El piropo, de ocurrencia ingeniosa a expresión insultante
Palabras de cortesía, expresadas con delicadeza son como besos que se quedan revoloteando en el aire. La mujer piropeada con gracia y elegancia no se siente regularmente ofendida, sino, en todo caso, sorprendida por haber sido descubierta y puede causarle un cierto pudor, aunque en el fondo se siente halagada

Fíjese usted al andar por la calle, al estar en espacios públicos cómo resulta algo cotidiano escuchar esa retahíla de palabrotas al paso de una mujer hermosa, sin el menor recato. Valen, entonces, respuestas como la de esta aludida. (Foto: elobservatodo.cl).
Por MARÍA ELENA BALÁN SAINZ
Antes, por lo regular, el piropo que decía un hombre a una mujer era una ocurrencia ingeniosa, un comprimido literario que sintetizaba la admiración provocada por la fémina.
Actualmente, no son versos ni frases de calidad literaria, sino vulgaridades que aluden al cuerpo de la chica, a sus protuberancias, a las dotes que le dio la naturaleza y son dichos por desconocidos, generalmente.
Resulta usual escuchar en la calle cuando pasa una muchacha agraciada aquello que hiere su dignidad y su oído: Bestia, bruja, y otras frases que insultan, golpean, avergüenzan y deshumanizan, porque constituyen comentarios sexistas y acosadores.
Se escuchan poco las frases de admiración, galantería y respeto hacia las mujeres, como aquella que trascendió en la película de J. L. Brooks, Mejor, imposible (1997), cuando la acompañante del hombre, cansada de su falta de delicadeza le amenaza con marcharse, y él le dice: “Tú haces que quiera ser mejor persona”.
La mujer piropeada con gracia y elegancia no se siente regularmente ofendida, sino, en todo caso, sorprendida por haber sido descubierta y puede causarle un cierto pudor, aunque en el fondo se siente halagada.
Palabras de cortesía, expresadas con delicadeza son como besos que se quedan revoloteando en el aire y pueden, hasta en ocasiones, ser el inicio de un diálogo e intercambio.
Ahora bien, lo que resulta inaceptable en nuestra sociedad son los comportamientos intolerables en los espacios públicos, las calles convertidas progresivamente en un caos donde reina la indisciplina, el lenguaje soez, la vulgaridad.
No demeritan la hombría ser cortés, amable, respetuoso en el trato, sino todo lo contrario, pues realzan como ser humano.
Hablar y actuar civilmente, evitando insultos, comentarios crueles o lenguaje crudo o vulgar resulta un imperativo en estos tiempos, cuando existe una marcada tendencia en muchas personas a asumir normas de conducta contrarias por completo a estos preceptos.
Fíjese usted al andar por la calle, al estar en espacios públicos cómo resulta algo cotidiano escuchar esa retahíla de palabrotas al paso de una mujer hermosa, sin el menor recato.
Si bien repudiamos tales actitudes, en la mayoría de los casos somos poco críticos, aparentamos ignorar lo que sucede en nuestro entorno, y en muchas ocasiones nos convertimos también en transgresores de las reglas de convivencia.
El escritor brasileño Paulo Coelho ha expresado “hay en el mundo un lenguaje que todos comprenden: es el lenguaje del entusiasmo, de las cosas hechas con amor y con voluntad, en busca de aquello que se desea o en lo que se cree”. (ACN).
Saludos de paz y bendiciones desde Jalisco, México. Es recomendable siempre pensar antes de hablar. Las mujeres y todos los seres humanos merecen nuestro respeto. Expresar amor puede hacerse de diferentes maneras, incluso en silencio. Admirar la belleza femenina es natural. Es bueno expresarlo con buenas palabras donde se pueden conjugar la ternura, la admiración y a veces una broma equilibrada. Atentamente, Fernando Acosta Riveros, lector de la Columna Gazapos y de la revista Bohemia desde el año 1974.
Totalmente de acuerdo hasta cierto punto. Si las vulgaridades son totalmente condenables, lo que quiere decir que debería ser penado por la ley por la falta de civismo, también lo son los piropos gentiles.
¿Con qué derecho alguien puede entrometerse en nuestras vidas o agredirnos con sus palabras cuando nadie ha pedido que lo hagan? Ni Buenos ni malos. El piropo es una costumbre detestable que sufrimos desde la infancia cuando aun siendo niñas (o niños incluso) los tenemos que soportar, lo que lo hace entonces doblemente condenable.
¿Cuántas muchachas menores de edad sufren este acoso a diario en las calles? Eso se llam pedofilia o abuso de menores.
Ya es hora de que se enseñe en la escuela que nadie, absolutamentenadie tiene derecho a agredir verbalmente a nadie en la calle por lindo que nos parezca su cara o su cuerpo; esto debe incluirse en las clases de educación formal y sexual. Y no es válido sólo para mujeres, sino para todo ser humano que tiene derecho a ser respetado y a que su integridad se mantenga en el espacio publico.
Los tiempos cambian es cierto, pero no hay por qué emprender una cruzada contra aquello que nos identifica, solo hay que impedir que se contamine.
Algunas feministas actuales parecen empeñadas en revivir esa imagen de la mujer como víctima indefensa y frágil que necesita de la protección permanente y es incapaz de soportar que se le roce ni con el pétalo de un piropo.
Los requerimientos básicos para piropear con éxito son simples: basta tener imaginación y buen gusto para cumplir el objetivo de llamar la atención, halagar y divertir.
Los buenos piropos forman parte de la idiosincrasia nacional, matizan la trajinada vida cubana y le añaden ese componente pintoresco y auténtico que la hace muy atractiva.
Y no se trata de necesitar que le mejoren a uno la autoestima, ni de que se tengan rasgos narcisistas, es que nuestro rico lenguaje es muy metafórico, nuestro espíritu exultante, y nuestra imaginación enjundiosa.
En cambio desterremos la vulgaridad en todos los ámbitos en que se manifiesta, en las expresiones, en los bailes, en los textos de las canciones, en la forma de vestir, erradiquemos la violencia del lenguaje, y por favor sigamos siendo cubanos.