Ante las indisciplinas sociales, destierro a la indiferencia
Una estocada a fondo necesita ese fenómeno que no es nuevo, pues por su incidencia en la vida de las personas y de la sociedad en razón del perjuicio que provoca, el combate abierto y sistemático parece ser el único antídoto ante el mal

Este basurero aún en ciernes puede tomar la magnitud que los indisciplinados quieran y las autoridades les permitan. (Foto: escambray.cu).
Por AÍDA QUINTERO DIP
Juicio, sensatez, orden, reflexión está exigiendo la proliferación de expresiones de indisciplina social, que en ocasiones se tornan agresivas en hogares, calles, ómnibus, unidades de servicios, y otros sitios públicos, en los cuales cada vez hay un mayor reclamo por cultivar la ternura y el respeto a nosotros mismos y a nuestros semejantes.
Una estocada a fondo necesita ese fenómeno que no es nuevo, pues por su incidencia en la vida de las personas y de la sociedad en razón del perjuicio que provoca, el combate abierto y sistemático parece ser el único antídoto ante el mal.
La carencia de medios de transporte, por ejemplo, no justifica que se resquebraje la disciplina a tal punto de formar desorden en las paradas, donde a la hora de subir a dichos vehículos entra en juego la ley del más fuerte, sin considerar la presencia de niños, mujeres, embarazadas y ancianos.
Inverosímil resulta el comportamiento de quienes se muestran irrespetuosos y hasta agresivos, desde llegar a un lugar donde nadie quiere orientar, decir que es el último en la cola, o simplemente contestar el saludo, hacer un gesto de aprobación, o compartir una sonrisa.
Inexplicable es esa evidente paradoja entre el alto nivel de instrucción que distingue a nuestro pueblo, con el poco nivel de educación formal manifestado por algunas personas y reflejado en un mal comportamiento social.
Y lo más preocupante de esas conductas resulta el patrón negativo que se crea para los niños y las niñas que van creciendo bajo tales influjos, cuando constituye una obligación de todos encaminarlos hacia una educación cívica que les será útil para toda la vida.
La responsabilidad no es solo de la escuela como algunos piensan, sino fundamentalmente de la familia que tiene la obligación de enseñar desde la cuna y fomentar después hábitos y valores que deciden en la formación de la personalidad.
Es cierto que los desajustes afloran aún más cuando las personas no sienten satisfechas sus necesidades materiales más perentorias, como existe en una época de limitaciones y dificultades económicas que afectan la vida de cada cual; pero esto, en modo alguno, justifica las actitudes criticables a veces asumidas, ni la irritabilidad en ocasiones por nimiedades.
Una buena parte de esa batalla se ganaría si comprendiéramos que muchos de los problemas de una convivencia social negativa, que hoy preocupa a la familia, la comunidad y la sociedad en general, pudieran resolverse -o por lo menos atenuarse- si practicáramos una buena comunicación social.
Estas situaciones pueden ir solucionándose en la medida en que logremos una convivencia social armónica, que se alcanza -hasta cierto punto- con una comunicación directa, de características positivas, sin ambigüedades, ni posiciones acusadoras.
También la práctica de buenas acciones y la inserción de un matiz de afecto, que ayuden a llevar agradablemente la vida, resultan estocada directa a las indisciplinas sociales.
Voces autorizadas en el tema como la doctora en Ciencias Pedagógicas Aleyda Márquez Rodríguez, puntualiza que cuando se respetan las normas y los valores propiciamos una convivencia aceptable, que fluye, pero si algo se transgrede entonces se pierde ese equilibrio, imprescindible para ofrecer felicidad a la existencia de cada cual.
La Revolución enarbola siempre como un patrimonio valiosísimo esa reserva moral que hay en el pueblo, como una de sus más preciadas riquezas, para atemperarse a los tiempos y continuar adelante, y se empeña por mantenerla a pesar de escaseces y carencias.
Nuestra grandeza como pueblo también está en la capacidad de crecernos y probarnos ante situaciones difíciles que son igualmente definitorias, ya que convocan a la proeza y al heroísmo a los cuales muchos cubanos han hecho culto. (ACN).
Gracias por la Información
Está muy bien estructurado este artículo.
Es verdad en todas las partes del mundo
hay indisciplinas, estas a veces están en
correspondencia con las necesidades que
tiene el ciudadano.
Aunque no tiene que haber ninguna y
estoy en contra de ellas,hay una malgama
de indisciplinas y algunas muy graves
que atentan contra el buen desenvolvimiento
de la sociedad.
Tenemos que seguir educándonos a diario
eso es muy importante, respetar lo ajeno
y a los mayores darles su lugar y oír de
ellos los buenos ejemplos.
Yo pienso que en cada cuadra hay que de
vez en cuando tratar aspectos de esta
situación hay una organización que pudiera
ayudar en esta esfera.
Las autoridades del Orden Interior no darle
un palo a nadie ni maltratarlo sino el convencimiento
y tratar a las personas diciéndole mira esto
esta mal y no ayudamos con eso.
Estamos en un proceso muy bueno y la nueva
generación tiene que influir positivamente que
los jóvenes comprendan estas cosas.
La Indisciplina en esta Sociedad no se puede
Permitir e irá al Combate de la Primera Fila
de todos para eliminarla y atacarla.
Gracias
JK