Me llamo Gustavo Petro y quiero ser su presidente…

Colombia está transitando días decisivos. Dentro de muy poco los ciudadanos podrán elegir el rumbo del país en una contienda presidencial en la que se enfrentan, por primera vez abiertamente, modelos tan antagónicos.

El único que tiene asegurado su pase a la segunda vuelta es Gustavo Petro, el candidato de izquierdas, que ha abierto las puertas del descontento del pueblo por una forma de gobierno ya agotada desde hace mucho.

Su rival es Federico Gutiérrez, que ha fluctuado en intenciones de voto, pero nunca como para pasarle por encima al candidato de Pacto Histórico.

En estos días que faltan, cuando ya está prohibido publicar sondeos y dar mítines públicos, los dos pelearán a oscuras por pasar a la siguiente votación.

Pero todo apunta al gran favorito, que cerró el pasado domingo su campaña en Bogotá con la frase que ha “enamorado” a sus simpatizantes en los más de 100 actos protagonizados en estos dos meses: “Me llamo Gustavo Petro y quiero ser su presidente”.

Manifestaciones en las que se ha presentado con impresionantes medidas de seguridad, pues no le han faltado cientos de amenazas de muerte a él y a su candidata a la vicepresidencia, Francia Márquez.

Rodeado de guardaespaldas que sostenían escudos antibalas para evitar su asesinato destacó en este último acto la trascendencia de lo que está por venir: “Llegó el momento. No necesitamos fusiles como ellos ni apuntar con una escopeta de gases lacrimógenos a nadie. Ni todos los fusiles juntos podrían cambiar la historia como sí lo puede cambiar un esfero (un bolígrafo). Un esfero es más importante que un fusil y lo vamos a demostrar. El domingo, cambiaremos la historia de Colombia”.

Petro representa el Cambio por la Vida que Colombia necesita / Getty Images
Petro representa el Cambio por la Vida que Colombia necesita / Getty Images

El ex senador, de 62 años, confía en que el 29 de mayo acabe todo, pero necesita una mayoría absoluta para proclamarse ganador de una vez. Una remontada semejante solo la ha conseguido Álvaro Uribe Vélez, en 2002.

Las elecciones se determinan en primera vuelta si alguno de los candidatos obtiene la mayoría simple, es decir, la mitad más uno de los votos válidos. De no ser así, está previsto un balotaje para el 19 de junio, en el cual participarían los dos candidatos que más votos obtengan en la primera vuelta.

Todo apunta a Petro y “Fico Gutiérrez”. El primero lidera todos los sondeos, con cerca del 40 por ciento de la intención de voto, pero por ahora los números no le alcanzan para obtener la mayoría absoluta al primer intento. Federico Gutiérrez, de la derecha, le sigue desde lejos, estancado en 24 por ciento.

El tercer puesto lo ocupa Rodolfo Hernández, un rival populista y mal hablado que en los últimos días creció del 12 al 18 por ciento, y en el cuarto lugar está Sergio Fajardo, con un escaso cinco por ciento. Al final de la lista aparecen John Milton Rodríguez y Enrique Gómez, los dos con uno por ciento. Ingrid Betancourt y Luis Pérez renunciaron recientemente a sus candidaturas.

Petro fue alcalde de Bogotá, senador de la república y guerrillero del M-19. En las pasadas elecciones, fue derrotado por Iván Duque, pero alcanzó más de ocho millones de papeletas, lo que representó el 42 por ciento de la votación total. Su fórmula vicepresidencial, Francia Márquez, es una líder afrocolombiana que ha trabajado por las comunidades menos favorecidas e impulsado la defensa de los derechos de las comunidades indígenas, negras y desplazadas por la violencia, exigiendo del gobierno justicia distributiva.

Los tres ejes de la campaña de Pacto Histórico son: el cambio con las mujeres, economía para la vida, democracia multicolor y seguridad humana para la vida y la paz. Su propuesta es que las mujeres ocupen, por lo menos, la mitad de los cargos públicos, en todos los niveles, con miras a abrir un camino para generar igualdad en todos los sectores del país.

El segundo se centra en el cuidado del medio ambiente y el tránsito hacia una economía productiva. Esto se encadena con la necesidad de implementar los acuerdos de paz firmados en La Habana en 2016, una reforma agrícola que permita que el país sea productivo y no extractivo, por lo cual una de sus banderas es acabar con la producción petrolera y carbonífera, y encaminarse a las energías renovables.

El tercero es garantizar los derechos a la salud, alimentación, educación, pensión, seguridad. En el sector social proyecta que la salud debe ser un elemento para la vida y no un negocio que destruya la vida. Sobre el tema de pensiones, propone entregar un bono pensional no contributivo de 500 mil pesos para quienes no acceden a retribución.

La Registraduría Nacional del Estado Civil y el Consejo Nacional Electoral indican que hay 112 mil 897 mesas ubicadas en todo el territorio para que voten más 38 millones de colombianos.

Es que “Colombia nunca ha tenido un presidente de izquierda», es la frase más común escuchada en los últimos meses en círculos políticos colombianos y de la región. Y es cierto. Aunque la nación sudamericana  tuvo mandatarios progresistas en el pasado, nunca llegó a ser presidente un político de origen popular, un tímido exguerillero que creció en pequeños pueblos.

Parece que Colombia, donde nunca gobernó la izquierda, está cambiando.

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