Nuevos pasos en un camino prometedor

Cuba podría disponer en 2023 de un sistema de diagnóstico rápido del dengue y del primer candidato vacunal contra esa enfermedad


La posibilidad de que Cuba disponga en 2023 de un nuevo sistema de diagnóstico rápido del dengue y del primer candidato vacunal contra esa enfermedad viral confirma una vez más el talento, la perseverancia y el compromiso de los hombres y mujeres de ciencia de nuestro país.

Los avances en esos dos proyectos, anunciados en febrero último por autoridades del Grupo Empresarial de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica (BioCubaFarma), permitirían, en el caso del primero, realizar el diagnóstico confirmatorio de esa arbovirosis ante la aparición de los primeros síntomas, pues en la actualidad se emplea la prueba de anticuerpos IgM (sugestivos de una infección reciente), que se hace al quinto o sexto día de comienzo de la enfermedad.

Con el nuevo sistema de diagnóstico rápido, en el cual trabajan especialistas del Centro de Inmunoensayo, sería posible conocer además si se está en presencia de una segunda infección por dengue, lo cual contribuirá a dar un tratamiento diferenciado a los pacientes.

Recordemos que existen cuatro serotipos distintos del virus causante del dengue (DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DENV-4). Infectarse con uno de ellos y superar la enfermedad garantiza la inmunidad para toda la vida, pero únicamente respecto a ese serotipo (para el resto se desarrolla una inmunidad limitada y solo temporal). De ahí que pueden ocurrir reinfecciones con otros serotipos distintos del anterior y cuando esto sucede aumenta el riesgo de que el dengue se presente con síntomas hemorrágicos graves que, de no ser tratados adecuadamente, pueden llevar a la muerte.

El otro resultado alentador divulgado a inicios de 2023 está relacionado con la vacuna preventiva, largamente soñada por los investigadores cubanos que trabajan hace décadas en ese proyecto. De contar este año con el candidato vacunal, en 2024 se podrán realizar los ensayos clínicos en humanos, afirmó Eduardo Martínez Díaz, presidente de BioCubaFarma, y la declaración avivó el optimismo, más aún cuando los científicos cubanos han sido muy prudentes, casi esquivos, respecto a este tema.

Y es que obtener un inmunógeno contra el dengue es un proceso complejo porque al existir cuatro serotipos o virus se requiere de un compuesto tetravalente, capaz de inmunizar contra cada uno de ellos. Cuba centra esfuerzos en el avance de candidatos vacunales que inducen la respuesta inmunológica celular contra los cuatro serotipos, explicó Martínez Díaz en septiembre de 2022, en el perfil de Facebook de la institución que dirige.

Precisó que las investigaciones están a cargo del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología y el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, y se trabaja en varias líneas y estrategias de desarrollo. Destacó que cuentan con trabajos basados en la bioinformática y el estudio de la interacción del virus con su receptor y, a partir de estos conocimientos, se están diseñando moléculas que tengan un efecto antiviral específico contra el dengue; que eviten, por ejemplo, la entrada del virus a la célula.

La posibilidad de conocer en los próximos meses de qué trata la apuesta cubana nos acerca un poco más al momento en que el inmunógeno sea una realidad. Cuando esto ocurra será sin duda un arma poderosa contra el dengue, más aún cuando está demostrado que los métodos tradicionales de control de Aedes aegypti –con un alto costo económico, además de los daños a la salud humana y al medioambiente derivados de la liberación de insecticidas– no ofrecen una solución eficaz.

El largo y lamentable historial de epidemias de dengue en la región de las Américas, y también las reportadas en Cuba, han incluido esta enfermedad desde hace décadas entre las prioridades de la ciencia cubana. Importantes aportes en el ámbito internacional han realizado los investigadores de la mayor de las Antillas, entre los que se destaca la Hipótesis Integral planteada por el profesor Gustavo Kourí y publicada por él a mediados de los años 80 del siglo pasado, luego de la epidemia de 1981.

Esta sostiene que para que ocurra una epidemia de dengue hemorrágico es necesario que coexistan factores de riesgo dependientes del individuo, del virus, de la presencia del vector (dada por los niveles de infestación) y su capacidad (algunos Aedes aegypti transmiten mejor el dengue que otros), así como epidemiológicos; es decir, que haya una elevada propagación del virus y gran número de individuos susceptibles de desarrollar infección secundaria, entre otros elementos.

La contribución más reciente quizás es el papel fundamental desempeñado por Cuba en la nueva clasificación que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS) del dengue con y sin signos de alarma, enfocada a evitar el agravamiento del paciente.

Confiamos, pues, en que la ciencia cubana nos traiga en 2023 buenas nuevas sobre el dengue, una enfermedad que fue clasificada por la OMS en 2019 entre las 10 que representan una mayor amenaza para la salud pública mundial.

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