La guerra se llama Dinero

“Algo huele mal en Dinamarca”, dijo Shakespeare a través de Hamlet, y así estableció el concepto de distanciación. El cineasta John Osborne, por su parte, no se aleja cuando afirma: “Hay algo podrido en Inglaterra”. Su personaje central no será un príncipe indeciso, sino un joven colérico.

Ahora bien, hay cóleras y cóleras. Hay cóleras producidas por una película; otras, por mal funcionamiento del organismo; otras, por inconformidad ante un hecho determinado.

 “No necesitan que Ucrania viva en paz”

Todo en política se halla en estado latente y su cólera no la lleva más allá de dar puñetazos. Esa iracundia nos llega al analizar los intereses económicos y políticos de Estados Unidos sobre Ucrania.

Hace unas pocas semanas, Serguéi Naryshkin, director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SVR, por sus siglas en ruso), expresó que, mientras EE.UU. asegura que quiere ver a Rusia “debilitada y aislada” y a Ucrania “libre e independiente”, en realidad solamente la primera parte de esas declaraciones tiene fundamentos. “Está claro que una Ucrania independiente no existe”, afirmó. “Sin embargo, en el caso de Rusia todo (lo dicho) es verdad. Los norteamericanos persiguen ambos objetivos, aunque con distintos grados de éxito”.

Estados Unidos necesita que Ucrania siga luchando. “No necesita que viva en paz y tenga una economía desarrollada”, afirmó al canal Rusia Today el jefe de la Agencia de análisis militar y político, Alexandr Mijáilov. “Necesitan una segunda Siria que luche, pero en Europa del Este, y es obligatorio que esté cerca de Rusia y cumpla la tarea de enfrentar a los pueblos eslavos”.

Un buen/mal negocio

Ucrania se ha convertido en un país colérico, eso nadie lo podría negar. Como tampoco podría negar que su lucha ha sido un método de Occidente para “sustituir las armas sacadas de sus almacenes con otras y pagar por los suministros al complejo industrial-militar”, tal como refiere el redactor del periódico Nezavisimoye, Dmitri Litovkin.

Pero ¿hasta qué punto el negocio ha sido efectivo? Desde hace mucho tiempo el país se ha ganado la reputación de ser una “zona gris” donde las armas se distribuyen sin control por todo el mundo. Y, según varias estimaciones, la cantidad de armas transferidas a Kiev es ya mayor que la que Occidente suministró a los muyahidines durante los diez años de guerra en Afganistán.

Muchos expertos coinciden en la opinión de que el mayor peligro reside en lo que ocurrirá con las armas tras el fin de las hostilidades, pero parece que la lógica geopolítica de la confrontación con Rusia es más importante incluso que las consideraciones de seguridad.

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