En Estados Unidos la pobreza cuesta cara
Por Liset Garcia
La crisis sanitaria en Estados Unidos crece y el coronavirus lo ha puesto más en evidencia. La cifra de contagiados reportada, que ronda los 15 mil enfermos, dista de ser cierta si se evalúa que más de 27 millones de personas no tienen seguro médico y rehúyen ir a los hospitales por temor a lo que les puedan cobrar.
Hay otras decenas de millones que se clasifican bajo la categoría de “seguro insuficiente”, pues tienen uno básico que cubre apenas una fracción del costo de cualquier revisión o tratamiento. Esta categoría ha aumentado durante la presidencia de Donald Trump, gracias a sus políticas que consideran a la salud como un negocio más para llenar los bolsillos.
La BBC News Mundo reportaba hace poco varios casos que ejemplifican las fallas estructurales de ese sistema sanitario hecho a la medida del dinero. Lisa Rubio, de 28 años, contó que durante las temporadas de gripe piensa mucho llevar a sus hijos al médico. Ver a su pediatra le cuesta $100 cada visita, sin contar el chequeo que este indique. Por ser administradora de un hospital en Tucson, Arizona, no recibe ningún beneficio, y si se enferma, pese a que está expuesta a infecciones y otros males, tampoco es retribuida porque al empleador no se le exige ofrecer licencia pagada por enfermedad.
A la madre de una niña de cuatro años, llamada Elizabeth, a la que correteando se le hizo una partidura en la frente, en un hospital de Texas donde le tomaron la temperatura y no llegaron a darle ningún tratamiento, sí le pasaron una factura de 669 dólares, una parte por los servicios del médico que le puso el termómetro a la niña, y otros 300 por haber usado las instalaciones del centro, o sea, entrar y sentarse.
Otro caso reportado por Vox es el de Malcolm Bird, quien contó que un hospital en Connecticut le reclamaba 629 dólares por haberle puesto una curita en un dedo a su hija de un año. La factura contemplaba siete dólares por la curita (más que una caja de 60 en cualquier supermercado) y 622 por los servicios del médico y el uso de las instalaciones, igual que a la madre de Elizabeth.
Costos excesivamente altos en comparación con otros del resto del mundo, sin contar donde ese servicio es gratis, hace que muchos estadounidenses aplacen la vista al doctor solo por pensar cuánto costará, y por saber que les dolerá más la factura que el pinchazo.
Varios médicos en ese país, con nociones del sentido social de su labor, están preocupados por la cantidad de enfermos de VIH y otras patologías de trasmisión sexual que se expandieron porque nunca fueron diagnosticados.
Ahora, con el coronavirus, las personas que no tienen acceso a la atención médica serán focos de propagación de la enfermedad, sin ser detectados ni atendidos ni aislados, y si sobreviven será sin tratamiento, lo que es malo no solo para los individuos, sino para todo el país, reconocen.
Y, lo peor, el neoliberalismo no logra que la inversión privada se realice sobre la conquista de vacunas cuando el mercado no es tan vivaz como en épocas de crisis. Ahora le empresa privada pelecha de la capitalización pública, misma que tuvieron tiempo sobrado de hacer pero todavía no era negocio. Es el capitalismo del desastre que ahora se denuncia.
Y el caso de los bancos es peor: recibe ayuda a montones un sector que nunca jamás ha sido solidario con nadie, con absolutamente nadie. Recibe ayuda para facilitar préstamos, es decir, para enriquecerse a costillas del desastre.
¡No hay derecho!
Desgraciadamente, Carlos, van a morir muchas personas por las ansias de dinero que propugna el neoliberalismo, que solo ve el árbol no el bosque de pueblos. Se demuestra que el sector salud no puede seguir en manos privadas. Tiene que ser el Estado quien lo dirija y administre pensando en las personas, no en los votantes. En muchos países es un derecho por el que sus Estados velan, y ahí están mejor cubiertas las necesidades de salud. Gracias por su comentario.
Bueno, también en Chile se vivo algo parecido a los EEUU. de los 18.5 millones que viven (1.5 extranjeros) 15.5 millones están cubiertos por EN FONDO NACIONAL DE SALUD, del cual sólo un cuarto paga hasta el 20% de la prestación, dependiendo de sus ingresos. La prestación es en general es deficiente, largas esperas para atención y años para una operación, si no es de urgencia. Otros 3 millones están en ISAPRES, o sea cubiertos por un seguro de salud, que pueden pagar. Un seguro de salud, el más barato, cuesta unos 100 dólares al mes. La prestación va forzozamente asociada a un copago, es decir igual el seguro esquilma al afiliado. Así se vive en un país que mantiene un sistema neoliberal desde hace 45 años. Ningún gobierno, ni siquiera de izquierda (los llamados de la Concertación o Nueva Mayoría que han gobernado 20 de los 47 años) ha podido modificarlo.