24 de Febrero de 1895
Símbolo imperecedero de la lucha independendista
Con los pronunciamientos en esta fecha se produjo el reinicio de la guerra emancipadora, que alcanzaría un impulso decisivo con la llegada al país de los principales dirigentes en el venidero abril

Replicado con fuerza en la prensa de la época, la historiografía tradicional denominó Grito de Baire al levantamiento del 24 de febrero, desconociendo los demás alzamientos. (Dibujo de Hernández Giro)
Por ERNESTO USTARIZ RAMÍREZ *
Una misma fecha puede estar marcada por disimiles acontecimientos que la hacen importante y significativa. Dentro de ese grupo de momentos gloriosos para la historia patria que guardan en sí sucesos notables, encontramos al 24 de febrero de 1895, celebrado como el reinicio de las guerras de independencia o, de acuerdo con la historiografía tradicional, Grito de Baire.
Después del fracaso de la Guerra de los Diez Años, los intentos de volver a la manigua por parte de los mambises fueron varios, corriendo diferentes suertes. Viejas contradicciones y diferencias entre los hombres llamados a liderar la contienda hacían que organizar el movimiento independentista fuera una tarea titánica. Pero a ello se dispuso el más grande de los cubanos, José Martí, que, sobreponiéndose a mil y más dificultades, le dio continuidad al proceso iniciado en Demajagua. La búsqueda incansable de la unidad por parte del Apóstol, permitió asegurar las condiciones que permitirían lanzarse en 1895 otra vez a la lucha.
Para el comienzo otra vez de la gesta independentista, Martí había ideado un plan que agrupara tanto los factores internos con los externos, es decir, el alzamiento simultáneo con la llegada de los principales líderes. Esto obligaría a la dispersión de las fuerzas españolas y ponía el factor sorpresa del lado de los cubanos.
Un primer plan de alzamiento, conocido con el nombre de Fernandina pues de ese puerto iban a partir las tres expediciones programadas, fue frustrado en enero de 1895. Esto constituyó un duro golpe para los independentistas, pero no disminuyó la disposición de lanzarse otra vez al combate. La acción decidida del Maestro le imprimió nuevas fuerzas a la conspiración y ya el 29 de enero de 1895, ordenaba efectuar el alzamiento no antes de la segunda quincena de febrero. Acordada la fecha del domingo 24 de ese mes por los dirigentes en Cuba, Juan Gualberto Gómez se lo comunicaba a Martí en un telegrama que rezaba: Giros Aceptados.
No se desarrolló según lo previsto

En la región oriental sí se logró mayor coordinación y fuerza en los pronunciamientos al contar con el liderazgo decidido de Bartolomé Masó (izquierda) y Guillermón Moncada. (Foto: Archivo de Bohemia))
Como resultaba imposible la presencia en Cuba de los principales jefes de la revolución (Maceo, Gómez, el propio Apóstol) para esa fecha, el nuevo plan ideado por Martí tenía en la simultaneidad del alzamiento una de sus cartas de triunfo fundamentales. El 24 de febrero había sido escogido por coincidir con el comienzo del carnaval. Esto permitiría dar tiempo a hacer las coordinaciones pertinentes, y llegado el día, el desplazamiento de grupos de personas armados sin llamar demasiado la atención. Pero a pesar de la idea martiana de alzamiento al unísono en las diferentes regiones del país, la realidad fue mucho más compleja, y no se desarrolló como estaba previsto.
Los alzamientos en la región occidental del país fueron, en sentido general, un fracaso, ya que no se lograron los objetivos propuestos. El principal líder del movimiento en La Habana, el general Julio Sanguily –quien había combatido bajo las órdenes de Ignacio Agramonte–, a última hora vaciló en lanzarse a la manigua y fue sorprendido y apresado.

Juan Gualberto Gómez, participante en el alzamiento de Ibarra, fue apresado por los colonialistas y sancionado a 20 años de reclusión en cárceles españolas. (Archivo de Bohemia)
Otro de los líderes del oeste cubano, el entonces coronel José María Aguirre fue detenido y encarcelado cuando se proponía tomar el tren Habana-Matanzas. En Pinar del Río no estaba previsto ningún hecho significativo, pues no había nadie con experiencia combativa para que actuara de líder, por lo que los patriotas de esa provincia no recibieron la orden de alzamiento, y quedaron prestos a actuar llegado el momento. Camagüey tampoco participaría del alzamiento, pues Salvador Cisneros Betancourt, líder de la región, le había informado con anterioridad a Juan Gualberto Gómez que no se hallaban en condiciones de hacerlo, pero sí manifestó que se sumarian a la insurrección en poco tiempo.
La acción más importante en occidente fue la realizada por Juan Gualberto Gómez en la localidad de Ibarra, perteneciente al actual municipio de Unión de Reyes. Pero la no llegada de la mayoría de los complotados dio al traste con el éxito y terminó con Juan Gualberto Gómez apresado. Otras acciones realizadas en la región fueron los organizados por Martín Marrero, cerca de Jagüey Grande, y por un grupo de patriotas matanceros y habaneros, encabezados por el capitalino Alfredo Arango, luego coronel del Ejército Libertador, cerca de Aguada de Pasajeros.
En la región oriental sí se logró mayor coordinación y fuerza en los alzamientos al contar con la experiencia de las guerras anteriores y el liderazgo decidido de Bartolomé Masó y Guillermón Moncada. Para evitar delaciones e imprevistos de última hora, ambos amanecieron con sus hombres en el monte, a los cuales se unirían otros grupos independentistas.

Quintín Bandera lideró el levantamiento en San Luis. (Archivo Bohemia)
Guillermón Moncada, enfermo de tuberculosis, se alzó con sus hombres en La Lombriz, región de Alto Songo. Dando cumplimiento a sus orientaciones, además hubo pronunciamientos independentistas dirigidos por el coronel Victoriano Garzón, cerca de El Caney; Quintín Bandera en San Luis; y Alfonso Goulet con Rafael Portuondo Tamayo en las cercanías de El Cobre; Pedro Agustín Pérez, Periquito, en Guantánamo. En la misma región, Enrique Tudela asaltó y tomó el puesto español de Hatibonico.
Bartolomé Masó coordinó una serie de levantamientos en la región del Cauto. Conocedor del peligro que significaba recomenzar la guerra, dictó testamento el día 20 de febrero. Por órdenes suyas partieron hacia diferentes localidades jefes mambises para lograr mayores alzamientos el día 24.
Masó dio el grito de independencia en Bayate, cercano a Manzanillo. Saturnino Lora y sus hermanos en Baire, que fue replicado con fuerza en la prensa de la época, desconociendo los demás alzamientos y confundiendo el grito independentista con algún movimiento autonomista.

(Foto: Archivo Bohemia)
De acuerdo con instrucciones de Bartolomé Masó, Enrique Céspedes se alzó en Calicito, cerca de Bayate. Amador Guerra haría lo mismo en Cayo Espino, donde atacó el destacamento de la Guardia Civil. En los alrededores de Bayamo se dieron diferentes levantamientos: Esteban Tamayo y José Manuel Capote, por un lado, y ya día 25, los coroneles Joaquín y Francisco Estrada, en el poblado de Barrancas. En las inmediaciones de Jiguaní, tropas comandadas por José Reyes asaltaron a las tropas allí acuarteladas y luego, al igual que los efectivos de Baire liderados por Saturnino Lora, se pusieron bajo las órdenes de Jesús Rabí y Florencio Salcedo. José Miró Argenter, Rafael Manduley y los hermanos Sartorio se lanzaron a la lucha en Holguín.
Aunque el plan de alzamiento no salió exactamente como lo había planeado Martí, se comenzó otra vez a luchar por el sueño frustrado de la independencia. La multiplicidad de alzamientos, fundamentalmente en las regiones de Matanzas y Oriente, dirigidos por Juan Gualberto Gómez, Bartolomé Masó y Guillermón Moncada, permitió el reinicio de la lucha armada, que alcanzaría un impulso decisivo con la llegada al país de los principales dirigentes en el venidero abril.
Y aunque el sueño martiano de la República nueva no se cumplió con el cese de la dominación española, el 24 de febrero de 1895 devino fecha fundamental en la historia nacional, símbolo imperecedero de las luchas por la independencia de Cuba.
- Investigador y profesor universitario
Sobre las primeras manifestaciones de lucha armada en las Tunas, en 1895 algunos mdios de la epoca: Revista Decenal El Avisador Comercial, Diario del Ejército, Diario de la Marina y otros, así lo presentaban:
Las noticias recibidas de Holguín decían que se había presentado en Victoria de las Tunas , antes del vencimiento del plazo señalado en el bando del Gobernador General, los señores Varona, padre e hijo, procedentes de su finca. En Nuevitas circularon noticias de haberse alterado el orden en Victoria de las Tunas, no habiéndose posteriormente ni confirmado ni negado.
El diario autonomista El Pueblo de Puerto Príncipe, da a conocer lo ocurrido en Las Tunas, producto de las acciones de la partida de Capote, señala que dicho cabecilla era de Puerto Príncipe y que se proponía invadir la jurisdicción camagüeyana, con el objetivo de revolucionar alguna gente. Sin embargo, esos mismos dicen que tenían pocas esperanzas de lograrlo, porque estaban convencidos de que el Camagüey no quería secundar ningún movimiento insurreccional; el espíritu público estaba dispuesto a la paz y el orden, y no se podría sublevar con gente de Las Tunas. El propio diario El Pueblo, informa que hacía unos días, había sido detenido por el Comandante del Puesto del Ecuador y fuerzas a sus órdenes, el paisano Juan Bautista López, alias Pita; compañero de Mirabal, al ser conducido al poblado, rompió los lazos de seguridad, dándose a la fuga, por lo que la citada fuerza se vio en la necesidad de hacerle fuego, matándolo en el acto .
El Gobernador Militar de Puerto Príncipe dio a conocer día 1ro de abril, que a las tres de la tarde del día anterior le telegrafió el Comandante Militar de Victoria de las Tunas, diciendo que había batido una partida de más de 60 hombres montados, mandados según se decía, por un tal Capote En telegrama del Gobernador Militar de Puerto Príncipe, el Comandante Militar de Victoria de las Tunas, provincia de Santiago de Cuba, participaba que había batido una partida compuesta de 500 hombres a la cual puso en precipitada fuga hacia las Arenas. La fuerza persiguió tiroteando al enemigo durante el trayecto. Se cree que dicha partida fuese la que merodeaba por Becerra (…) El Comandante Militar de Victoria de las Tunas ha dado parte de que la columna del teniente coronel Salgado, salió de Holguín y batió los insurrectos en el Martillo, distantes dos leguas del pueblo de San Andrés, siguiendo sobre Calabazas, donde los enemigos iban a reunir las partidas.
Las partidas de Victoria de Las Tunas, que manda Capote, se formaron en Cauto los primeros días del mes de marzo; desde aquella fecha se corrieron hacia las Tunas según unos buscando modo de pasar al Camagüey y según otros huyendo de la aglomeración de fuerzas. El mismo día 4, se supo aquí, por cartas de Vuelta Arriba, que por Victoria de las Tunas se había levantado una partida de siete hombres mandada por Manuel Martínez Robles. Las fuerzas de Guáimaro, que habían llegado hasta Tunas, regresaron a aquel punto, en vista de no haber encontrado a nadie y haber llegado a Tunas una columna procedente de Puerto Padre. El general Salcedo comunica también que el 30 se presentaron a la vista de Tunas, las fuerzas enemigas, saliendo el capitán Valera con fuerzas a sus órdenes, haciéndolas retirar y causándoles un muerto y tres heridos .
De un brillante hecho de armas dan cuenta los periódicos diciendo que a los gritos de ¡Viva Cuba Libre!, entró la partida de Panchín Varona, en el pueblo de San Miguel de Nuevitas, por la calle Chiclana dirigiéndose al cuartel de la Guardia Civil. Los disparos de la Guardia Civil y de la fuerza mataron a al jefe Panchín Varona y al 2do, Álvarez. Panchín tenía una muñeca rota y atravesado el pecho de un balazo, Álvarez, el segundo murió de un balazo en el estómago. Se supo después que la partida procedía de las Tunas; se componía de gente joven en número de unos 50, mandados por Varona y un tal Brito, con algunos hombres de color, entre éstos Felipe Aday que salió herido, y falleció al día siguiente.
El Comandante General publicó una alocución general a todos los habitantes de Holguín, Tunas, Bayamo, Jiguaní y Manzanillo, donde advierte lo siguiente: (…) vengo dispuesto sí a perseguir, con las tropas a mis órdenes hasta los centros más escondidos, a los rebeldes; a esos que os engañan para arrastraros ciegos en apoyo de su debilidad, porque sin vosotros, sin engañaros como tratan, se quedarían, solos, y pronto se quedarán, tan pronto como llegue a vosotros la luz de la razón, acreditada por la lealtad de mi conducta (…) Terminó su alocución diciendo: habitantes de Holguín, Tunas, Bayamo, Jiguaní y Manzanillo no os dejéis engañar de ningún modo; llegad hasta mí cuando queráis y como queráis; directamente y cuanto más pronto mejor, y os convenceréis a mis primeras palabras de lo que os anticipa por escrito vuestro Comandante General – Juan Salcedo.
Entre Tunas y Holguín se encontraban el día 20 las partidas de Irene Rodríguez, Ningo Meriño, Esteban Tamayo, Rabí, Mendieta y Aguilar. Irene Rodríguez con 40 hombres ha tenido varias escaramuzas con la columna del general Salcedo. Ningo Meriño mandaba 25. Las de Rabí, Mendieta, Tamayo y Aguilar tenían unos 40 hombres. Además de las partidas anteriores, merodeaba con un centenar de individuos, el bandido “Matamoros” y unos cuantos jefes que a este obedecen con pequeños grupos de 8 – 10 hombres cada uno .
Fue nombrado Comandante General de Puerto Padre el comandante de infantería don José María Díaz de Ceballos Brisgres . El Corresponsal del diario La Lucha, en Puerto Padre, decía que después de siete meses de continuas zozobras y malos ratos por las acechanzas de los insurrectos, que por los campos que rodean esta población y sin fuerzas disponibles para su difícil persecución , por andar a caballo, al fin tenemos la satisfacción de lograr encontrar, en el centro del camino del ingenio San Manuel, frente a la colonia nombrada del Cura, el día 21, una pequeña fuerza del Bailén, con instrucciones del señor comandante militar y a las órdenes del 2do teniente don Ricardo Sesma; el que a pesar de ser este su bautismo de guerra, en un encuentro con las partidas rebeldes le ocasionó algunas bajas, desalojándolos de la casa donde estaban parapetados. Al sentir el tiroteo, salieron diez hombres con el señor comandante militar don Arturo Vera y el capitán Francisco Sosa, a reforzar la fuerza, llegando después que el enemigo se había retirado. Al siguiente día se le dio sepultura al soldado muerto a causa de un disparo enemigo .