La memoria y el presente en combate

Ilustración: G. Rei

Las claves de nuestra identidad son Cuba, Cultura y Revolución, se fortalecen a diario con ideas, pensamientos, acciones. Este vínculo raigal está presente en el inolvidable discurso de Fidel conocido como Palabras a los intelectuales (1961), consustancial a la política cultural enriquecida por la práctica durante decenios y que tiene plena vigencia en la actualidad de cruda lucha ideológica, agresiones mediáticas, en un mundo de manipulación, frivolidad, consumismo, donde las jerarquías son adulteradas; continuamente estamos amenazados por la oleada colonizadora global y los proyectos subversivos que intentan dividirnos.

El plan específico contra Cuba hace un énfasis particular en la promoción del anticomunismo, en idearios antipatrióticos, anexionistas, que conduzcan a la restauración del capitalismo en nuestro país cual si fuese sinónimo de progreso y desarrollo.

De ahí la guerra cultural de símbolos instaurada desde el Norte brutal para legitimar el divorcio entre la ética y el arte. No por azar la maquinaria miamense ha implantado el terrorismo cultural del que son blanco directo las presentaciones de artistas cubanos en el exterior, eventos concebidos desde la Isla, el dúo Buena Fe, Alexander Abreu, otros músicos, múltiples creadores de las artes visuales, pues ellos difunden la cultura contrahegemónica en sus obras mediante un discurso comprometido con la Patria.

Desde siglos pasados campañas organizadas por el imperialismo estadounidense han estado enfocadas en la misma dirección. A menudo camufladas en el oropel mediático propio del espectáculo.

Al respecto, nuestro Poeta Nacional Nicolás Guillén advertía en diciembre de 1975: “Recordamos, en fin, los artistas y escritores revolucionarios cubanos, que el trabajo de crear la belleza es duro, que la tarea de forjar un arte revolucionario es dura, y que tenemos que enfrentarnos cada día, y nos enfrentamos, a tareas gigantescas, que a veces pueden parecer inocuas, y ahí está el riesgo, ahí está el peligro. ¡Cuánto no estudió Martí para hallar la sabia poesía de los Versos Sencillos! ¡Cuánto no tuvo que aprender Heredia para sostener con una mano segura la lira cuyas poderosas cuerdas resonarán siempre en sus cantos civiles o sobre el estruendo del Niágara!

Una de nuestras prioridades tiene que seguir siendo la enseñanza de la historia, reflexionar sobre nuestra memoria que siempre llama al combate.

En los años más difíciles del Período Especial, Fidel dijo: “la cultura es lo primero que hay que salvar”, en otro momento la llamó “escudo y espada de la nación”.

Dañar esas bases sensibles de nuestro ser y acontecer forma parte de la estrategia bien pensada por Estados Unidos, la cual se expresa en declaraciones de cabecillas de ese país y en documentos trazados para acabar con nuestra autonomía.

La revolución cultural en la mayor de las Antillas tiene continuidad en los profundos sentimientos de dignidad del pueblo cubano que enfrenta los desafíos actuales y el complejo contexto de nuestra lucha. Esta requiere discernimiento, estudios sistemáticos, desentrañar el sentido de las informaciones que fluyen por el planeta; sobre todo, el ejercicio de pensar, la defensa del ideario socialista, el cual es indispensable para perfeccionar el desarrollo del rostro coherente, unitario, de la sociedad.

Es impostergable seguir potenciando el aporte creativo de las vanguardias literaria y artística, la promoción de valores cívicos, estéticos, la lógica de la labor formativa en las comunidades.

Fuente vital de nuestro modo de ser es la dialéctica entre tradición y renovación, por ello el adversario aspira a borrar de dónde venimos, quiénes somos.

El bloqueo contra el pueblo cubano afecta todas las esferas de la vida, el único modo de construir un modelo que frustre las aspiraciones del capitalismo neoliberal es continuar formando ciudadanos dueños de su imaginario.

Sin duda, se precisan experiencias valiosas para fomentar la educación ciudadana, el patrimonio espiritual, el gusto estético, que propicien crecer, pese a un universo donde las industrias del entretenimiento y el mercado pretenden abolir la inteligencia, las reflexiones propias, al introducir tácticas manipuladoras, productos de fácil deglución.

Como sabemos, el ámbito de las nuevas tecnologías está contaminado por el hegemonismo imperial, la manipulación informativa y el egoísmo fatuo, por esto urge promover el conocimiento, la innovación productiva, mejorar la calidad de vida en nuestra nación, donde defendemos las conquistas desde la resistencia y la justicia social.

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