Preferiría quedar ciega, chico

Para Kevin, con la incertidumbre de lo no vivido que llegará.

Diez años balbuceando una canción en inglés sin detenerme a buscar la letra; hasta hoy. Su melodía indica desgarramiento en poco más de dos minutos, pero nunca podría entender a cabalidad por qué ella preferiría quedar ciega si justo cuando empiezo a descifrar los versos, la canción termina. Para el hispanohablante puede no ser imprescindible entender la letra de una canción en otro idioma: la música ha desdibujado esa frontera del gusto por su combinación de elementos sensitivos. Aunque la cualidad reveladora se completa al traducir.

Así, transcurrí una década con I’d Rather Go Blind, de Etta James. Una canción sin aditamentos y el estribillo que se desvanece al final. La pieza que da tiempo a sufrirla junto a la voz excepcional de Etta, se muestra como reminiscencia de tonada una y otra vez en nuestro imaginario musical. Y también, una canción que dictamina cómo decirse o cómo decirla. Como toda obra de arte, irá tejiendo palabras bienaventuradas hasta llegar a su núcleo.

Blues escrito por Ellington Jordan y co-acreditado por Billy Foster y Etta James. Fue grabado por primera vez por James en 1967, lanzado en ese mismo año, y posteriormente se convirtió en un clásico del blues y el soul. Además, un éxito seguro del álbum de 1968, “Tell Mama”.

Etta James fue prodigiosa en su tono de voz y esto le permitió convertirse en una cantante de góspel. Ya para finales de la década de los 50, cuando surge el soul como género que combina elementos del góspel y del R&B, James funge como una cantante clásica de baladas con un potencial añadido para la canción popular. De modo que hacia finales de los 60, donde se inscribe I’d Rather Go Blind, ya habría consolidado su carrera dentro de un panorama halagüeño.

Según el análisis musical del sitio web “El oído armónico”, este tema está compuesto de forma casi exclusiva a partir de la alternancia entre los grados I-II, con cuatro compases de 4/4. Etta James en La mayor, con la voz no tan poderosa como en su juventud, pero rota y seductora capaz de conmover, irritar y fragmentar el alma, es el principal medio expresivo y sonoro de la canción.

Todo lo estilístico y temático del clásico también es excepcional. La canta con expresión y matiz increíbles. Además, la música, los arreglos y la producción son simplemente hermosos. La estética del soul vintage es idiomática del blues/soul de la década de 1960, un sonido tan refrescante de escuchar aun cuando la música en general de hoy en día suena muy diferente. A pesar de las sublimes versiones de la canción, prefiero la interpretación auténtica de Etta.

Los primeros versos atrapan de lleno:

Algo me dijo que se había acabado / cuando te vi hablando con ella  / algo en lo más profundo de mi alma me dijo: “Llora, chica” / cuando los vi caminando juntos. / Preferiría quedarme ciega que verte alejarte de mí, / te quiero tanto que no quiero verte machar /

Desde mi perspectiva, parece tratarse de una relación romántica difunta. El punto final estuvo marcado por ese suceso triste de ver al ser amado con otra persona a la que probablemente le esté ofreciendo todo lo que en algún momento le dio a la chica que lo observa. En ese momento, ella desearía quedar ciega antes de presenciar aquello. Sus ojos son la puerta de entrada a la desgracia, un puñal que si bien no mata el amor de golpe, lo deja mal herido. Entonces, llorar o autoimputarse el llanto es lo único que queda.

Sin embargo, ella hubiese deseado que fuera distinto y la imposibilidad del amor idealizado suele ser un acontecimiento lamentable:

Para que veas, te quiero tanto, que no quiero verte abandonándome, / baby. / Como la mayoría, no quiero, no quiero ser libre, no. / Yo estaba solamente, sentada aquí pensando, / en tus besos y en tu cálido abrazo, sí. / Cuando el reflejo de mis labios en el cristal ahora, / baby. / Revelaba las lágrimas que habían en mi rostro, sí /

Así nomás se equilibra el texto breve pero contundente, mientras la música adquiere ese tono melancólico que exterioriza desgarramiento. Muchos en algún momento de nuestras vidas hemos preferido quedar ciegos, como la canción de Etta, quien seca su sudor y sus lágrimas al cantar, para no debérselo luego quizás con la llegada de otro amor.

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Diseño de portada: Félix M. Azcuy

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