Humboldt 7. Sábado santo de traición y crimen

Tras ser derrocada la tiranía batistiana, en los primeros días de 1959 los revolucionarios de la capital cubana aprehendieron a casi todo el equipo de sicarios del tristemente célebre teniente coronel Esteban Ventura. Al lugar donde se hallaban detenidos acudió la combatiente de la clandestinidad Griselda Sánchez Manduley. Su propósito al entrevistar a los esbirros era conocer el paradero de los restos de Lydia Doce y Clodomira Acosta, mensajeras de la Sierra asesinadas por esa jauría en La Habana.

Menuda sorpresa se llevó al iniciar el diálogo con los exuniformados: “¿Usted viene por lo de Humboldt 7?”. Ella trató de no reflejar emoción alguna. “Sí, entre otras cosas”. Al final del encuentro, se fue con una detallada descripción física del delator de los jóvenes masacrados en ese inmueble.

Griselda contactó rápidamente con los compañeros del Directorio Revolucionario (DR). “Ya Marta [Jiménez, la viuda de Fructuoso Rodríguez] ha hecho gestiones para verlos”, le dijeron; y aceptaron las notas que la combatiente tomó. Uno de ellos, por curiosidad, les echó una ojeada. “Coño, si el tipo este no es Marquitos…”.

“Las primeras sospechas sobre el traidor empezaron cuando un periódico muy vinculado con la dictadura anunció por aquellos días que un quinto individuo, llamado Marcos Rodríguez Alfonso, había burlado a la Policía y huyó por la parte de atrás del edificio”, afirmó años más tarde Faure Chomón, uno de los líderes del DR, al redactor de estas líneas. “Pensamos: si los otros compañeros, atletas como Machadito, audaces y valientes como Juan Pedro, Fructuoso o el propio Joe, no pudieron escapar, ¿cómo este tipo evitó caer preso o asesinado? –añadió Faure–.  Además, él no podía estar ahí, nos odiaba y nosotros lo rechazábamos por sus provocaciones divisionistas entre las organizaciones revolucionarias […]. Esa noticia publicada constituía un respaldo de la Policía, pues le estaban creando una fachada, una cobertura; y lo que hacía era condenarlo ante nosotros”. [pullquote_right]“Alfaro Sierra me describió a la persona que había hecho la delación […] Aquella descripción venía de acuerdo con Marcos Rodríguez. Después fui a ver a Mirabal [otro agente de Ventura] y entonces él también me lo describió”.[/pullquote_right]

Marta y Griselda nunca pudieron determinar la fecha exacta de sus entrevistas iniciales con los sicarios. Según aseguró la primera, “empecé a precisar quién había sido el culpable de los hechos cuando me entrevisté con Alfaro Sierra [subalterno de Ventura] en los primeros días de enero de 1959. Fui a la Novena Estación de Policía a verlo allí. Entonces Alfaro Sierra me describió a la persona que había hecho la delación […]. Aquella descripción venía de acuerdo con Marcos Rodríguez. Después fui a ver a Mirabal [otro agente de Ventura] y entonces él también me lo describió. Le enseñé varias fotografías de carnet de diferentes personas y una en grupo. Sin vacilación, me señaló a Marcos”.

Los dos esbirros propusieron dar ese testimonio ante un tribunal a cambio de que les perdonaran la vida. Pero habían cometido demasiados crímenes. Al ser condenados a muerte, se retractaron de sus declaraciones. Por falta de pruebas, Rodríguez Alfonso tuvo que ser puesto en libertad. Aunque Marta y los compañeros del DR continuaron acumulando evidencias para encausar al delator, quien había viajado a Praga con una beca que le otorgaron durante su estancia en México antes de 1959.

En la capital checa resultaron frecuentes sus encuentros con agentes de la Estación CIA ubicada en esa ciudad. Detectado por los órganos de Seguridad de aquel país fue deportado a petición de Cuba. En La Habana lo interrogó un oficial de caso. “Yo puedo explicarle…”, empezó a decir Marquitos. “Quiero hablar contigo de Humboldt 7”, lo interrumpió su interlocutor. Rodríguez Alfonso palideció y, dicen, comenzó a sudar frío.

La Habana, marzo-abril de 1957

Después del levantamiento del 13 de marzo, a pesar de la pérdida de valiosos compañeros, entre ellos su jefe principal, José Antonio Echeverría, los combatientes del Directorio Revolucionario se dispusieron a reorganizarse para continuar la lucha armada contra la tiranía batistiana. El 24 de ese mes, en casa de Andrés (Cheo) Silva, quien había sido dirigente de la FEU, se reunió el Ejecutivo del DR, integrado por Fructuoso Rodríguez, Faure Chomón, Julio García Oliveras, Enrique Rodríguez Loeches y Joe Westbrook. Se acordó designar al primero como su Secretario General y a Juan Pedro Carbó Serviá y José Machado (Machadito), miembros del Ejecutivo.

Machadito (al centro de la foto) junto al luego comandante rebelde Luis Orlando Rodríguez (a la derecha), mientras comparecían ante el Tribunal de Urgencia. / Autor no identificado
Machadito (al centro de la foto) junto al luego comandante rebelde Luis Orlando Rodríguez (a la derecha), mientras comparecían ante el Tribunal de Urgencia. / Autor no identificado

De ellos, solo García Oliveras y Rodríguez Loeches no estaban identificados por el aparato represivo; a los fichados, el régimen batistiano había ordenado asesinarlos donde los encontrasen. Tras un largo peregrinar por diferentes casas, Fructuoso, Juan Pedro y Machadito se refugiaron en el apartamento 201 del edificio Humboldt 7. Según Rodríguez Loeches, “arrendado por un amigo de Joe llamado Gustavo Pérez Cowley y con desconocimiento del Directorio; dicho lugar era conocido por otros elementos, entre ellos, Armando Marcos Rodríguez Alfonso, considerado por nosotros un joven petulante, con pretensiones intelectuales y de ningún valor personal”. En opinión de Chomón, “Marquitos, quien solapadamente había conquistado la confianza de Joe en una época anterior, ahora agazapado, tenía bajo observación a la novia de este y, a través de ella, logra detectar a Joe y conocer la presencia de la dirección del Directorio en Humboldt 7”.[pullquote_right]“Marquitos, quien solapadamente había conquistado la confianza de Joe en una época anterior, ahora agazapado, tenía bajo observación a la novia de este y a través de ella, logra detectar a Joe y conocer la presencia de la dirección del Directorio en Humboldt 7”.[/pullquote_right]

El traidor desconocía que Faure estaba ubicado en la casa clandestina de Rodríguez Loeches –atestigua este último–, por decisión del Ejecutivo del Directorio “ya que por sus tareas, necesitaba entrar y salir constantemente, y en Humboldt 7, cercano a bares, centros turísticos y prostíbulos, muy concurridos por personeros del régimen, tenía que paralizar su trabajo provocando la inamovilidad de la organización”.

Mientras Marquitos informaba a Esteban Ventura el paradero de los revolucionarios, Julio García Oliveras proveía de comida y colchones a sus compañeros, con quienes quedó, en la tarde de aquel 20 de abril, sábado santo en el calendario de las celebraciones cristianas, en llevarles útiles personales. Después de almorzar en una casa amiga, durmió una siesta más larga que de costumbre. Cuando pasó a recoger a Joe, quien se hallaba en casa de su novia, como ambos habían convenido, ya este se había marchado al apartamento donde le aguardaba la muerte.

Humboldt 7

Años después Enrique Rodríguez Loeches reconstruyó los hechos acaecidos aquel sábado santo, con testimonios de los vecinos del edificio: “serían alrededor de las cinco y cincuenta de la tarde cuando Ventura y sus asesinos comienzan a romper violentamente la puerta del apartamento 201 con las culatas de sus armas […] Joe llegó al apartamento de abajo y pidió a la inquilina que lo dejara estar en la sala como si fuera una visita. Poco después tocaron a la puerta y él abrió. Fue reconocido por los sicarios y, aunque ella suplicó por la vida del joven, este apenas caminó unos pasos cuando una ráfaga de ametralladora segó su vida. Tenía poco más de veinte años […].

Joe Westbrook integraba el Ejecutivo del Directorio con apenas 20 años. / Autor no identificado
Joe Westbrook integraba el Ejecutivo del Directorio con apenas 20 años. / Autor no identificado

“Carbó se dirigió al elevador, pero fue interceptado poco antes de llegar y ametrallado a boca de jarro de forma inmisericorde. Todo su rostro y su cuerpo quedaron acribillados a balazos […]. Machadito y Fructuoso se lanzaron por una ventana hacia la planta baja. Cayeron en un pasadizo largo y estrecho que pertenecía a una agencia de automóviles. Al final había una verja con un candado que les impedía la salida. Como el lugar desde el que cayeron era demasiado alto, Fructuoso yacía inconsciente en el suelo, mientras Machadito hacia esfuerzos supremos por levantarse sin lograrlo, pues se había fracturado los dos tobillos. Los sicarios introdujeron una ametralladora entre los barrotes y ambos luchadores fueron rematados a balazos”.

Joe Westbrook integraba el Ejecutivo del Directorio con apenas 20 años. / Autor no identificado
Joe Westbrook integraba el Ejecutivo del Directorio con apenas 20 años. / Autor no identificado

Al principio la Policía confundió a Joe con Gustavo Pérez Cowley, a cuyo nombre estaba el arrendamiento de la vivienda. Este se hallaba muy tranquilo en el lugar donde se albergaba cuando se enteró de los hechos. Por gestiones de su novia, logró asilarse en una embajada y terminar su carrera en el extranjero. Al triunfo de la Revolución, cuando se barajaba su nombre como posible delator, viajó a Cuba y solicitó a Chomón un tribunal de honor. Absuelto, regresó a Guatemala, no sin antes ponerse a disposición de la justicia para cualquier aclaración de los sucesos.

En 1964 Marcos Rodríguez Alfonso fue enjuiciado y condenado a la pena capital, sentencia que se ejecutó tras ser rechazada su apelación ante el Tribunal Supremo. Cuba demandó a Estados Unidos la extradición de Esteban Ventura por sus crímenes, incluyendo la masacre de Humboldt 7, lo que le negó Washington repetidas veces. Recientemente un conocido influencer de origen cubano les recomendó a los familiares del teniente coronel asesino, ya fallecido, que reclamaran, al amparo de la Ley Helms Burton, sus propiedades confiscadas en Cuba.

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Fuentes consultadas

Entrevistas realizadas por el autor de este texto a Faure Chomón, Enrique Rodríguez Loeches, Julio García Oliveras, Marta Jiménez, Griselda Sánchez Manduley y Guillermo Jiménez. La versión taquigráfica de la Causa 72/1964, ventilada en la Sala Cuarta de la Audiencia de La Habana (Archivo PAG). La compilación El asalto al Palacio Presidencial.

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2 comentarios

  1. Dolor inmenso, desgarrador, incurable. Alerta perpetuo de que la serpiente traidora puede incubar y envenenar el nido del águila. Pero nosotros y quienes vengan detrás seguiremos viendo siempre con ojos martianos, a la víbora del veneno morir en su guarida, y al águila herida volar al azul sereno.

    1. Conocí a Griselda. La visité muchas veces. Coincidimos muchas más en casa de Marina, su tía, madre de Mirian Manduley. Soy amigo de los descendientes de las Sánchez Manduley, amigo cercano. Qué bueno saber que Griselda dio ese testimonio, nuevo para mi y por supuesto, para las personas cercanas a Fructuoso, especialmente para Jimenito, para quien me parece sería una verdadera y rara sorpresa que Griselda conociera ese detalle. Inclusive, pocas horas después de prestar testimonio durante el juicio, por cierto, el más auténtico, valiente y visionario del proceso, Celia y Jimenito conversaron.
      Lo que si no creo digalo quien lo diga y aparezca el documento que aparezca, es que la beca de Marquitos se la concedieron antes del triunfo. Porque ese nuevo detalle disculpa la conocida y probada complicidad de la dirección del.PSP con los hechos. Lo cual sostuvieron hasta su muerte los dirigentes del D.R. que entrevistó el autor. Al menos yo, que los conocí personalmente y fui casi hijo de varios, nunca les escuché otro argumento.
      Felicito al autor por esta nueva ruta de investigación.

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