La República lacerada por una Enmienda

Ingenuos y manipulados por una propaganda magistralmente eslabonada, los cubanos festejaron el nacimiento de la República.  / Autor no identificado
Ingenuos y manipulados por una propaganda magistralmente eslabonada, los cubanos festejaron el nacimiento de la República. / Autor no identificado

Como solía decir la escritora Renée Méndez Capote, ejemplificándolo con su vida, hubo una notable diferencia entre la República Neocolonial, surgida el 20 de mayo de 1902, y la generación de cubanos que vio la luz en fecha cercana a ese hecho. La primera nació con enmiendas; los segundos irrumpieron en la vida pública decididos a no dejarse “enmendar” por el poderoso vecino del Norte.

Desde que los Estados Unidos iniciaran su primera ocupación militar de la Isla, al cesar el 1º de enero de 1899 la dominación española, comenzó a sentar las bases para su posterior sujeción. Rebajó los aranceles a la entrada de sus productos a Cuba, mientras mantenía los gravámenes a las mercancías de la mayor de las Antillas destinadas a la nación norteamericana. Incluso la hipócrita Enmienda Foraker –para prohibir toda concesión económica en la ínsula caribeña antes de que alcanzara la independencia– dejaba resquicios legales que permitían al capital estadounidense campear por su respeto.

La ley del deslinde de tierras comunales, por ejemplo, al convertirlas en objetos de compra-venta, dejó expedito el camino a las compañías azucareras yanquis, las cuales se apoderaron de las mejores áreas de cultivo, aprovechándose del hambre de los campesinos y su notoria falta de recursos.

Con el fin de dotar a la futura República cubana de una Carta Magna, convocaron a elecciones para una Asamblea Constituyente, donde solo tenían derecho al voto los hombres mayores de 21 años que supieran leer y escribir, y dispusieran de propiedades. Así garantizaban la presencia de antiguos enemigos de la independencia, en quienes veían a futuros aliados. A la Ley de leyes le impusieron un apéndice, la tristemente célebre Enmienda Platt, que permitía a Washington entrometerse en la Isla caribeña cuando lo estimara conveniente y convalidaba todos los actos realizados y derechos legales adquiridos durante la ocupación militar.

Como reflejó un caricaturista de la época, la Enmienda Platt fue un lastre que laceró la soberanía nacional. / Autor no identificado
Como reflejó un caricaturista de la época, la Enmienda Platt fue un lastre que laceró la soberanía nacional. / Autor no identificado

De esta forma el nuevo Estado-nación arrastraría desde sus comienzos un lastre que laceraba su soberanía. Mediante la enmienda aludida, el codicioso vecino norteño ejercería el poder supremo sobre Cuba, que no tendría, como subrayó el patriota Salvador Cisneros Betancourt, “ni independencia absoluta, ni será República, ni anexada, ni protegida, ni territorio de los Estados Unidos”.

El nacimiento de la Neocolonia

Una vez elegido presidente don Tomás Estrada Palma, el candidato que más se avenía a sus intereses, tenía Washington que apuntalarlo propagandísticamente porque la mayor parte de la población desconocía quién era. En la revista El Fígaro apareció un reportaje sobre su vida, su familia, la escuela que había regentado durante años en Norteamérica, su papel de dirigente del Partido Revolucionario Cubano –de entonces procede la fake news de que Martí lo había designado su sucesor, algo totalmente incierto–, su condición de ciudadano estadounidense que renunciaba a ella para servir a la patria natal.

Desembarcó en Cuba en el vapor Julia, por Gibara, el mismo puerto por el que España lo deportó en 1877. En Holguín visitó La Periquera, inmueble donde había sufrido prisión. Asistió en Bayamo a la inhumación de los restos de su madre, una mambisa que prácticamente lo obligó a alzarse en el 68. Le rindió honores a Martí en el nicho que guardaba sus restos en el cementerio Santa Ifigenia. Por mar llegó a Cienfuegos. Santa Clara fue otra parada de su viaje. De nuevo en el vapor Julia, prosiguió hasta La Habana. En el muelle, el 11 de mayo de 1902, ante el multitudinario agasajo, lloró.

Del brazo de Máximo Gómez atravesó la muchedumbre que enardecida gritaba: “¡Viva el primer Presidente de Cuba!”. El general Alejandro Rodríguez, al frente de 12 escuadrones de la Guardia Rural, abrió paso para que el coche del mandatario transitara libremente. El interventor yanqui Leonard Wood, para no ser menos, mandó a enarbolar una bandera cubana.

[quote]El 20 de mayo de 1902 Estrada Palma tomó posesión. Al acto no asistió mujer alguna, pues los Constituyentes de 1901, además de aprobar por mayoría la Enmienda Platt, les negaron los derechos políticos a las féminas, también por mayoría.[/quote]

Al compás de 21 cañonazos y el Himno de Perucho Figueredo, Máximo Gómez izó la bandera cubana. “Al fin hemos llegado”, dijo con ingenuidad. Y lo repitieron decenas de miles de cubanos, manipulados por una propaganda que sublimaba “la buena fe” del vecino del norte y olvidaba la humillación de los mambises por las tropas yanquis cuando no les dejaron entrar en Santiago de Cuba; y su exclusión del Tratado de París, al ser ignorados por las potencias firmantes.

[quote]Más realista, Juan Gualberto Gómez escribió por aquellos días: “Pero más que nunca, hay que persistir en la soberanía mutilada; y para alcanzarla, es fuerza adoptar de nuevo en las evoluciones de nuestra vida pública las ideas directrices y los métodos que preconizara Martí”.[/quote]

Los que no se dejaron “enmendar”

La República surgida en 1902 no se pareció en nada a la soñada y esbozada por Martí. El campesino, sin apoyo estatal, perdió la tierra por deudas o tuvo que venderla.

[quote]La discriminación racial alcanzó niveles inauditos: las esposas de los congresistas negros y mulatos no eran invitadas a las recepciones oficiales; en los parques de ciertas ciudades, como Santa Clara y Trinidad, había zonas únicamente para blancos (esa disposición se mantuvo hasta 1959).[/quote]

Al amparo de la Enmienda Platt, Washington le impuso al Estado cubano tratados desiguales: el Permanente eternizaba tal Enmienda; el de Reciprocidad Comercial convertía a Cuba en fuente de materias primas y mercado idóneo para los productos estadounidenses; el de Bases Navales permitía al imperio apoderarse de una porción del territorio nacional.

Los yanquis ejercieron el derecho de intervención varias veces y de distinta forma. En 1906 ocuparon nuevamente la Isla. Seis años más tarde, cuando ocurrió la protesta armada de los Independientes de Color, desembarcaron tropas en varios puntos. Apelaron a la intervención preventiva en 1917, 1921-1923 y 1933.

En la década de 1920 una pujante generación de cubanos saltó a la palestra. Ese mismo año, durante el Congreso obrero se aprobó una moción de saludo a Lenin y a la Revolución Rusa, y se sentaron las bases para una central sindical nacional única. Los estudiantes protagonizaron una Reforma contra la corrupción y la obsolescencia de la enseñanza universitaria, y en su Congreso Nacional de 1923 emitieron una contundente condena a la Enmienda Platt. Se pronunciaron entonces 13 intelectuales contra los males de la Neocolonia. En 1925 se fundaron la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) y el primer Partido Comunista.

Durante 127 días, tras el derrocamiento de la tiranía machadista, un gobierno provisional revolucionario dictó leyes antimperialistas y de beneficio popular, además de repudiar la Enmienda Platt. En 1940 se promulgó una constitución muy progresista que carecía de apéndices injerencistas, proclamaba la necesidad de una Reforma Agraria y convalidaba el derecho a la huelga y a la insurrección.

Cuando un tirano usurpó el poder en la década del 50, se le enfrentó la Generación del Centenario, renuente a dejarse “enmendar” por Estados Unidos. /: Autor no identificado)
Cuando un tirano usurpó el poder en la década del 50, se le enfrentó la Generación del Centenario, renuente a dejarse “enmendar” por Estados Unidos. /: Autor no identificado)

Cuando un tirano usurpó el poder en la década del 50, se le enfrentó la Generación del Centenario, tampoco resignada a dejarse “enmendar” por el codicioso vecino del Norte. Esta adoptó, como convocara Juan Gualberto Gómez, las ideas directrices y los métodos preconizados por Martí y se dispuso a fundar una nueva sociedad.

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Fuentes consultadas

Los libros La neocolonia. Organización y crisis desde 1899 a 1940, del Instituto de Historia de Cuba; 20 de mayo, ¿fecha gloriosa?, de Ana Cairo; Las máscaras y las sombras, de Rolando Rodríguez.

 

 

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