Huellas imborrables

La Habana ha sido siempre una urbe de inspiración. Los encantos de su inconfundible arquitectura atraen la atención de los caminantes… Adentrarse en la vieja ciudad es encontrar entre esos muros añejos, columnas coloniales y adoquines por donde ha transitado el tiempo, la esencia de cinco siglos de historia.

Dos años han transcurrido desde la partida física de Eusebio Leal, quien hizo renacer a la ciudad del deterioro del tiempo. Sencilla y acogedora, Patrimonio de la Humanidad, mostrará siempre la impronta creadora de su historiador y defensor más apasionado de la vida de sus calles y su gente.

Es elocuente su legado patrimonial. Hoy retornan sus pasos, se redescubren sus huellas. El hombre generoso y su Habana se resisten a dejar de andar.

Por la Plaza Vieja, Eusebio Leal comenzaba a andar La Habana.
El estilo ecléctico que estrenó el siglo XX cubano prevalece entre las estrechas calles tropicales capitalinas.
Las columnas, constante del entorno colonial, testigos centenarios de cada caminante que se le acerca a la espera de alguien o a la caza de alguna sombra.
Detalle del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
El Capitolio de La Habana, una de las obras que más le apasionó y vistió de gala para la celebración del quinto centenario de la urbe.
En el jardín Madre Teresa de Calcuta, donde están sus cenizas.
Su legado está presente en las obras en restauración.
A la entrada del Museo de la Ciudad se perpetúa su imagen.

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