Foto. Cortesía de Villa Manuela
Foto. Cortesía de Villa Manuela

Laberínticos andares de un insólito bestiario

Hasta febrero próximo, la capitalina galería Villa Manuela, de la Uneac, acogerá la singular estética del artista visual Ángel Ramírez

Otra vez la ironía y el sarcasmo se alzan como par indivisible en la obra de Ángel Ramírez, su más reciente exposición no deja lugar a equívocos. Se trata de El caos y los hijos de la bestia, exhibida en la habanera galería Villa Manuela, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), que integra dos de sus series precedentes.

Con especial sutileza, el artista ha dispuesto ante la mirada de los espectadores, criaturas imaginarias sorprendentes, verosímiles y perturbadoras, cuya unidad de conjunto y coherencia concretan un acertado punto de inflexión en la creación visual del pintor y grabador.

Con materiales sencillos y reciclados logra excepcionales formas expresivas como en esta escultura de 2021, en la cual emplea madera y papel periódico. / Cortesía de Villa Manuela

Una narrativa muy peculiar, casi cinematográfica y extraordinariamente teatral, se advierte en la selección que sorprende por la sagacidad e ingenio para suscitar múltiples lecturas en cada una de las obras, las cuales en sí mismas poseen existencia propia y son capaces de contar un relato particular que las atañe a todas.

“[…] Y casi ciega ya no ve la verdad que le circunda. Se mueve gracias a un artilugio improvisado que no merma su dignidad […]”, relata el artista sobre esta extravagante criatura de 2022, creada con madera ensamblada. / Estrella Díaz

Y es que este bestiario de Ramírez es una familia, rara y apocalíptica, que sobrelleva –y sobrevive– las andanadas del poder impuesto por la bestia, suerte de patriarca o cabeza de familia ausente, invisible, quien como carta de identidad y sin el más mínimo pudor, deja al descubierto a los miembros de su estirpe.

“La bestia no está, presenta a su descendencia –la bestiecilla– quien carga con las culpas de aquel, suele seguir la ejemplarizante vida de su progenitor o permanecer como destinado a sueños aún por lograr”, ha escrito en el programa de mano la curadora y crítica de arte Marilyn Sampera Rosado.

Hay intertextualidad en esta aparente anarquía que propone El caos… y digo aparente por la juiciosa y cuidada capacidad de su autor para instar a la reflexión sin superficialidades maniqueas y el empeño expreso de poner pensamiento, contenido concreto para cuestionar de modo deliberado la autoridad y el dominio de un ente omitido, inexistente; sin embargo, aún sin ofrecer vestigios de su presencia, incide de diversas y rebuscadas maneras en su progenie, transida por la decadencia de valores elementales, obsesionada con mostrar su mejor rostro, y resuelta a ocultar los reveses que, por demás, sobrepasan a las glorias.

Engendrada como consecuencia del confinamiento por la pandemia, la muestra incluye unas 19 creaciones, cinco grabados y 14 piezas en formato tridimensional, entre esculturas e instalaciones, todas acompañadas de la historia de cada obra-personaje, cuyos textos Ramírez concibió, conjunta y/o en paralelo, con la respectiva pieza.

Entre la gama de los grises, blancos y negros se mueven las tonalidades predominantes en la muestra, como en este grabado de 2022, titulado Caminata por Zanja. / Cortesía De Villa Manuela

Quien advierta la selección, desde un primer y epidérmico vistazo, le parecerá que este artista –grabador por excelencia– desistió de la gráfica e irrumpió en la escultura en madera; sin embargo, al aguzar la mirada percibirá la pluralidad de cualidades expresivas que alcanza a imbricar con el grabado y, de paso, echar mano a materiales, algunos de ellos reciclados e inusitados. 

Ángel Ramírez se apropia de la antigua técnica xilográfica de grabados en tacos de madera que tomara auge en la Europa del siglo XIV, en particular, para hacer barajas de cartas y estampas de santos; de modo que, desde esta práctica, también, construye metatextos, remembranzas, sentidos, códigos que apuntan hacia una postura crítica y bastante atea en relación con el cristianismo y la religiosidad.

Egresado del Instituto Superior de Arte en 1982, este creador antillano evidencia una singular estética, provocadora y tendiente a polemizar por medio de un refinado e hilarante estilo de asumir y entender la contemporaneidad.

Su obra ha sido acreedora de diversos lauros en certámenes nacionales e internacionales, y exhibida en países de casi todos los continentes. Valiosas piezas de su autoría integran colecciones privadas en Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania, Portugal, Finlandia, Holanda, Grecia, Ecuador, Brasil, México, Puerto Rico y Venezuela, entre otros.

El caos y los hijos de la bestia deviene una metáfora de muchas realidades –cercanas y distantes– en tanto gesto revelador para quien descubra sus velados entresijos, por demás, liberadores y hasta espartanos para aquel que ha obrado como su avezado creador.

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