos los cuales incluían sacar por la fuerza de armas a hombres para asesinarlos, regresar a las casas a violar mujeres y niñas para después también asesinarlas, incendiar las viviendas y por último, matar a todos los animales en el área. El Historiador José Vasconcelos escribió también acerca de las referencias que hacía la gente del área sobre los blancos invasores que cometían los crímenes como […] “bandidos borrachos, fornicadores, diablos vomitados del infierno, monstruos que desafían la naturaleza; son hombres con barbas sucias, ignorantes, apestosos, sinvergüenzas, con sus sombreros tirados hacia atrás, sedientos por robar nuestras tierras, riquezas y por violar a nuestras bellas damitas.”
El Sociólogo y Autor Stan Steiner escribió en su libro titulado “La Raza de Bronce” que las “las masacres cometidas por blancos a lo largo de la frontera eran realmente increíbles, pues los blancos se habían convertido en verdaderos asesinos a sangre fría y totalmente degenerados, mientras regaban el terror por todo el territorio matando gente solo porque eran mejicanos a quienes les gritaban ‘grasosos estúpidos’ antes de asesinarlos.” El mismo Autor escribió también acerca de una temporada que los blancos asesinos llamaban “cacería de grasosos” en la cual los más grandes y horrendos crímenes se cometieron en contra de mejicanos, mientras que ningún castigo era impuesto a los asesinos porque los tribunales no se atrevían a condenar blancos por matar mejicanos. Escribió el mismo Autor que “al leer los reportes de las autoridades realmente se sentía como si de verdad había una temporada de cacería por toda la frontera en esos días…”
Según otros historiadores la violencia en contra del pueblo mexicano había llegado a tales proporciones, que el Secretario de Estado forzó al Gobernador a tomar severas medidas para proteger la vida de los mexicanos de la violencia de los blancos en “texas” y en otras partes del “sudoeste.” Era sabido generalmente pero no oficialmente admitido que el racismo de los blancos estaba integrado en las acciones violentas y crímenes en contra del pueblo de Aztlán y como resultado, el Gobierno de Méjico se negó a ser miembro de la Liga de Naciones argumentando en principio, que los acuerdos no garantizaban la igualdad racial entre blancos y mejicanos. Se concluyo que los documentos eran racistas.
En un intento para explicar la conducta criminal de los blancos, el Periodista Manuel Ugarte escribió en El Heraldo durante Agosto de 1900 la siguiente ilustración:
“La irreconciliable oposición entre blancos y mejicanos está ampliamente y vívidamente presentada en el carácter duro e indiferente de los blancos. Son falsamente arrogantes, intentan desafiar la naturaleza, tratan de imponer la competencia, el individualismo y una ciega ambición de poseer; como los Romanos en épocas de triunfo y gloria, desean tener como sirvientes a chinos, negros, o indios, para que recojan las sobras de sus banquetes como pago de subalternos…”
Aunque todo eso está relacionado con la historia nada ha cambiado fundamentalmente si vemos la realidad actual en todo el Continente Americano con relación a La Raza y las acciones de los blancos.
Un hecho histórico relacionado con la realidad actual en áreas sociales, políticas y económicas de los mejicanos y de otros Nativo Americanos, es lo que el historiador y Sociólogo Frank Olmstead muy acertadamente expresa en su libro “El Destino de un Continente.” En ese libro el autor escribió acerca de la gran tragedia sufrida por mexicanos en la historia y qué sucedería si se intentara establecer una armonía mutua entre blancos y mejicanos por medio de una “integración” al sistema actual:
“Entre mejicanos y blancos existe y siempre existirá un inevitable antagonismo basado puramente en prejuicio racial de parte de los blancos, que siempre impedirá cualquier tipo de relación personal sana si los dos trataran de unirse. La mezcla hipócrita y vulgar de puritanismo y bandolerismo que distingue a la mayoría de los blancos, no se adapta para que los dos pudieran tener y disfrutar una real armonía basada en la paz y verdadero respeto mutuo. La mayoría de los blancos piensan que los mejicanos y otros Nativo Americanos son estúpidos, idólatras, manipulados por curas, y racialmente no los ven como blancos. Consecuentemente, como resultado del estado mental racista de los blancos, tratan a mejicanos y a otros Nativo Americanos con irrespeto, insolencia y cuando pueden, con abuso e injusticia.”
Esta descripción de la mentalidad de los blancos hacia mejicanos y otros Nativos de América no es necesariamente aplicable sólo al pasado. Esa mentalidad racista todavía prevalece y es la raíz de graves problemas en la sociedad actual, particularmente en Estados Unidos porque es en donde esa parte de la historia de América fue creada.
Sobre la base del problema de los blancos con relación a su estado mental racista hacia los Aborígenes, Mestizos y otros Nativos de América, la formación social a la que nuestro pueblo fue sometido por medio de graves crímenes cometidos por blancos, antes y después del Tratado de Guadalupe Hidalgo, es la raíz de los problemas relacionados con el racismo actual, independientemente de la nacionalidad o del lugar en donde nacimos. La historia en esa parte de América cuando el Norte de Méjico se convirtió en el “sudoeste” de Estados Unidos por medio de la invasión y crímenes, dio una acumulación racial, sentimental, política, e ideológica que hoy forman características definidas y manifestadas por medio de acciones trascendentes en nombre de la historia no solo de Méjico, sino también de toda América.
Sobre la base de la historia, la obligación de La Raza en general es recuperar las tierras que por medio de crímenes en contra de nuestros antepasados, fueron robadas y posteriormente utilizadas para crear el actual sistema capitalista de explotación contrario a la naturaleza humana. La tarea histórica que nos corresponde solamente podrá ser lograda por medio de la unidad de los pueblos en un proceso histórico en todo el Continente, incluyendo Estados Unidos.
Publicaciones La Verdad
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